Milei, Menger y los juegos del hambre

El Presidente y Caputo celebran una supuesta baja de precios que se explica sólo en la caída de ventas de productos de lujo. La realidad muestra que los hogares más pobres son los que menos compran y hay 6 de cada 10 que subsisten con promociones.

El Presidente y Caputo celebran una supuesta baja de precios que se explica sólo en la caída de ventas de productos de lujo. La realidad muestra que los hogares más pobres son los que menos compran y hay 6 de cada 10 que subsisten con promociones. Con los libertarios, el salario no sólo perdió fuerte contra la inflación, sino que el ingreso real es más bajo, incluso, que en los años de Macri.

La asunción de Javier Milei produjo, inicialmente, un ajuste y una devaluación brutales, que favorecieron a los sectores que ya venían bien y que generaron un año y medio de números históricamente bajos para el consumo de los argentinos. Luego de ese periodo, casi como cuando el agua se va tras una inundación, se ve una foto más real, y no es para nada buena: se revirtieron muy marginalmente las caídas interanuales de ventas, contra bases muy malas; el «la plata no me alcanza» sigue siendo preocupación número uno y una medición de la Universidad Di Tella mostró que la gente cree que la inflación real duplica a la del INDEC; firmas grandes del consumo masivo quedaron al borde del cierre, con balances en rojo o rematando mercadería; y el pie que el Gobierno les puso encima a los salarios está condicionando todo el programa: en términos reales, el ingreso no sólo está peor que en los años de mayor crecimiento económico, sino que hoy es un 26 por ciento más bajo que durante el macrismo. En pocas palabras, la crisis de Milei desbanca a los años PRO y se instala como la peor en materia de ingresos y consumo desde el colapso del 2001.

En este escenario, Milei y su tropa pasan los días en una especie de universo paralelo donde se celebran cuestiones técnicas, financieras, y hasta el Boten 2030, el título que el ministro de Economía, Luis Caputo, colocó en el exterior para conseguir 1000 millones de dólares a una tasa récord de casi el 30 por ciento. Allí, no casualmente, hay una pista de cómo se conectan la crisis micro y la ficcionalización de indicadores macro: fuentes del mercado dijeron a Página I12 que ese interés que el ministro paga no sólo es récord, sino que muestra que los inversores creen que la inflación está lejos de ser controlada y que, tampoco, está garantizado un devenir claro para los libertarios de cara a las presidenciales del 2027. Es que para que le compren el bono, Caputo debió garantizarles un combo de entrega casi total, con tasa récord, dólar clavado para hacer carry trade y una cláusula de salida, por si a Milei se le complica. Todo con un aval muy fuerte del Fondo Monetario (FMI), en los hechos el verdadero garante político de la estabilidad.

Mientras tanto, en el mundo real pasan cosas. Hace unas horas, Caputo viajó a Tucumán a un evento empresario y afirmó que «hay comercios que están haciendo publicidad de lo que bajan sus precios, en las últimas dos semanas cayeron 25% celulares, televisores, casi 50% aire acondicionados, heladeras, 25% bajo el aluminio”. Y agregó que «en realidad, es no terminar de entender la lógica que hay atrás. (…) por eso el presidente dice no va a pasar esto, y les va a aplica el principio de imputación de Menger: si no bajan los precios, ya saben dónde se van a meter los productos”.

Ofertas forzadas
Los que ladean a Caputo desde hace años contaron a este diario que «Toto», antes de que llegara Milei, no tenía idea de quién fue el economista vienés Carl Menger, que sostenía que si uno vende caro la gente deja de comprarlo y va a comprarle a otro. Al ministro lo asiste la casuística, dado que los contenidos de la escuela austríaca son marginales en las carreras económicas, pero de repente Caputo se volvió fan esos comportamientos. El problema no es su tardío despertar a la adolescencia económica en los bordes, sino que lo que plantea no aplica.

Hace unos días, tres textiles como Gola, Etiqueta Negra y Equus salieron a vocear una baja del 10 por ciento en sus precios. El primer dato es que las tres son importadoras netas. El segundo dato es que venden productos caros y muy poco masivos. El tercer dato es que tienen caídas recórd en las ventas. Caputo celebró, entonces, una movida que no sólo es producto de la recesión y la apertura importadora, sino que además es menos que simbólica. La camisa más barata en Etiqueta Negra, con los descuentos que celebra el Gobierno, pasa de costar 190 mil pesos a 177 mil pesos. Unas zapatillas en Gola, en tanto, bajan de 260 mil pesos a 234 mil pesos. Una ganga.

