Brasil con marchas similares a las argentinas
14/03/2016 EL MUNDO
En un nuevo embate contra el gobierno Dilma Rouseff del Partido de los Trabajadores, se observan numerosas similitudes con procesos ocurridos en este país y Sudamérica en los últimos años.
Mientras la derecha argentina nuevamente busca ser la niña mimada del Fondo Monetario Internacional, y desde el Gobierno se toman medidas antipopulares, que buscan favorecer a unos pocos como el acuerdo con los «fondos buitre», miles de brasileños opositores al gobierno de Dilma Rousseff salieron a las calles a pedir su renuncia o destitución por medio del juicio político, tras ser golpeada por las causas judiciales abiertas contra Lula Da Silva, en lo que muchos analistas señalan como un golpe blando.
En tanto en varios países de la Región se bate el parche de la debilidad del gobierno de Brasilia como una excusa para avanzar en relaciones “carnales” con Washington, casi un millón de brasileños en todo el país, según los propios organizadores, salieron a manifestarse contra el actual gobierno del Partido de los Trabajadores, liderado por Inácio “Lula” Da Silva.
Las movilizaciones se registraron en algunas ciudades del norte y el noreste del país, aunque las más numerosas fueron las en las más pobladas San Pablo y Río de Janeiro y en el centro político del país, Brasilia.
En la capital del país, entre 100 y 200 mil personas, según la Policía Militar los organizadores, marcharon cerca de dos kilómetros desde el Museo de la República hasta la sede del Congreso. Asimismo, en Río de Janeiro, la manifestación tuvo lugar en la playa de Copacabana, donde, sin datos oficiales, los organizadores aseguraron que se dieron cita unas 200 mil personas.
Por su parte, en San Pablo, la concentración se realizó sobre la céntrica avenida Paulista después del mediodía y los organizadores calculaban una concurrencia al menos de135 mil personas.
Las marchas fueron convocadas por partidos opositores y ONGs, y motorizadas por las redes sociales y los principales monopolios mediáticos del país vecino, protestaron contra la corrupción y la permanencia de Rousseff al frente del gobierno. En ese sentido, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), principal fuerza de oposición del país, vaticinó el “mayor acto contra el gobierno de los últimos tiempos”, y celebró que serán “definitivas” para impulsar el juicio político contra Rousseff.
Rousseff enfrenta una severa crisis, producto del escándalo causado por el desvío de al menos 2 mil millones de dólares de la petrolera estatal Petrobras y por el deterioro de la situación económica del país, lo cual derrumbó su popularidad hasta una tasa que ronda el 10 por ciento.
Las maniobras en Petrobras, de las que se beneficiaron los partidos de la coalición gobernante y las empresas que se prestaron a ellas, ocurrieron durante los dos mandatos del fundador del Partido de los Trabajadores (PT) gobernante, Luiz Lula Da Silva y el primero de Rousseff.
Días pasados se conoció la condena del empresario, Marcelo Odebrecht, a 19 años de prisión por el caso Petrobras, y la justicia ahora apunta a Lula y Dilma.
Odebrecht es el titular de una empresa gigante en Brasil cuyas ramificaciones llegaron a Córdoba. Es la firma encargada de construir los gasoductos, lo que motivó que la semana pasada concurrieran a la Legislatura funcionarios provinciales a aclarar la situación y confirmaron que la empresa seguirá a cargo de la obra de gas.
Los manifestantes contaron con un llamativo arsenal de muñecos «Pixulecos» muñecos inflables con la imagen de Lula vestido con el traje a rayas horizontales blancas y negras con que se identifica a los presos. La palabra hasta hace poco desconocida, según la Policía, fue acuñada por la red de corrupción desmantelada en la estatal Petrobras y se refería a las millonarias coimas que se repartían los políticos y empresarios implicados en ese asunto. Además, los manifestantes enarbolaron banderas y pancartas con predominio de los colores patrios verde y amarillo.
El presidente del PSDB, el senador Aécio Neves, sostuvo en Belo Horizonte que la sociedad “se cansó y le dice basta” a Rousseff y añadió que los brasileños “quieren y merecen algo mejor para construir un nuevo camino para el país”.
Mientras tanto, Rousseff sólo se pronunció a través de una nota oficial en la que condenó la aparición, este fin de semana, de pintadas en las que se reclamaba la detención de Lula. La mandataria opinó en el texto que esas pintadas “confunden el debate político saludable con la diseminación del odio” y representan niveles de “provocación, violencia y vandalismo” que son “preocupantes”.