A pesar del programa, todavía quedan chicos limpiavidrios en las calles de Santa Fe

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El municipio asegura que hay 155 personas que ya abandonaron la actividad y tienen alternativas laborales o capacitación. La historia de los que faltan.

La noche del martes 14 de agosto del año pasado Marcelo Giménez perdió la vida mientras intentaba limpiar los parabrisas de un camión que lo arrolló y se dio a la fuga. El joven de 25 años hacía su trabajo en la esquina de calle Belgrano y la avenida Alem, donde diariamente había un gran grupo de chicos que se ganaban la vida con ese servicio.

Ese hecho hizo que el municipio saliera a buscar alternativas laborales para las personas que estaban trabajando en la calle y prohibió que se siga desarrollando esa actividad en los semáforos de la ciudad. Sin embargo, el tiempo y la necesidad de subsistencia hizo que varios de ellos vuelvan a buscar su sustento con un pequeño escurridor y una botella con agua y detergente.

El secretario de Desarrollo Social de la Municipalidad, Carlos Medrano, le dijo a Diario UNO que a través del programa Calles Seguras: Infancias y Juventudes Protegidas se “está conteniendo a 155 limpiavidrios, de los cuales hay 105 que están trabajando en lugares concretos. Del resto hay 10 que son menores, a los que los estamos ayudando para reinsertarlos en las escuelas. Mientras que a los otros los estamos capacitando para insertarlos en lugares donde puedan trabajar”, señaló el funcionario que aseguró que el programa viene creciendo.

Una de las esquinas en las que siempre hubo chicos limpiando es la de Iturraspe y López y Planes. Allí todavía hay un grupo que va a ganarse la vida a diario. Pero a partir de la implementación del programa, los adolescentes dicen que lo tienen que hacer a escondidas de los agentes. “Ahora venimos a la mañana y limpiamos hasta las 10, que llega la guardia. Después podemos aprovechar un rato al mediodía, cuando se van a comer. Y a la tarde también. Pero no nos quieren dejar trabajar”, le dijo a Diario UNO, Maximiliano, de 24 años.

El grupo de cinco chicos, de entre 16 y 24 años, trabaja en esa esquina y circunstancialmente se muda a otra cuando hay presencia municipal. Según el relato, la mayoría hace más de seis años que está trabajando en el lugar y eso les llevó a conocer a muchos de los conductores que pasan diariamente por allí. “La gente ya nos conoce y tiene buena onda con nosotros. Hasta se enojan cuando nos vienen a sacar porque no molestamos. Hay muchos músicos y dueños de los negocios de la zona que cuando pueden pasan y nos ayudan con plata porque ya nos conocen y nunca tuvimos problemas”, aseguró Maximiliano, quien estaba acompañado por Sebastián (19), César (16), Elías (17) y Maximiliano (21).

Ellos están molestos porque aseguran que no los dejan trabajar. “Yo entiendo cuando me dicen que es su trabajo venir a sacarnos, pero también les pedimos que nos entiendan. Tengo que darle de comer a mi familia”, argumentó Maximiliano y agregó: “Y todos ellos (por el resto de sus compañeros) vienen acá para poder ayudar a sus familias. Todos necesitamos la plata para poder alimentar a nuestras familias y venimos acá a trabajar”.

Una larga historia

La mayoría de ellos se conoce desde hace años. Todos llegaron a López y Planes e Iturraspe buscando el mango. César es el más joven pero hace seis años que está en ese lugar limpiando vidrios. “Siempre estuve trabajando en esta esquina. Empecé a los 10 años cuando vine con mi primo y al principio sólo veníamos a pedir. Pero después yo me largué a limpiar”, contó el chico quien asegura que en el último mes los agentes municipales le incautaron tres veces los elementos para limpiar.

Elías es el otro menor que está trabajando allí. El chico de barrio Cabal empezó hace cinco años, cuando tenía 12. “Estoy anotado en la Municipalidad, pero hasta ahora, nada. No me llamaron nunca y yo tengo que tener un ingreso para poder ayudar a mi familia. Cuando empecé a trabajar había venido con mi hermano más chico; hoy estoy acá para poder ayudarlo a él y a mi mamá”, dijo.

