Villa de Merlo, mucho más que un microclima

En la creciente ciudad turística de San Luis, naturaleza, cultura y gastronomía se unen para conformar una tentadora oferta de descanso.

En la creciente ciudad turística de San Luis, naturaleza, cultura y gastronomía se unen para conformar una tentadora oferta de descanso.

Cielo más azul, aire más puro. Hasta la temperatura es más agradable y las estrellas se ven más brillantes en la Villa. Si bien suena a catálogo, tuvimos la oportunidad de comprobarlo.

Como cada uno tiene sus gustos, estarán los que, reposera y conservadora o termo en mano, se instalen en unos de los arroyos de la zona, abandonando la sombra sólo para paladear alguna propuesta de la rica oferta gastronómica. Y también estamos los que preferimos comprobar cada una de las promesas anticipadas del lugar. La oferta es amplia: muchas actividades (varias, sin costo), mucho sendero, mucha cultura y mucha historia.

Mogote Bayo: empezamos a subir

La mañana se anuncia tarde, cuando el sol asoma detrás de la siempre presente Sierra de los Comechingones. Visitamos la Reserva Mogote Bayo. En la oficina del guardaparques nos registramos, nos estiran el primer mate e iniciamos el recorrido, con Walter como guía y Fernando en fotografía. El área protegida tiene tres senderos. En el primero, observamos la vegetación autóctona y las hierbas aromáticas y medicinales. Los miradores nos regalan, además de una ronda de mate con yuyitos del lugar, infinitas vistas del valle y el faldeo serrano. En el segundo, el sendero cultural, visitamos la antigua vivienda de un cumbrano y el corral de las llamas –antiguo medio de carga utilizado por los comechingones– que se está tratando de reintroducir en la zona. Durante el recorrido atravesamos pequeñas vertientes que aportan al arroyo El Molino, encargado de transportar el 60 por ciento del agua utilizada en la Villa. El tercer sendero, que debe hacerse con guía debido a su dificultad, atraviesa las 14 instancias del vía crucis hasta una cruz de madera.

Segunda parada

Nos volvemos a la ciudad para visitar el casco histórico, conformado principalmente por la plaza Marqués de Sobremonte y la capilla Nuestra Señora del Rosario, de principios del siglo XVIII. Las casonas frente a la plaza, muchas de ellas refuncionalizadas como comercios, bares y restaurantes, también forman parte del importante legado.

A pocos kilómetros visitamos Piedra Blanca, el primer lugar habitado de la zona, donde “empezó” Merlo. Situado sobre las márgenes del arroyo del mismo nombre que divide San Luis de Córdoba, el sitio posee un patrimonio cultural muy importante, como la antigua capilla nuestra Señora de Fátima, de estilo colonial, y la enorme piedra que servía como altar ceremonial de los comechingones. Además, se puede disfrutar de reservas naturales, la tranquilidad de sus calles y gente y su legado cultural e histórico.

“La gente busca ser protagonista, ser parte de la actividad en contacto con la naturaleza. Hay avistaje de aves, cicloturismo y senderismo, sin dejar de lado actividades culturales como la Casa del Poeta, museos temáticos y salas de arte”, comenta Lucía Miranda, secretaria de Turismo y Cultura de la Villa.

Hasta El Filo 

Por la tarde, Franco, nuestro guía, insiste en visitar un lugar especial con la consigna de llegar antes del atardecer. Tomamos la ruta 5 e iniciamos el ascenso, sinuoso y totalmente asfaltado, hasta llegar al Mirador del Sol, a unos 1.500 msnm, un balcón con una impresionante vista y –alguien nos dijo–, el lugar para comprar las mejores (y más baratas) artesanía de la Villa. Lamentablemente no pudimos comprobarlo: debíamos seguir subiendo porque el sol empezaba a caer. Unos minutos más tarde, y 500 msnm más arriba, llegamos a El Filo, la línea divisoria entre Córdoba y San Luis. Parapente, tirolesa, puentes colgantes y rappel son algunas de las actividades que se desarrollan en el lugar. Las nubes nos impiden ver hacia el valle, así que optamos por tomar algo caliente en el Mirador de los Cóndores mientras esperamos que se despeje y caiga definitivamente el sol. Finalmente, el telón se corre y el espectáculo deslumbra: azules, violetas y naranjas hasta la línea roja final en el horizonte que marca el comienzo de la noche.

Cielo más azul, aire más puro. Hasta la temperatura es más agradable y las estrellas se ven más brillantes en la Villa. Si bien suena a catálogo, se puede encontrar en Villa de Merlo, en la provincia de San Luis.

Fuente: La Voz