Las elecciones ya son pasado y las reformas desafían el destino de la Argentina
La mayoría votó contra el modelo populista. Pero Javier MIlei debe someter a la factibilidad institucional los postulados de un modelo económico que promete dolores para alcanzar los frutos.
29/10/2025 El PaísLa mayoría votó contra el modelo populista. Pero Javier MIlei debe someter a la factibilidad institucional los postulados de un modelo económico que promete dolores para alcanzar los frutos.
Wall Street presumía que si conseguía 35% de los votos, Javier Milei bajaría la “prima del riesgo político”. La suba en las cotizaciones de los bonos, el dólar en retroceso y la baja del riesgo país amplían el horizonte de un país en el que 40% del electorado votó contra el populismo. Y -cuidado- de una ciudadanía de la que 11,6 millones de personas no fueron a votar.
En el “método científico”, nada es definitivo. La disciplina procura un conocimiento provisional y falible; se basa en la revisión constante, la contrastación empírica y la posibilidad de que cualquier teoría o hipótesis sea refutada.
En política -más en la inestable Argentina- el fenómeno se potencia. Las elecciones ya son historia. La administración Milei deberá someter a revisión parlamentaria la factibilidad empírica de las reformas estructurales: tributaria, laboral y previsional.
A poco que se las analice, es un “tres en uno”. La Libertad Avanza postula que a menor restricción estatal, si se mantiene la prudencia fiscal que sólo el kirchnerismo y la izquierda cuestionan, habrá más inversiones y -con menor carga impositiva- se expandirán el empleo y la actividad económica.
Un inédito Milei atemperó en su discurso de triunfo electoral, las soberbias que lo empantanaron. Convocó al consenso. Tendrá que arreglar su interna, despejar dudas éticas (Libra, aviones cuya carga entra sin pasar por aduana, Machado financiando a sus amigos) y procurar viabilidad política (financiamiento educativo, salud pública, discapacidad).
El presidente se entusiasma. Se reunió el viernes pasado por la noche con Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, en un evento reservado. Luis Caputo habla de una cartera de inversiones de unos US$80 mil millones.
No hay cambio sin dolor
El campo seguirá pagando retenciones como sugirió Scott Bessent; la Argentina tendrá la energía más barata del mundo como postula Horacio Marín (Ceo de YPF) y el sector aportará 50 mil millones de dólares en exportaciones anuales de aquí a 5 años. La minería sumará lo suyo.
Hay un inmenso oasis de dólares genuinos -inminentes- gracias a la inversión de los productores agropecuarios (que pagan retenciones y asumen riesgos) y las multinacionales de Vaca muerta y la minería (apalancadas por el RIGI con estabilidad fiscal). Es un esfuerzo desigual, pero -como dicen los jóvenes y las modas- “es lo que hay”.
En Santa Fe, las Pymes que provean a esos grandes motores de la economía nacional (la administración de Maximiliano Pullaro tiene políticas activas para que así sea), más las industrias de los alimentos que demanda el mundo y la economía del conocimiento, tienen inmensas oportunidades.
La provincia posee vías ferroviarias y puertos como ninguna otra; las rutas que demanda Santa Fe podrían llegar -se verá- si el financiamiento a los actores privados que postula el mileísmo madura su propósito. Pero si la administración libertaria tiene éxito, habrá sectores que demandarán un abordaje distinto ante el riesgo de supervivencia.
Una salida al mundo
Si el “Congreso más reformista de la historia” y “el país más libre del mundo” suceden, sectores como el textil, el calzado, algunas metalúrgicas o los fabricantes “nacionales y populares” de electrodomésticos con vieja matricería china, deberán demostrar que son competitivos. A riesgo de perecer, porque ya no contarían con un mercado protegido.
Los biocombustibles tendrán chances si la diplomacia logra recuperar acceso a mercados internacionales que se cerraron, incluso si progresa algún programa para movilidad con propósitos de ahorros de divisa o ecológicos, más allá de la inminente demanda de la aviación.
El Papa León XIV hizo un llamado a contemplar a la industria como promotora del empleo digno. Acaso ese sea hoy un horizonte más plausible en el ámbito de los servicios; la industria se está automatizando y es poco probable que escale en demanda de empleo masivo. El mundo gira rápido.
El de las terminales automotrices es un ejemplo. Sin inversiones osadas, en la Argentina se producen vehículos “viejos” importando autopartes; la eficiencia sectorial es negativa comparada con la economía del conocimiento, que sin necesidad de comprar nada en el exterior, exporta talento humano y genera exportaciones anualizadas por US$9,5 mil millones.
Otro modelo
No hay margen para financiar masivamente “políticas activas” en un país en el que el gasto público pasó de 29 puntos del PBI en los ‘90 a 43 puntos en 2015. Ya bajó a 32, pero es un gasto aún solventado por una carga tributaria que se concentra en el sector formal de una economía que está 40% en la ilegalidad.
El “Pacto de mayo” -al que adhirieron los gobernadores- supone bajar a 25 puntos del PBI el gasto público. Y la reforma tributaria plantea a su vez eliminar impuestos distorsivos.
Ingresos Brutos están en esa “lista de espera”. Aportan 4 puntos del PBI a la recaudación en el consolidado de provincias + CABA. Los gobernadores no pueden resignar ese ingreso sin compensaciones. La actividad económica no puede competir en el mundo con esa distorsión. Hay mucho por consensuar.
La deuda… ¿se diluye?
En 2023 la deuda argentina era del 155,4% del PBI; bajó a 91,5% en 2024 y está hoy en 78,5% según World Economics. No es una “ratio” insostenible si la Argentina tiene acceso a los mercados voluntarios de deuda.
Con parte del riesgo político despejado, Milei, que debe viabilizar el programa financiero en un andamiaje político e institucional posible. En el proyecto de presupuesto 2025 -la antesala de las reformas- las transferencias corrientes a provincias se incrementan 31,1% respecto del cierre previsto para este año. Son promesas de pago a los gobernadores.
Las cuentas le dan margen al ministro de Economía. La Argentina de Milei no acumuló reservas, pero compró 29 mil millones de dólares y pagó vencimientos por unos US$50 mil millones. Lo del Tesoro de norteamnericano no es desinteresado.
El swap con Estados Unidos supone US$ 20 mil millones; Scott Bessent “compró pesos” por US$2.400 millones (ganó con el dólar a la baja) y un nuevo acuerdo con entidades crediticias terminaría de garantizar a los mercados que el país puede pagar vencimientos en los próximos años.
Vencimientos que incluso se refinanciarían (a más plazo y menor tasa) si la confianza se restablece, lo que a su vez supondría no usar ni el swap ni los Derechos Especiales de Giro del FMI que hoy anabolizan las reservas.
Esa es, al menos, la pretensión oficialista. Una meta que reclama de la institucionalidad y de la ética en la gestión; son condiciones necesarias de la reforma estructural de base que la Argentina demanda desde las urnas.