Personas con discapacidad aprenden un oficio en el vivero de Tunuyán
25/10/2014 MUNICIPIOSEl proyecto es del área de Desarrollo Económico de Tunuyán y está financiado por la Nación. El grupo se capacita y ayuda a reactivar el espacio del que se nutre la comuna.
“Éste es un fresno americano y aquél, un fresno europeo. Son parecidos, pero uno crece como una copa y el otro es más frondoso”, explica Raúl Maldonado, haciendo las veces de guía técnico en una primera recorrida por hileras de plantas, barbechos y hortalizas.
Hasta hace dos meses, el hombre no sabía distinguir las especies que veía en el arbolado público. Por su discapacidad motora, tampoco lograba conseguir empleo.
Ahora, en el vivero municipal de Tunuyán, Raúl halló ambas cosas -trabajo y capacitación- y se muestra orgulloso por eso. “Nosotros estamos acostumbrados a que nos discriminen y excluyan del mercado laboral.
Este plan es positivo porque cuando termine, saldremos con conocimientos de vivero para poder buscar alguna changa”, dijo como al pasar el hombre, mientras continuaba con la clasificación de los rosales, algunos de los cuales serán destinados a espacios públicos de la zona.
Abrir surcos, regar, aporcar o escardillar constituyen más que un requisito laboral o una instancia de aprendizaje. Para estos diez tunuyaninos, estas tareas son una forma de demostrarse a sí mismos y a sus familias que pueden producir, ser útiles y “ganar un sueldo”.
Por tener que asistir habitualmente a sesiones de diálisis, de kinesiología, por sus dificultades en la comprensión o padecer ciertas complicaciones motoras estos beneficios generalmente les están vedados.
“Para mí esto es una terapia, te olvidás de todos los dolores”, sostiene Marcela Soria, mientras sus compañeros de equipo bromean sobre cuál es mejor para cada actividad.
Lo cierto es que todos se esperanzan con las posibilidades que les traerá el diploma que recibirán al final de los ocho meses de pasantías: ‘Auxiliar de vivero, orientado a la producción de arbolado público’.
Este proyecto de inclusión laboral fue planeado por el área de Desarrollo Económico de la comuna y está financiado por la Nación. Surgió en el marco de las actividades que se llevan a cabo desde 2002 para reactivar el vivero municipal.
Este predio de dos hectáreas, ubicado en plena zona productiva camino a Vista Flores, se había convertido en un basural. Hoy se levanta allí uno de los únicos dos viveros del Valle de Uco que cuentan con la calidad de producción certificada por el Inase (Instituto Nacional de Semillas).
En el lugar, no sólo se cultivan ejemplares para reponer en los espacios públicos del departamento, sino también se realizan barbechos que se venden como materia prima para productores forestales. También, cuentan con una gran variedad en rosales (cuya completa selección de tonalidades se pueden elegir por catálogo), pinos y grateau.
“El vivero se ha propuesto una finalidad ambiental, pero también foresto-industrial. El municipio quiere fomentar la plantación de árboles con fines productivos, por eso además de ofrecerles la materia prima de calidad, brindamos asesoramiento a los productores, para que aprovechen los beneficios que hoy brinda Nación a esta actividad económica”, explicó Daniela González, la técnica agrónoma que coordina el vivero.
Ganas de aprender
Alejandro Utrero se mueve con soltura en este ámbito, pues es hijo de familia de agricultores y actualmente vive en una finca de Vista Flores. Para Eusebio Barroso, todo es una novedad.
“Recién empiezo, todavía tengo que aprender mucho”, dice con la zapa en mano, absorto en su tarea de aporcar los surcos de álamos Conti12, de donde sacarán luego varillas para armar los barbechos.
“El lote de las plantas madres es donde está centrada por ahora su responsabilidad”, señala Daniela. “Cada uno tiene una tarea y un objetivo a alcanzar, que lo hemos planteado en función de sus discapacidades. La idea es que todos vayan rotando por distintos trabajos para que salgan con una capacitación completa”, agrega la técnica.
El equipo de estudiantes-trabajadores asiste al predio tres veces por semana (lunes, miércoles y viernes). Durante estas jornadas, cumplen las horas de teoría en las oficinas del vivero y luego llevan adelante las distintas tareas a modo de práctica.
A cambio de las labores, reciben una ayuda económica de 1.500 pesos. “Estar en contacto con las plantas es lo que más me gusta”, expuso Juan José Núñez.
“Hemos visto muy buenos resultados, por lo que trataremos de darle continuidad a este proyecto”, apuntó Alberto Pont, titular de Desarrollo Económico de la comuna.
El funcionario comentó que también está por salir un programa de relevamiento de arbolado público, que ocupará a unos 20 jóvenes del departamento. Sería la primera vez que la comuna encara un estudio de estas características, para determinar las ‘fallas’ y reponerlas con nuevos ejemplares.