Más allá de los límites establecidos: la agenda metropolitana

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 50% de la población mundial vive en zonas urbanas y para 2050 lo hará el 70%.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 50% de la población mundial vive en zonas urbanas y para 2050 lo hará el 70%. En particular, las denominadas “áreas metropolitanas” concentran –de acuerdo al relevamiento del Programa ONU-Hábitat– el 41% de la población urbana mundial y contribuyen a la riqueza de los países en un 60% del PBI global. Para el año 2030, se prevé que 2.700 millones de habitantes, es decir el 55% de la población urbana, se concentre en áreas metropolitanas de 500.000 habitantes o más.

En este marco, ciudades como Buenos Aires se han expandido no sólo en el plano vertical sino también desbordando sus límites políticos, configurando una nueva gran urbe: el área metropolitana. Esta configuración distrital representa una nueva realidad marcada por un conjunto de ciudades con características demográficas, económicas y productivas similares que las diferencian del resto de los distritos.

El Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) comprende a casi quince millones de personas (el 37% de la población del país). Estas cifras dan cuenta de la necesidad de trabajar de forma colaborativa y coordinada, para así alcanzar más y mejores resultados en pos de mejorar la calidad de vida de quienes viven, trabajan o pasean en la Ciudad de Buenos Aires, ya sea en temas de contaminación, basura, seguridad, transporte, entre otros temas estratégicos.

En particular, una de las problemáticas que exige el trabajo interjusdiccional es la contaminación vertida por años en una de las cuencas hídricas más conocidas del país: el río Matanza-Riachuelo. Si bien su génesis se encuentra en la provincia de Buenos Aires, su último trazo constituye el límite sur de la Ciudad, desembocando finalmente en el Río de la Plata. Por ello, la planificación e inversión en el cuidado de este recurso amerita naturalmente llevar adelante acuerdos interjurisdiccionales.

El Riachuelo es una triste referencia de la Argentina a nivel mundial, ya que desde hace unos años se encuentra entre los 10 lugares más contaminados del mundo. La dificultad que presenta su saneamiento describe con particular crudeza la manifiesta falta de coordinación y unificación de voluntades entre diferentes gestiones municipales.

La basura es otro de los problemas que ocupa las agendas de las grandes ciudades. Según Waste Atlas, la Ciudad genera el 12,27% del total de la basura del país, mientras que la Provincia genera un 34,89% del total. Entre ambas jurisdicciones, el porcentaje de basura generada es abrumador: casi el 50% del total de basura del país. Ello evidencia la necesidad de pensar políticas públicas sustentables y eficientes con una visión metropolitana, reconociendo y aprovechando las ventajas de la interdependencia y complementariedad entre jurisdicciones.

Es deseable que las políticas de transporte también sean diseñadas a escala metropolitana: para quienes se trasladan desde o hacia la Ciudad de Buenos Aires, es casi imposible no realizar combinaciones entre más de un medio de transporte, por lo que mucha gente sigue optando por el uso del automóvil. Entre 2003 y 2013, el automóvil particular pasó de explicar menos de la mitad a cerca del 60% de los viajes en el AMBA, y el tráfico en los accesos a la Ciudad de Buenos Aires (CABA) creció más de 80%.

La conectividad entre los distintos medios de transporte públicos es la deuda pendiente en la materia, y sin lugar a dudas una de las herramientas necesarias para desincentivar el uso del transporte individual en el Área Metropolitana, disminuyendo la contaminación y el tráfico.

La cuestión medioambiental y la conectividad del sistema de transporte son solo algunos ejemplos de los desafíos metropolitanos que deberá afrontar la Ciudad de Buenos Aires de cara al futuro, puesto que el crecimiento demográfico, los avances tecnológicos y la vida en red emergen como realidades que invitan a repensar los límites de lo establecido.

Para una mejor calidad de vida, es necesario que la política pública, así como las organizaciones de la comunidad en general, adopten una perspectiva metropolitana. Una nueva mirada que emprenda, transforme y nos acerque.

Por Federico Saravia

* Presidente del Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires.

Fuente: Página 12