Por su parte, Maximiliano llegó a esa esquina a los 17, junto a su hermano. En los casi siete años que lleva en la actividad fue conociendo a otros chicos con los que compartió el espacio en el que llegaron a trabajar hasta 17 chicos al mismo tiempo. “Trabajábamos y compartíamos lo que ganábamos. Si había dos limpiando un vidrio, se dividía la propina”, explicó el joven de barrio Barranquitas.

Esa esquina, al igual que la intersección de Iturraspe y avenida Perón, permiten un rendimiento económico del trabajo que no garantizan otros sectores de la ciudad. “Acá podemos hacer entre 150 y 200 pesos por día y al mediodía me voy a comer con mi familia. Mientras que si me tengo que ir hasta Goyena (y Peñaloza), me tengo que ir a la mañana y volver a la noche para llevarme 70 u 80 pesos. Así mi familia se muere de hambre al mediodía y mi nena está sin pañales hasta que llego a la noche”, expuso Maximiliano.

“Nosotros no andamos robando ni haciendo nada malo. Venimos a trabajar para ganarnos la plata bien. No sé qué quieren que hagamos. Pero siempre tenemos que estar renegando para ganarnos unos pesos”, se quejó.

Por otra parte, el joven dijo: “Yo estaría dispuesto a aceptar un trabajo que me beneficie, que sea fijo. Hay pibes a los que les están dando 400 pesos por semana y con eso qué se hace. La moneda que ganamos uno la necesita en el día para comprar la comida y los pañales. Esa ayuda no nos sirve. Que nos den un trabajo fijo de ayudante de albañil y que nos paguen por semana o por día. Pero tiene que ser una moneda que nos sirva, 100 o 150 pesos. Si nos dan un trabajo así nosotros no vamos a venir a molestar. Pero hay una banda de pibes que están anotados y que vienen a limpiar vidrios porque no les alcanza la plata”.

“Todos los pibes de la Alem tienen trabajo. Mientras que nosotros nos anotamos, nos dijeron que nos iban a llamar y todavía estamos esperando. Nunca nos llamaron y ya me cansé, por eso volví a limpiar vidrios y lo voy a seguir haciendo hasta que me den algo fijo. Estuvimos esperando tres meses y como no pasó nada tuvimos que volver. Nos cansamos de esperar y nunca nos llamaron”, afirmó.

Por su parte el secretario de Desarrollo Social, Carlos Medrano, expuso: “Tal vez es cierto que no hemos llamado a alguna persona, eso lo vamos a chequear. Pero a veces sucede que la informalidad de la situación hace que muchas veces no los podamos ubicar. Seguramente fueron contactados por la gente de seguridad y les dijeron que vayan a la oficina de Empleo. Vamos a chequear las situaciones puntuales, pero tratamos de sumarlos a todos. Hoy ya tenemos 155 chicos que dejaron de ser limpiavidrios”.

Al ser consultado sobre qué se hace en el caso que se sumen nuevos chicos a la actividad, el funcionario dijo: “La idea es que no se generen nuevos limpiavidrios. La actividad está prohibida por cuestiones de seguridad. Obviamente que si hay personas que se vuelcan a la actividad vamos a tratar de integrarlas al programa. Es una situación muy compleja porque puede pasar que haya alguien haciendo una changa de albañil y cuando se le termina tiene que seguir alimentando a su familia”.

Por último, el secretario de Desarrollo Social dijo que el programa también “viene bien en la recaudación porque ya se llegó a los 100 mil pesos con el bono de 10 pesos que contribuyen los ciudadanos”.

Desde el municipio remarcan que el problema no se puede resolver de un día para el otro, y eso es cierto. La situación es muy compleja. En el programa municipal también están comprometidos empresarios y la ciudadanía en general a través de los aportes voluntarios. Pero para los chicos que hoy están en la calle, el esfuerzo todavía no alcanzó.

Fuente: Diario UNO Santa Fe