Fuego cruzado en la negociación del Brexit

El ataque no es sólo entre el bloque europeo y los británicos. Aun con el apoyo de los 10 parlamentarios reaccionarios del DUP, el gobierno de May no resistiría una rebelión del contingente de conservadores pro-europeos.

El ataque no es sólo entre el bloque europeo y los británicos. Aun con el apoyo de los 10 parlamentarios reaccionarios del DUP, el gobierno de May no resistiría una rebelión del contingente de conservadores pro-europeos.

Las escaramuzas diplomáticas se parecen cada vez más a declaraciones bélicas por la salida británica de la Unión Europea (UE), el Brexit. Ayer, en las horas previas al crucial debate parlamentario sobre el proyecto de ley de Retirada de la Unión Europea, el principal negociador británico, David Davis, declaró que un acuerdo transicional blando del estilo que Noruega tiene con la UE sería el “peor de los mundos” y, del otro lado del canal de la mancha, su contraparte europeo, Michel Barnier dijo que el Reino Unido está “dando marcha atrás con su compromiso de honrar lo adeudado”.

El fuego cruzado no es sólo entre el bloque europeo y los británicos. En el interior mismo del Reino Unido la iniciación del debate de la ley de Retirada de la Unión Europea fue como la trompeta que anuncia la primera carga de infantería, pero con los cañones dirigidos hacia los enemigos internos. Unas horas antes de que se iniciara la sesión una carta de Change Britain firmada por un grupo de 40 diputados conservadores fue filtrada a la BBC y el matutino The Times. La carta es un virtual manifiesto contra el llamado “soft Brexit” que busca mantener el máximo nivel de unión económica con la UE. “No podemos seguir perteneciendo al Mercado unificado europeo ni siquiera en un período de transición. Hacerlo es como seguir siendo miembro de la Unión Europea por la puerta trasera”, señala la carta de Change Britain.

Change Britain es la continuación del grupo Vote Leave que llevó adelante la campaña a favor de la separación del Reino Unido de la UE en el referendo de junio del año pasado. Uno de sus miembros durante la campaña fue el actual canciller Boris Johnson, uno de los aspirantes a sustituir a la alicaída primera ministra Theresa May. En el mensaje filtrado a la prensa y que se publicará este domingo, Change Britain, centra su ataque en el laborismo y su reciente cambio de posición sobre el mercado unificado europeo como el principal enemigo. “El mercado unificado europeo es un proyecto político que requiere la continua aprobación de leyes para su funcionamiento. Por lo tanto, cuando más tiempo uno pertenece a este mercado, más difícil se hacer salir de él”, señala el documento.

La semana pasada el laborismo cambió la ecuación parlamentaria al inclinarse por una posición mucho más pro-europea que la que había mantenido en las elecciones generales de junio. Según esta nueva postura del partido que lidera Jeremy Corbyn, el Reino Unido debe buscar un acuerdo de transición posterior al fin de las negociaciones con el bloque que mantenga al Reino Unido en el interior del mercado unificado europeo y la Unión Aduanera. El portavoz laborista en el tema, Keir Starmer, señaló que esta transición duraría entre dos y cuatro años y debería ser “as short as possible, but as long as necessary” (tan breve como sea posible, pero tan larga como sea necesaria) para evitar el impacto económico que tendría un corte abrupto con la UE después de más de 40 años de plena integración.

El temor de Change Britain es que los laboristas pasen a liderar una rebelión contra un gobierno que tiene una exigua mayoría parlamentaria gracias a su alianza con el partido más reaccionario de la Cámara, el DUP de Irlanda del Norte. El problema es que aún con el apoyo de los 10 parlamentarios del DUP, el gobierno no resistiría una rebelión del fuerte contingente de conservadores pro-europeos u opuestos al Hard Brexit y la incompetente política seguida hasta el momento por el gobierno de May. Uno de los líderes de los pro-europeos, el ex ministro del interior y de finanzas conservador, Ken Clarke, no descartó ayer en el debate parlamentario votar contra la “ley de retirada de la Unión Europea” que propone el gobierno. “Si el gobierno no cambia, tendremos que forzarlo a revisar su posición para que vuelva con una nueva propuesta”, dijo Clarke.

