El agua no baja y genera tensiones en el sur cordobés

Los pueblos del extremo sur cordobés, que llevan meses de complicaciones por la inundación de sus campos, lograron impedir el ingreso de agua en los cascos urbanos.

Los pueblos del extremo sur cordobés, que llevan meses de complicaciones por la inundación de sus campos, lograron impedir el ingreso de agua en los cascos urbanos. Pero no pueden evitar las consecuencias de los miles de hectáreas anegadas y de los caminos destruidos en la zona rural.

Cierran tambos, hay campos aislados, la falta de “piso” pone en jaque a la cosecha, no hay trabajo para los transportistas. La emergencia continúa en el “sur”.

Este viernes, las provincias de Córdoba, La Pampa, Santa Fe y Buenos Aires volverán a comprometerse a trabajar en conjunto para sacar los excesos hídricos del centro del país. La Nación prometió que destinará mil millones de pesos a obras que se harán en Buenos Aires para derivar el agua por la cuenca del río Salado. De concretarse, el proyecto puede demandar “dos o tres años” y aliviará a esta región cordobesa, limítrofe con esas provincias.

Mientras tanto, la lucha contra el agua sigue, cuerpo a cuerpo. Como el año pasado fue en los departamentos San Justo, Unión y Marcos Juárez, esta vez los excesos hídricos complican a General Roca y Roque Saénz Peña.

Lamentos

“En los alrededores de Serrano no hay un sólo camino rural por el que se pueda pasar con un camión cargado. Nunca se ha visto algo así. Hay zonas donde han hecho lo imposible, pero han tenido que cerrar tambos porque llueve todas las semanas, sigue entrando agua y tenemos la presión de las napas por la laguna. Se está sufriendo mucho, el campo acá la está pasando mal y ya lo están sintiendo los transportistas y el pueblo”, comenta Gastón Marcos, mientras trabaja en el barro, con productores vecinos, para improvisar un paso por el medio de un lote.

Desde Navidad, en los pueblos al sur de la ruta 7, ha llovido el doble de la media mensual, tanto en la cuenca de La Picasa como en la Laguna del 7 y la zona de derrame del río Quinto.

Todo el cuadrante sudeste del mapa de Córdoba está saturado. Con improvisadas defensas y tapones en las alcantarillas, han evitado que la correntada inunde los pueblos. Pero el agua parece vengarse desde el subsuelo e invade las zonas urbanas por las uniones del piso y el asfalto; colapsan las cloacas, se derriban los pozos negros.

“Antes en Italó la napa estaba a 2,80 metros y ahora la tenemos a menos de 0,80, hay mucha gente aislada en los campos”, asegura Roberto Masson, quien se dedica a alambrar y a hacer perforaciones. Cuenta que tiene un jeep , pero que ahora tiene que ir a trabajar a caballo, por las lagunas.

“De 46 tambos de esta cuenca lechera han cerrado 11, desde diciembre hasta ahora”, lamenta Gabriel Rodríguez Martina, quien pidió licencia como cura para asumir en 2015 la intendencia de Serrano. “Cierran porque a la producción hay que sacarla diariamente y no hay caminos. La estancia La Legua cerró el tambo en el que trabajaban 40 personas. Estamos esperanzados en el acuerdo con otras provincias para una canalización, fue un gran logro que Buenos Aires aceptara el agua y, mientras, Córdoba va a poder hacer obras para descomprimir el nivel de la laguna, pero la situación hoy es grave, están afectados los transportistas, todo el pueblo siente la recesión”, expresó.

Fuente: La Voz