A las fuerzas del cielo también les cabe la general
La sociedad volvió a votar en contra de la corrupción, en contra de los dobles discursos de quienes ejercen el poder, y eso es algo que deben seguir tomando nota la política y los partidos.
10/09/2025 OPINIÓNLa sociedad volvió a votar en contra de la corrupción, en contra de los dobles discursos de quienes ejercen el poder, y eso es algo que deben seguir tomando nota la política y los partidos.
“Las ideas no se degüellan”, la frase que Sarmiento inmortalizó con este giro criollo, aceptaría hoy otra variante fiel a la original: las ideas no se aniquilan. Este fue el mensaje de las urnas durante las elecciones bonaerenses.
La “batalla cultural” de La Libertad Avanza necesitaba un cuerpo sobre el cual ejecutar el aniquilamiento simbólico de un patrimonio político. Para esto han elegido hasta el momento al kirchnerismo (la capa superficial del peronismo) como la caja de pandora de todos los males de la Argentina; eligiendo, además, un cuerpo específico sobre el que cayera con fuerza el castigo y la exclusión: Cristina Fernández de Kirchner.
El peronismo se ha llevado muchas materias pendientes durante esta última etapa política. Sin embargo, hay un par de materias en las que ha sacado sobresaliente: en el apego democrático y su experiencia política que llevó a emerger en las elecciones intermedias bonaerenses algo que en estos dos años parecía lejano, pero que siempre subyace en su ADN, la capacidad para reinventarse.
Lo nuevo y lo viejo
¿Inventó algo nuevo el peronismo? Creo que no. Aguantó como una ciudad sitiada la embestida, y mientras su adversario festejaba anticipadamente la victoria, fue cavando túneles que le permitieron ganar batallas en la legislatura. Luego confió en su conocimiento del territorio y del clima y aprovechó con precisión de relojero los tiempos políticos. Las tormentas que se levantaron en el último tramo en el interior de La Libertad Avanza fueron una mezcla de errores no forzados, pero también de una claridad dentro del caos de la oposición: seguir apostando al juego político.
¿Qué hay de nuevo viejo entonces? Hay dos factores que ocupan el top trending de los análisis de la derrota de los Milei, el económico y el político. El primer factor es el más inmediato al humor de la sociedad: el aspecto económico, que llega con un componente que ha resultado siempre letal para los gobiernos, cuando la gestión ni la política económica puede dar señales claras ni a los bolsillos de la gente ni a los mercados.
Respecto del segundo factor, el político, me parece interesante, más que leer hacia atrás, estar atentos a qué capacidad tendrá el gobierno para mover los alfiles, siendo que el núcleo del problema son los hermanos Milei, y su particular forma de administrar la moral. La pregunta entonces es si los pocos alfiles políticos que están dentro del gobierno seguirán sosteniendo tales inconsistencias en la performance política y de gestión, en este sentido emerge una pregunta específica sobre un nombre clave: Guillermo Francos, ¿por cuánto tiempo puede seguir estirándose para que el gobierno no se quede sin puentes políticos? No cabe dudas que fue su mensaje al meterse en el barro contra el Gordo Dan. “Es la política, estúpido”, fue en el fondo lo que dijo al ponerle un freno al relato outsider.
Sin embargo, hay un tercer factor que forma parte del núcleo duro del relato libertario y que tiene a los Milei como protagonistas, que es la administración de la moral. Se podrán hacer muchos análisis políticos y económicos para entender el resultado de este domingo, pero hay un mensaje que las urnas repitieron como en el 2023: por encima de las pasiones partidarias, más allá de las grietas ideológicas, la sociedad volvió a votar en contra de la corrupción. La sociedad volvió a votar en contra de los dobles discursos de quienes ejercen el poder, y eso es algo que deben seguir tomando nota la política y los partidos.
Se han gastado teclados y litros de saliva para explicar las lógicas del voto a un cambio tan drástico en el 2023. La elección bonaerense vino a despejar una duda y a ratificar un mensaje. Los 14 puntos de diferencia despejaron la duda sobre la vocación democrática de los argentinos y la defensa de derechos adquiridos (léase Garrahan, discapacitados, universidad pública, etc.). Pero además ratificó el mensaje: hay una voluntad emergente en la sociedad argentina de poner límite a la corrupción y a los dobles discursos: una una máxima libertaria que se volvió en contra. Y esa es una idea que no se puede aniquilar.
Por Idangel Betancourt