La ley de retirada de la Unión Europea es clave porque busca que el 29 de marzo de 2019, cuando terminan oficialmente las negociaciones y el Reino Unido deja de pertenecer a la UE, haya un esquema normativo y legal que sustituya al que ha estado en vigor desde que el país se incorporó al bloque en 1972. La tarea, después de más de 40 años en la UE, es monumental: se trata de un total de 52741 leyes europeas que tienen que ser incorporadas a la legislación del Reino Unido. La propuesta del gobierno es que esta legislación se incorpore automáticamente en un “cut and paste job” que copie la ley o regulación de la UE y la incorpore al sistema legal británico que regirá después de la separación con el bloque el 29 de marzo de 2019.

El aparente pragmatismo de esta solución esconde, como dice la expresión inglesa, “the devil in the detail” (el diablo está en los detalles). El proyecto de ley otorga a los ministros el derecho a incorporar “legislación secundaria” (leyes sin debate parlamentario) usando la llamada prerrogativa del Rey Enrique Octavo, “celebrity” del siglo 16 que ejecutó a dos de sus seis esposas y rompió con el Papa. El gobierno señala que es el único modo de terminar un proceso engorroso porque, por ejemplo, en muchas leyes se menciona a organismos de la UE que ya no serán relevantes: debatir cada uno de estos casos impediría tener el nuevo esquema listo para implementarse en marzo de 2019.

El laborismo, el resto de la oposición, los sindicatos y las organizaciones sociales han señalado que se opondrán terminantemente a este uso de la prerrogativa que le podría permitir al gobierno reformar la legislación laboral europea, una de las bestias negras de los conservadores. “Estamos hablando del derecho a la vacación paga, la protección de salud y seguridad laboral, la licencia sin goce de sueldo para padres, la igualdad de pago de los sexos y los derechos de todos los trabajadores, sea part-time, full time o flexibles. El gobierno ha prometido proteger estos derechos, pero en el proyecto de ley hay mecanismos que permiten ignorar o diluir esos derechos en futuras demandas judiciales”, señaló al The Guardian Frances O´Grady, secretaria general de la Central de Trabajadores.

Entre los diputados conservadores hay también sectores reticentes a este aspecto de la ley al que califican de recorte “draconiano” de sus poderes legislativos. Dada la exigua mayoría parlamentaria del gobierno, el proyecto de ley será una prueba de fuego en cada uno de las cinco etapas que debe pasar para ser aprobado en la Cámara de los Comunes. El lunes será la votación de esta segunda etapa, la llamada “second reading”, en la que los diputados pueden aprobar el proyecto para que sea analizado a nivel de comité o lo devuelven para que se presente uno nuevo que contemple las objeciones que surgieron durante el debate parlamentario.

En la práctica es una carrera contra el tiempo. En caso de que el proyecto atraviese todas estas etapas y sea aprobado por los Comunes, pasará a la Cámara de los lores donde repetirá los mismos cinco pasos con una diferencia: la Cámara Alta es pro-europea. En caso de enmiendas de los lores al proyecto aprobado por los diputados comienza el llamado ping-pong: la ley vuelve a los comunes que deben aceptar, rechazar o enmendar la propuesta de los lores y devolverla para ver si hay acuerdo entre las dos cámaras. En una ley antiterrorista de 2005 el ping-pong duró más de 30 horas con cinco idas y vueltas entre lores y diputados.

No es la única carrera contra el tiempo del gobierno en este atribuladísimo Brexit. La negociación con la UE tiene dos reuniones más antes de llegar a la del 18 de octubre del Consejo Europeo, compuesto por los mandatarios de los 27 países de la UE, que debe dictaminar si hay suficientes progresos en tres áreas  –la cuenta del divorcio británica con Europa, la frontera irlandesa y los derechos ciudadanos– como para buscar un acuerdo post-Brexit.

El pronóstico a la vista no es auspicioso. Michel Barnier, el negociador europeo, ha dicho que el Reino Unido está dando marcha atrás en el tema de la cuenta del divorcio. Pero los otros dos temas son igualmente complejos. En el de los derechos ciudadanos hay por lo menos 14 puntos de fuerte desacuerdo. En el de la frontera entre la República de Irlanda (miembros de la UE) e Irlanda del Norte (miembro del Reino Unido) tampoco reina la claridad. En agosto el negociador “British” David Davis presentó una propuesta para un sistema “sin precedentes” (“unprecedented”) que aboliría la aduana entre ambos países y la reemplazaría por un sistema de seguimiento electrónico de los productos. La UE señaló que era pura magia. El mismo Davis terminó sacándola de la mesa de negociaciones diciendo que era una “blue sky idea” (una idea novedosa, pero no basada en una realidad concreta). No sorprende que su contraparte europeo, Michel Barnier, se quejara esta semana de la falta de “seriedad” de los británicos. Así van las cosas.

Fuente: Página 12