Desde la cárcel, Cunha pone en vilo al nuevo gobierno de Brasil

La posibilidad de que el poderoso político negocie una reducción de pena a cambio de confesiones causa sudores fríos en los pasillos del poder.

La posibilidad de que el poderoso político negocie una reducción de pena a cambio de confesiones causa sudores fríos en los pasillos del poder.

Eduardo Cunha, el ex presidente de la Cámara de Diputados de Brasil preso por corrupción en el escándalo de Petrobras, se ha jactado de tener el poder para derribar a dos presidentes: con uno lo logró (Dilma Rousseff), y ahora, desde la cárcel, puede hacer trizas al gobierno que ayudó a montar, el de Michel Temer. La clase política en general pero sobre todo el nuevo gobierno están más expuestos ante cualquier revelación de Cunha, que pasó su primera noche en la prisión, en Curiba, acusado de recibir varios millones de dólares en sobornos. Es por eso que muchos llaman al ex titular de la Cámara baja el «hombre bomba», ya que según allegados tiene arsenal para impactar en 100 políticos y sobre todo en algunos a los que acusa de haberlo abandonado en medio del camino. «Cunha dijo que tiene el poder para ser el único en la historia de Brasil capaz de derrocar a dos presidentes», dijo un aliado del dirigente preso. Pero la detención de Cunha, hombre fuerte del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB), que puede derivar en escándalos sobre funcionarios o legisladores cercanos a Temer investigados por la Corte Suprema en la operación Lava Jato (Lavadero de autos), no fue festejada por allegados al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

La orden del juez Sérgio Moro para que la policía no permitiera filmaciones ni esposara a Cunha durante su detención en Brasilia fue interpretada por los allegados a Lula como un intento de mostrar «imparcialidad» frente a la acusación de que el magistrado apenas apunta sus argumentos contra el Partido de los Trabajadores de Lula. «Este puede ser el comienzo del fin del gobierno de Temer y sus aliados, si es que Cunha se decide a contar lo que sabe para aliviar su prisión», dijo el senador Lindberg Farias, del PT. Cunha, quien reside en Río de Janeiro, fue destituido en septiembre de su cargo en el Congreso por falta de decoro y estaba en Brasilia haciendo articulaciones políticas y preparando un libro en el cual prometía contar los pormenores de la destitución de Rousseff.

El juez Moro lo detuvo porque consideró que estaba actuando para obstruir a la Justicia. Ayer en Curitiba, tras la primera noche en prisión de Cunha, manifestantes se juntaron frente a la sede de la Policía Federal en la capital del Estado de Paraná para gritar «Fuera Cunha». Pero la diputada Jandira Feghali, del Partido Comunista do Brasil (PCdoB), alertó que «la detención de Cunha no debe ser una cortina de humo para justificar una persecución a Lula. La lucha contra la corrupción no puede ser una bandera, es una obligación, no puede ser un instrumento selectivo».

Imparcialidad. También del PT, el ex presidente de la Orden de Abogados de Brasil, el diputado Wadih Damous, dijo que la detención de Cunha no debe festejarse por tratarse de un opositor que trabajó para el éxito de la destitución de Rousseff el 31 de agosto. «Esta detención por tiempo indeterminado dictada contra Cunha no parece tener base legal. En otras detenciones estaba en vivo la TV Globo, los policías vestidos para la guerra. Ahora no. Todas las detenciones deberían ser así, me parece que están queriendo mostrar imparcialidad. ¿Esta prisión puede ser un ensayo frente al caso de Lula?», dijo. El ex presidente está siendo juzgado por Moro luego de que éste aceptara una denuncia de la fiscalía de la operación Lava Jato que indica que Lula es dueño de un departamento que le dio como parte de ventajas indebidas la constructora OAS, algo negado por el líder del PT, que acusó al juez Moro de abuso de poder ante la comisión de derechos humanos de la ONU.

Según el diario O Estado de Sao Paulo, alineado políticamente con Temer y contrario al PT, Lula ordenó «una ley de silencio» a sus ministros sobre el caso de Cunha. El presidente anticipó para ayer su regreso de una gira por Japón y según dijo un vocero el objetivo es que «la agenda Cunha» no interfiera en el proyecto crucial del gobierno, como la enmienda constitucional 241 que limita por 20 años el gasto público y que necesita pasar por una segunda votación en Diputados y otra en el Senado. «Es el proyecto más importante desde la Constitución Federal de 1988», dijo Temer en Tokio a empresarios japoneses, a quienes les garantizó seguridad jurídica para sus inversiones. Dilma Rousseff no quiso anticipar comentarios sobre la detención de Cunha, a quien acusó de ser el arquitecto de juicio político y denunció ante la Corte por desvío de poder, en un recurso rechazado por el máximo tribunal.

Entre los delitos atribuidos a Cunha, se encuentra una negociación ilegal realizada con ex funcionarios corruptos de Petrobras que respondían al partido de Temer, el PMDB, que resultó en la adquisición de un campo petrolero en Benín, Africa. El pozo estaba seco, pero le rindió 5 millones de dólares en tres cuentas de Suiza que hasta este año no había declarado, según la acusación. Este fue el motivo por el cual Cunha fue destituido.

Fuente: La capital Rosario