Alertan sobre el impacto del aumento del costo de vida en la infancia más vulnerable

En el marco de la difusión de los últimos datos del INDEC sobre pobreza y del Índice de Crianza, desde la Asociación Civil Salteña, Pata Pila, vuelven a poner el foco en la situación de miles de familias que crían a sus hijos e hijas en contextos de pobreza estructural y emergencia socioambiental.

En el marco de la difusión de los últimos datos del INDEC sobre pobreza y del Índice de Crianza, desde la Asociación Civil Salteña, Pata Pila, vuelven a poner el foco en la situación de miles de familias que crían a sus hijos e hijas en contextos de pobreza estructural y emergencia socioambiental. En zonas como el norte salteño, criar no solo cuesta más, sino que muchas veces parece casi imposible.

Los últimos datos sobre pobreza infantil en Argentina, publicados por el INDEC, exponen una realidad alarmante ya que más de la mitad de los niños y niñas menores de 15 años son pobres. En el segundo semestre de 2024, la pobreza alcanzó al 51,9% de esta franja etaria, revelando un drama cotidiano que se vive en silencio, niños y niñas que crecen sin acceso a una alimentación adecuada, sin controles de salud básicos y sin condiciones mínimas de vivienda digna.

La situación se agrava aún más en algunas regiones del país. El mismo informe señala que en el Noroeste Argentino (NOA), el 42,8% de las personas viven en situación de pobreza, al igual que el 33,3% de los hogares. Cifras que evidencian la profundidad de las desigualdades estructurales.

En este contexto, el nuevo Índice de Crianza del INDEC informó que el costo mensual de la canasta alcanzó los $409.414 para familias con niños menores de un 1 año. Mientras que para niños de 1 a 3 años el valor ascendió a $486.393. En el caso de los niños de 4 a 5 años, la cifra fue de $ 408.372, y para los niños de 6 a 12, alcanzó los $513.720.

“El costo de criar”: más allá de los números

Este índice oficial busca poner en evidencia el esfuerzo económico que implica la crianza, especialmente en contextos donde las tareas de cuidado siguen siendo invisibilizadas y recaen, en su mayoría, sobre las mujeres. Se trata de un trabajo no remunerado, profundamente atravesado por desigualdades de género y sociales.

Al mirar hacia el norte argentino, estas condiciones se profundizan. El escaso desarrollo económico de muchas comunidades, sumado a la falta de oportunidades laborales formales, agudiza la vulnerabilidad de las familias. En este escenario, la capacidad productiva es frágil y se sostiene, en gran parte, gracias a economías de subsistencia basadas en la artesanía y en el trabajo golondrina.

El Índice de Crianza mide cuánto necesita una familia para cubrir los gastos esenciales de un niño o niña según su edad, pero en los territorios donde trabaja Pata Pila -como comunidades originarias y rurales del norte salteño, entre otros lugares del país- muchas veces ni siquiera están garantizadas las condiciones para que esos costos se traduzcan en derechos efectivos a las cosas más esenciales, como el acceso al agua potable, alimentos, educación o salud.

«Sabemos que cubrir una alimentación adecuada, ropa, vivienda, salud y acompañamiento profesional es un desafío enorme, especialmente para las familias que viven en contextos de extrema pobreza. En las comunidades donde trabajamos, las madres no están preocupadas por el aumento de la canasta básica; están preocupadas por si mañana pueden dar de comer a sus hijos”, señala Diego Bustamante, fundador de Pata Pila.

Emergencia climática y social: el Pilcomayo, una amenaza constante
La reciente crecida del río Pilcomayo volvió a golpear al Chaco Salteño, dejando comunidades aisladas, cientos de familias evacuadas y caminos intransitables. En las zonas más afectadas, donde Pata Pila trabaja desde hace años, los equipos móviles debieron redoblar esfuerzos para garantizar la atención de niños y niñas en riesgo nutricional y acompañar a las familias más golpeadas por la emergencia.

“La pobreza estructural, la crisis climática y los desplazamientos forzados se cruzan en un mismo territorio, generando una emergencia constante”, advierte Diego Bustamante, director general de Pata Pila. “Es urgente que todo el país vuelva la mirada hacia estas comunidades, donde la necesidad humanitaria no da tregua y las respuestas no pueden seguir esperando”.

La  respuesta de Pata Pila: una infancia que no puede esperar
Actualmente en el Programa de Nutrición participan más de 1.460 niños y niñas. Los equipos continúan brindando talleres de empoderamiento y acompañamiento a mujeres que enfrentan la maternidad en condiciones de extrema vulnerabilidad.

La publicación de los datos de pobreza y del Índice de Crianza no debe ser solo una referencia técnica: es una alerta urgente sobre la situación de la niñez en Argentina. Desde Pata Pila, reafirman su compromiso con cada niño y niña que crece en contextos injustos, pero también llamamos a la acción colectiva.

Desde Pata Pila, reafirman el compromiso con cada niño y niña que crece en contextos injustos. Pero también levantan la voz para llamar a la acción colectiva: no podemos mirar para otro lado.

“Contamos con programas que van desde la nutrición hasta capacitaciones en oficios para empoderar a los adultos responsables, principalmente madres. Queremos que tengan las herramientas necesarias para enfrentar la pobreza con soluciones sostenibles. Esto también va de la mano con políticas que generen mejores condiciones para la vida de las familias”, señala finalmente Diego Bustamante, director de Pata Pila.

Fuente: lahoradesalta