Las razones del nuevo “verdurazo”
Cinco mil familias organizadas pelean por hacerse oír. Contratos de alquiler altísimos, marginación y jornadas de trabajo que exceden las 12 horas son la contraparte de los bajos ingresos que reciben.
25/04/2017 El PaísCinco mil familias organizadas pelean por hacerse oír. Contratos de alquiler altísimos, marginación y jornadas de trabajo que exceden las 12 horas son la contraparte de los bajos ingresos que reciben.
Durante años, crecimos escuchando voces de “el campo” que en realidad representan a los terratenientes y a grandes grupos empresarios. No hay lugar en la Sociedad Rural para los trabajadores de la tierra. Cinco mil familias organizadas en la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) pelean por hacerse oír. Vienen de La Plata, Florencio Varela y Berazategui. También de Escobar, Zárate, Luján, Mercedes, San Vicente, Guernica y General Rodríguez. Otros son de las provincias de Santa Fe, Jujuy, Río Negro y Santiago del Estero.
Cada jornada y sin pausa ni descanso se dedican a cosechar verduras, criar lechones y ovejas, producir miel, pollos, huevos y leche. La mayoría no son dueños del espacio que ocupan. Pagan alquileres altísimos de hasta $5000 la hectárea. Los contratos no tienen en cuenta ningún derecho por parte de los arrendatarios. Por eso es que viven en casillas precarias y como nómades: de un día para el otro pueden dar de baja el alquiler y deben buscar otros rumbos para poder subsistir.
Además, los insumos para producir son a precio dólar y controlados por un grupo cerrado de multinacionales (Syngenta, Bayer, Monsanto, etc). Así, semillas, plantines y remedios para las plantas se vuelven prácticamente inalcanzables. Con la devaluación los precios se fueron a las nubes. Los trabajadores aseguran que para tener un ingreso digno las familias deben realizar jornadas que exceden las 12 horas. Agregan que, como en toda zona rural, los servicios públicos, caminos, transporte y el acceso a jardines de infantes y escuelas públicas son escasos o casi no existen. Denuncian que son marginados de toda ayuda oficial (subsidios, préstamos a tasa cero) cada vez que los castigan los problemas climáticos.
El 14 de setiembre pasado, los campesinos presentaron en el Congreso Nacional un proyecto de Ley de Acceso a la tierra. La iniciativa establece la creación de un fondo fiduciario para otorgar créditos blandos a productores familiares para la compra de tierra propia para producir. La norma contempla que las tierras ociosas del Estado puedan ser ofrecidas a la venta. Los trabajadores recalcan que no quieren que nadie les regale nada, solo pretenden poder tener acceso a las porciones de suelo que les permitan vivir con dignidad.
El “verdurazo” en Plaza de Mayo viene a desnudar una situación injusta y arbitraria. Se trata, como en otros escenarios de la política nacional, de una disputa entre poderosos y humildes. “Acá no trabaja el que no quiere, si tirás una semilla y crece”, reza una de las zonceras argentinas más establecida y antigua. Hay campesinos, acaso “el campo” por definición, que buscan tierra fértil para sus sueños. Ojalá fuera solo poesía.