¿Qué pasa con el precio de los bienes durables? En el sector retail admiten, con la timidez propia de quien no quiere alterar los nervios de una Casa Rosada vengativa, que las bajas que muestra Caputo responden a las ofertas del Hot Sale. En paralelo, también, pegan el dólar fijo y la caída en las ventas. O sea, la crisis micro y la insustentabilidad del plan macro. El economista Amilcar Collante, que apoya muchas de las políticas oficiales, lo puso en un número de impacto. El dólar intervenido por el Banco Central en el mercado bursátil y los futuros, y la inundación de toma de deuda de Caputo dejan esta postal: a mayo del 2025, entraron por el crudo de Vaca Muerta 5940 millones de dólares; en tanto que se fueron algo más de 9300 millones de dólares en turismo emisivo y compras con tarjeta en el exterior. A eso hay que sumarle que la apertura importadora del Gobierno hay que pagarla, también, con dólares que el Gobierno no genera porque no comprar reservas para evitar un inflacionazo. Milei prometió 50 mil millones de reservas post acuerdo con el FMI, pero el viernes en el BCRA quedaban algo más de 36 mil millones. Con el público comprando, según el BCRA, 2000 millones por el precio bajo.

Compras moderadas
La celebración oficial contrasta con casos visibles que muestran una economía que, al menos, sigue complicada. Dos noticias sacudieron la agenda esta semana: una fue el peligro de cierre de la láctea Verónica, que no puede pagar los sueldos por la caída del consumo. La otra, el parate de la planta de General Motors en Santa Fe, por imposibilidad de competir con Brasil y una fuerte caída de la demanda regional. Esto último se empezará a ver reflejado en un freno en los patentamientos de los próximos dos meses, que hasta ahora venían creciendo fuerte contra bases muy malas.

Un trabajo de la consultora global Kantar WorldPanel que analizó el escenario local del consumo dio explicaciones del fenómeno. El informe, que el Gobierno operó tomando alguna mejora puntual en ventas de primeras marcas, muestra en realidad que «el consumo argentino se sigue dibujando entre contrastes: recuperación variable, nuevos hábitos y una sostenida esperanza de que vendrán tiempos mejores». ¿Qué muestran los números? La queja constante de que el dinero no alcanza. Kantar especifica que las principales preocupaciones de los consumidores argentinos son hacer rendir el presupuesto frente a los aumentos de precios (50%), aumentar los ingresos (24%), pagar deudas y poder comprar alimentos (21% en ambos casos). Es decir, la mitad de los consultados se sienten afectados por aumentos de precios que el Gobierno niega o minimiza.

En esa línea, agregan en Kantar que «para resolver la economía doméstica, las estrategias más utilizadas siguen siendo la búsqueda de promociones (65%), la resignación de ciertas marcas o productos (45%) y el ahorro (27%)». Asimismo, un tercio del total de los hogares dice estar en una peor situación financiera que hace un año y sólo 4 de 10 cree que puede mejorar en 2026.

El dato más fuerte, que los medios obviaron, es que los pobres son los que menos están consumiendo, a contramano del relato oficial de que la baja de precios favorece, precisamente, a esos consumidores. «En el primer bimestre, sólo un 5% de las categorías de productos crecieron en volumen dentro del nivel socioeconómico bajo inferior, frente a un 79% en el alto y medio», detalló Esteban Cagnoli, gerente de la firma.

El ancla salarial y la inflación «Di Tella»
Horas atrás, el Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), golpeó la escena con un dato demoledor. En su encuesta habitual de percepción de inflación, los consultados aseguraron que el nivel de precios duplica a lo que dice el INDEC. Según esa pesquisa, los precios de mayo habrían subido, para la gente, un 4,23 por ciento, contra un IPC que se especula en torno al 2 por ciento. Esas mismas diferencias entre la calle y la estadística son una constante en todas las encuestas de opinión, por eso es una señal atendible que también justifica la malaria del consumo, que pasó un año y medio en rojo y ahora atraviesa el rebote del gato muerto.

La otra pata por la cual con Milei no se recupera fuerte el consumo son los sueldos. Su Gobierno es el que tiene los peores salarios en décadas. El economista Dany Schteingart, de Fundar, mostró cifras de impacto al calcular la serie histórica del salario real en Argentina. Allí se ve, por caso, que en 2024 el salario real fue similar al de 1948, 13 por ciento menor al de 1970 y similar al de 2006. Schteingart aclara, también, que «comparado con los tres mejores años del siglo XXI (2015, 2013 y 2017, en ese orden) fue aproximadamente 26 por ciento menor». En síntesis, Milei tiene una sociedad con peores sueldos que Mauricio Macri, el período de la última gran crisis.

Fuente: Página 12