Córdoba: Los Artesanos, un caso testigo del aumento de la pobreza en pocos años

Los Artesanos ocupa predios del Estado nacional, entre avenida Circunvalación, ruta 9 sur y la colectora de la planta fabril. Ocho de cada 10 habitantes son peruanos; 10 por ciento, paraguayos; cinco por ciento, bolivianos; y cinco por ciento, argentinos.

Los Artesanos ocupa predios del Estado nacional, entre avenida Circunvalación, ruta 9 sur y la colectora de la planta fabril. Ocho de cada 10 habitantes son peruanos; 10 por ciento, paraguayos; cinco por ciento, bolivianos; y cinco por ciento, argentinos.

Hace una década, Los Artesanos era un incipiente asentamiento de inmigrantes situado a metros del complejo fabril de Fiat-Iveco, al sudeste de la ciudad de Córdoba. Las primeras precarias casitas se contaban con los dedos. En 2010, el asentamiento se transformó en una villa de 70 familias. Por la expansión de la pobreza, de la exclusión social y de nuevas oleadas migratorias, en 2014 se quintuplicó, al pasar a haber 350. Ahora, ya viven casi 500 familias, según referentes del lugar.

Los Artesanos ocupa predios del Estado nacional, entre avenida Circunvalación, ruta 9 sur y la colectora de la planta fabril. Ocho de cada 10 habitantes son peruanos; 10 por ciento, paraguayos; cinco por ciento, bolivianos; y cinco por ciento, argentinos.

Luis Saavedra, referente vecinal de Los Artesanos, efectúa gestiones para convertir el lugar en “barrio”. Así, sus moradores lograrán la regularización dominial de los terrenos, con lo cual podrán acceder a los servicios básicos de agua potable y electricidad.

Gastón Sueldo y Mariela Segura son una pareja cordobesa con ocho hijos que viven desde 2009 en la villa, en condiciones, como mínimo, denigrantes. Antes residieron en villa El Milagro, cerca del híper de avenida Sabattini.

“No tenemos más sillas; si querés, sentate en ese ladrillo”, sugiere Mariela al periodista de La Voz que ayer visitó Los Artesanos. Sus hijos más pequeños se maravillan con la cámara de fotos que porta el reportero gráfico del diario. Nunca habían visto una. Estos niños tampoco saben qué es dormir en una cama individual, ya que duermen apretados, de a dos.

La familia acaba de terminar de almorzar pollo sin ensalada ni pan, preparado en una parrilla colocada encima de una cocina destartalada, al aire libre. “Así hacemos siempre; prendemos el fueguito y dale que va”, cuentan.

Gastón y Mariela son carreros. Emigraron de El Milagro porque les quisieron robar el carro con el cual recogían cartón y chatarra. El caballo sí les fue sustraído.

“En diciembre quedamos sin laburo por ese motivo”, lamenta Gastón, quien sigue usando el carro manualmente para juntar chatarra y venderla en las chacaritas, además de hacer changas.

Mariela cobra una pensión familiar de seis mil pesos. Sólo eso. “Con esto mantenemos a una familia de 10; hacemos magia y Dios nos ayuda a sobrevivir”, confiesa.

Los cuatro hijos más pequeños comen a través del Paicor. Pese a las carencias que sufren, los envían a la escuela y afrontan el costo del transporte urbano. “Estiré la plata como chicle este mes para comprar útiles”, admite Mariela.

“Todo está peor, los precios subieron mucho, se nota más pobreza y no hay laburo”, dicen Mariela y Gastón, quienes sueñan con tener heladera y garrafa de gas.

“Ojalá Gastón consiga trabajo para que ayude a mantenernos”, remata Mariela. Por suerte, recibieron un préstamo del Plan Vida Digna para construir una casita.

Una villa que se expande. En 2007, apenas había un puñado de familias en el asentamiento Los Artesanos. Tres años después, creció a 70 familias. En 2014, se quintuplicó, hasta tener unas 350. Y este año sigue expandiéndose: la habitan unas 500 familias.

Fuente: La Voz