Macri debe dividir para reinar

Claves. A un año de las Paso y a 14 meses de los comicios de mitad de mandato, el gobierno nacional necesita mantener parcelado al peronismo y mejorar la economía. Se empiezan a buscar definiciones en Santa Fe.

Claves. A un año de las Paso y a 14 meses de los comicios de mitad de mandato, el gobierno nacional necesita mantener parcelado al peronismo y mejorar la economía. Se empiezan a buscar definiciones en Santa Fe.

El gobierno nacional debe fomentar la división de la oposición y rogarle al cielo que ese escenario se mantenga hasta las elecciones de 2017. Con su gestión está haciendo poco: un éxito electoral sólo por las bondades de su acción, a esta altura, se parece a una quimera.

A un año casi exacto de las próximas Paso y a menos de 14 meses de los comicios de mitad de mandato, los funcionarios comienzan a caminar las provincias buscando masa crítica e intentando comprometer a los socios radicales en lo que será la final del mundo.

En ese sentido, la verbalización que hizo el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, ante las referencias santafesinas de Cambiemos pone blanco sobre negro las intenciones. «Ustedes tienen que ser los voceros del presidente de la Nación», les dijo el funcionario a diputados y concejales del PRO, pero también a Julián Galdeano, presidente de la UCR santafesina.

De a poco, los tiempos también se van acortando para una definición del intendente de Santa Fe, José Corral. En algún pasillo de Balcarce 50, cobra entidad la voz que sostiene la táctica y estrategia del jefe del Estado respecto a las fichas para la provincia.

«Va de suyo que si Corral encabeza la lista a diputado nacional, y gana, en 2019 será candidato a gobernador de Cambiemos con el apoyo de Macri», es la síntesis. Si es verdad que sin 2017 no hay 2019, el dilema del jefe municipal santafesino —y de los radicales macristas— es que tengan que hacerle la segunda al PRO como ya se la hacen al socialismo en el Frente Progresista.

El tren que pasa. «El tren pasa una sola vez. ¿Qué sucedería si llevamos un candidato nuestro y gana? Es número puesto para la Gobernación», dijo a La Capital una fuente amarilla. A tal fin, la semana próxima se habilitará en Rosario la sede de la Fundación Pensar, una especie de laboratorio macrista que le dará algún espesor intelectual y de proyecto al PRO provincial. ¿Quién será el encargado de traer la llave nacional? Frigerio, convertido a esta altura en el operador político que ganó terreno en desmedro de Emilio Monzó, quien estaría lucubrando un nuevo horizonte.

La misma duda que circunda a Corral la tiene el intendente de Córdoba, Ramón Mestre, a quien la Casa Rosada quiere como candidato a diputado. De ser electos diputados nacionales, Corral y Mestre tendrán que renunciar a sus cargos o convertirse en postulantes testimoniales, algo que buena parte de la sociedad ya no tolera.

En el caso de que el presidente de la UCR renuncie a la Intendencia de Santa Fe deberá convocar a elecciones y, en esa instancia, nada garantiza que el partido de boina blanca —ahora con filigranas amarillas— conserve el poder. Por lo pronto, el PS dice tener en el periodista, hoy senador, Emilio Jatón al sucesor de Corral. Curiosidad socialista: una vez que se abrió con un extrapartidario tuvo éxito.

A tal punto llegan las especulaciones que algunos sostienen por lo bajo que Mario Barletta podría ir como candidato a concejal para que, si Corral llega a la Cámara baja nacional, se presente nuevamente para la Intendencia de la capital santafesina. Cuando se lo consulta, Barletta se ríe de la imaginación frondosa de los analistas políticos.

El que tendrá que decidir su futuro en el socialismo será Antonio Bonfatti. ¿Saldrá a la cancha como candidato para defender a todo o nada la viabilidad del Frente Progresista frente a Cambiemos? Algunos dicen que sí, otros dicen que no. El ex gobernador se planta haciendo reverencia a una máxima previsible en tiempos en que las agrupaciones políticas eran únicas ordenadoras de candidaturas: «Haré lo que el partido me pida».

Macri, por 4 o por 8. El futuro de Cambiemos depende de una variable: la gestión de Macri. En 2017 lo que definirán los argentinos es si le dan un respaldo a la administración nacional o si consideran que el presidente debe tener el boleto picado.

Macri necesita ganar provincia de Buenos Aires, pero también Santa Fe y Córdoba, territorios que en las presidenciales fueron claves para la suma nacional. La gestión presenta demasiados claroscuros como para que hoy pueda darse un pronóstico cargado de realismo.

La apuesta a la baja de la inflación es paralela a una caída muy fuerte del consumo, algo que para los argentinos de clase media es todo un intríngulis. El papelón oficial por las tarifas de gas tal vez le haga internalizar al gobierno una estado de situación que fue muy bien graficado por el periodista Luis Tonelli en la última edición del quincenario El Estadista: «La gente no votó en contra del modelo kirchnerista. La gente votó en contra del estilo kirchnerista. El gobierno de Macri pensó que cambiando de estilo externo podía cambiar el modelo. Pero para que esa transición sea posible, sin que se haya dado una crisis que habilita al decisionismo, necesita de política, mucha política».

Aunque ningún gobierno gana elecciones aplicando políticas de ajuste, la gran ventaja comparativa que tiene Macri es que en la oposición nadie capitaliza la actualidad económica. Para el peronismo —que ahora pretende ir por una nueva «renovación»— la movilización casi permanente del kirchnerismo con sus íconos es todo un problema. Se observa en la provincia de Buenos Aires mejor que en cualquier otro lado: Cristina tiene allí un 25 por ciento de intención de voto. Otros dicen el 30 por ciento.

Con brutalidad discursiva, el gurú ecuatoriano Jaime Durán Barba se lo dijo a la plana mayor del gobierno durante un encuentro en San Juan: «Con el timbreo no hubo ni un incidente. La gente de abajo no está preocupada. O está preocupada, pero cree que lo hacemos por culpa de Cristina (Kirchner), comprende que es necesario».

Toda una curiosidad el cambio de Durán Barba, porque en el libro Cambiamos (un diario de campaña escrito por el actual funcionario Hernán Iglesias Illa) el pintoresco marketinero sostiene: «La idea del ajuste inicial para equilibrar la economía y sacarse la peor parte de encima es una idea sin retorno. No hay gobierno que haga un ajuste y después no sea percibido como hijo de puta por la población». ¿En qué quedamos, Jaime?

Algo de paz. Esa necesidad objetiva que tiene el gobierno de dividir a la oposición puede constituirse en una buena noticia para la Casa Gris. Un polo de centroizquierda mínimamente competitivo necesita de una buena gestión del Frente Progresista santafesino. En los últimos días pareció mejorar la relación entre Miguel Lifschitz y la Casa Rosada.

Luego de la frondosa marcha por la inseguridad, el gobernador mantuvo encuentros con Marcos Peña, se vio dos veces con Frigerio —una de ellas fue a solas durante una hora y media—, conversó con Patricia Bullrich y también intercambio opiniones con el titular de la Ansés, Emilio Basavilbaso. Todos estos encuentros en el intermezzo de cara al alumbramiento —o no— de un «plan superador» con la Nación en materia de seguridad.

A 14 meses de las elecciones legislativas, lo mejor debería estar por venir. Lo que hay no alcanza.

por Mauricio Maronna

Fuente: La Capital Rosario