Iruya: La democracia también se vive cerca de las nubes, a más de 4.000 metros

Las máquinas de voto electrónico llegaron tras 15 horas a pie y a lomo de mula desde Iruya, subiendo a 4.000 msnm. Caminaron más de 15 horas para que la gente pudiera votar en los rincones más inhóspitos de la provincia.

Las máquinas de voto electrónico llegaron tras 15 horas a pie y a lomo de mula desde Iruya, subiendo a 4.000 msnm. Caminaron más de 15 horas para que la gente pudiera votar en los rincones más inhóspitos de la provincia.

El joven Rodrigo Isasmendi (26), uno de los técnicos encargados de las máquinas de voto electrónico, fue uno de los protagonistas de la odisea. Su destino fue la escuela 4120 del paraje Alisal del Porongal, ubicada en la escarpada geografía de Iruya, el pueblo “colgado de la montaña”.

Para llegar hasta allí, partiendo desde Iruya, Rodrigo junto a dos gendarmes y un guía baquiano cruzaron a caballo los innumerables meandros del río hasta el paraje Higueras y, desde allí, la travesía duró casi 15 horas a pie, transitando por angostos senderos que bordean precipicios “que dan miedo” y generan mucho vértigo, contó el joven oriundo de Cafayate.

Las máquinas, urnas y material electoral fueron cargadas y trasladadas en lomos de mula. “El paisaje es fascinante. Se vive y se siente la inmensidad y la soledad. Llevábamos las máquinas y el material electoral arriba del lomo de las mulas y en mochilas, por senderos muy angostos que daban a profundos precipicios. No eran caminos, sino prácticamente huellas dibujadas por el andar de los animales”, contó Rodrigo a El Tribuno.

Las condiciones climáticas no fueron favorables el fin de semana último, sobre todo el domingo, por lo que el viaje de regreso fue acompañado por una copiosa llovizna y un frío que calaba los huesos. En la escuela del Porongal estaban empadronados unos 50 ciudadanos, que, para ejercer su derecho al voto, llegaron desde los rincones más alejados de la montaña a la única mesa habilitada en el paraje. “El camino hasta ese alejado establecimiento educativo se caracteriza por pronunciados ascensos y descensos. Tocamos el punto más alto en una zona que los lugareños llaman la abrita, a unos 4.000 msnm y luego descendimos un tanto hasta el Alisal del Porongal”, relató Rodrigo.

Se montaron dos mesas en el establecimiento, una para capacitar a los votantes y otra para emitir el sufragio. Esta última estuvo a cargo de los docentes del lugar.

Rodrigo llegó hasta allí con tres máquinas de voto electrónico. La tercera, para transmitir vía satélite los datos. Todo funcionó muy bien, contó Rodrigo. No hubo inconvenientes. Votó casi la mitad del padrón. Teniendo en cuenta la zona y que la gente debe trasladarse varias horas caminando para llegar hasta la escuela, el clima adverso y otros factores, se trata de un porcentaje interesante que deja bien en claro las ganas de participar y de expresarse de los pobladores de los puntos más extremos del territorio nacional.

Rodrigo junto a los efectivos de Gendarmería emprendieron el regreso el domingo, a las 21. Caminaron toda la noche bajo la lluvia, soportando un frío intenso. Durmieron unas horas durante la madrugada en Alfarcito, para continuar luego el viaje hasta Iruya y desde allí hasta la ciudad de Salta. “Viví una experiencia asombrosa, que nunca olvidaré”, concluyó el joven cafayateño.

Un equipo de audaces
Rodrigo Isasmendi formó parte de un grupo de técnicos de voto electrónico. Llegaron todos juntos a Iruya y desde allí cada cual tomó el rumbo asignado, hasta los lugares más extremos de la provincia como el caso de la docente salteña María Eugenia Sánchez, quien llegó con las máquinas de voto electrónico hasta la escuela 4.601 del paraje Vizcarra, ubicado a aproximadamente 80 kilómetros de Iruya y a cinco horas en camionetas doble tracción, preparadas, transitando por caminos sinuosos y precipicios sorprendentes.

Iruya se encuentra a aproximadamente 313 km de la ciudad de Salta. Para llegar hasta allí hay que pasar por Jujuy. En el km 1.840 de la ruta nacional 9, unos 25 km al norte de Humahuaca se presenta un desvío que conduce a Iruya. Desde ese punto el camino llega a una altura de 4.000 metros en el Abra del Cóndor, límite entre ambas provincias, y desde allí desciende por una cornisa.

Fuente: El Tribuno