Ñorquinco, un pueblo con matices de estepa patagónica y cordillera
Es la puerta de entrada desde el sudoeste a la Línea Sur rionegrina. Tiene 1.800 habitantes sumando a los parajes. Supo de épocas doradas con el boom lanero y de éxodos por las crisis.
15/12/2016 MUNICIPIOSEs la puerta de entrada desde el sudoeste a la Línea Sur rionegrina. Tiene 1.800 habitantes sumando a los parajes. Supo de épocas doradas con el boom lanero y de éxodos por las crisis.
Con sus matices entre cordillera andina y la estepa patagónica, Ñorquinco siempre fue la puerta de entrada a la Línea Sur rionegrina desde el sudoeste.
Su ubicación es estratégica. A la vera de la ex Ruta Nacional 40 (troncal de toda la Patagonia) y del ramal ferroviario de trocha angosta que unía Ingeniero Jacobacci con Esquel, supo de épocas mejores: de las estancias de los alrededores que llenaban los vagones con lana, cueros, animales en pie y carbón de sus minas.
En sentido contrario llegaban convoyes completos de mercaderías para abastecer a todos los pueblos de la Comarca Andina. Se generaba así un intenso movimiento comercial que también demandaba servicios complementarios de gastronomía, alojamiento y esparcimiento.
Hacia mediados de los 80 el nuevo trazado caminero, el cierre de La Trochita y las sucesivas crisis ganaderas obligaron al éxodo de muchos pobladores hacia áreas urbanas de El Bolsón y Bariloche, principalmente, teniendo que abandonar una cultura campesina de un siglo.
Poco tiempo después, la esperanza de trabajo se renovó con la exploración hidrocarburífera de la cuenca del Ñirihuao, pero el intento quedó allí, luego de los estudios finales sobre los pozos perforados: al petróleo le faltaba maduración de varios siglos.
En la actualidad, con unos 1.800 habitantes residentes entre el casco urbano y parajes como Chacay Huarruca, Arroyo Las Minas, Fitamiche, Ñorquinco Sur, Fitatimen, Menuco Negro y Fitalancao, la principal actividad económica volvió al sector agropecuario (ya sin grandes establecimientos con miles de ovejas), con pequeños crianceros que han retomado su rol histórico con la recuperación de sus majadas.
Otro proyecto importante
–que “daría empleo a 15 o 20 jóvenes”– es la explotación de una cantera de piedra de revestimientos “de singulares y únicas características”, que las autoridades vienen gestionando ante el gobierno provincial y tiene factibilidad técnica para su financiamiento.
Además está “la ilusión permanente” de que “alguna vez se reactive el trencito, al menos con fines turísticos, y que nos permita una inyección extra de dinero. El potencial paisajístico que tiene la vía entre Ñorquinco y Jacobacci, con el puente y el túnel sobre el río Chico, no se aprovecha y atraería visitantes del mundo entero. Junto a la posibilidad de empleo, nuestra estación sería una buena vidriera para los artesanos y productores”, remarcaron los propios interesados.
Por otra parte, el intendente radical Félix Moussa (fue elegido tras 5 periodos consecutivos de su hermano José “Charo”) está dedicado “a lograr la mayor cantidad de obra pública posible”. Apunta a la construcción de una planta de tratamiento de residuos (con separación domiciliaria de secos, reciclables y orgánicos). Y espera la inclusión en el presupuesto 2017 de las cloacas y la ampliación del agua potable, “según nos prometió el gobernador Alberto Weretilneck en el último aniversario”, concluyó.
“Vine en 1957 a Ñorquinco. La escuela era un rancho y la mayoría de mis alumnos era de la colonia mapuche”.
Hugo Faure, maestro jubilado y fiel custodio del viejo hotel del pueblo.
Piden la reactivación del Viejo Expreso
Uno de los reclamos centrales de Ñorquino y la región es “la modernización y reactivación del Viejo Expreso Patagónico” para que vuelva a servir de nexo entre pueblos que están a punto de desaparecer y para abaratar costos del sector productivo cordillerano”, graficó el coordinador Horacio Quinteros, quien gestiona ante la Universidad Tecnológica Nacional la formación en la zona de técnicos en material rodante.
Ñorquinco viene de una voz mapuche que significa “aguada de apio cimarrón”, en referencia a una planta acuática comestible que abunda en la zona.
Pura historia
Sobre las praderas de Ñorquinco ya da cuenta George Musters cuando relata su viaje junto a una tribu tehuelche desde la desembocadura del río Santa Cruz hasta Carmen de Patagones, en 1870.
Tiempo después, en 1899, el caserío de entonces fue escenario de una trifulca a tiros y que tuvo como protagonista al mismísimo Martín Sheffield, un cowboy texano que llegó con una estrella de sheriff y se dedicó a buscar oro en las nacientes del río Chubut.
Acompañado de Charles Williams (otro norteamericano pistolero), luego de una copiosa ingesta alcholica, no tuvieron mejor idea que vaciarle el ojo de un balazo al dependiente de Agustín Pujol, acaudalado comerciante, quien por miedo a otras represalias terminó huyendo hacia Puerto Madryn, donde prácticamente fundó la actual ciudad.
Ya por esos años funcionaba aquí mismo la fonda Chile/Argentina, el primer boliche del pueblo, recordó ayer Hugo Faure, un docente entrerriano jubilado que trabajó durante 25 años en la escuela 67 de Ñorquinco Sur y ahora es el solitario habitante de lo que fue el hotel Ñorquinco, destruido hace muchos años por el fuego.
Luego, en 1907, se estableció la casa Daud, sirios libaneses que llegaron a poner un comercio. Pronto le siguió don Mayid Sede, Cipriano Cid y varios otros que juntaban cueros, lanas y otros frutos del país, reseñó.
Entre las firmas importantes establecidas a principios del siglo XX también se recuerda una sucursal de La Anónima, establecida en Ñorquinco Sur, donde la mayoría de los pobladores pertenecían a comunidades mapuches afincadas luego de la llamada Conquista del Desierto.