Humito de choripán
Cierre de campaña, muchedumbre, humito de choripán, Avellaneda, el Riachuelo, cancha de Rácing.
17/10/2017 OPINIÓNCierre de campaña, muchedumbre, humito de choripán, Avellaneda, el Riachuelo, cancha de Rácing. Parece un cuento de Pablo Ramos o un clásico del peronismo, porque ninguna otra fuerza puede llenar ahora un estadio para 60 mil personas. Lleno hasta el tope. Un cuarto de tribuna vacía, detrás del escenario, pero con el campo atestado y gente fuera. Una demostración de fuerza que contradice los vaticinios más apocalípticos sobre el resultado de las elecciones. No hay evaporación del kirchnerismo y el grueso del peronismo seguirá allí, no se va a la luna y menos a otras variantes que apenas convocan. Habrá que ver cómo le va en las elecciones, pero ese estadio desbordado es un dato que va más allá del resultado.
Es más, no está directamente relacionado con él, porque el que se moviliza tiene un compromiso más consciente que el que sólo deposita su voto. La movilización es condición necesaria, pero no suficiente se dice. Pero el que se moviliza no es voto volátil, es del núcleo duro. Fue allí por compromiso. Quiere ganar, pero no es un voto a ganador, es un voto a conciencia. Muchos jóvenes, parejas, familias, viejos peronistas, columnas sindicales, movimientos sociales, grupos barriales, gente suelta, humo de parrillas y de petardos, griterío y el latido de los bombos forman la ensalada caótica, vital, llena de gente, de ruidos y olores, que caracteriza al peronismo.
Hay carteles de algunos intendentes, pero hay pocos carteles de agrupaciones partidarias. Hay carteles grandes con consignas de inspiración casera: “Yo me creo: si hoy me decís que no me rinda, voy a seguir para vos. Cristina o nada” decía un cartel muy grande que colgaba de una de las bandejas laterales. Otro que estaba cerca decía: “Las modas se pasan con el tiempo, las lealtades duran para siempre”. Muchas banderas argentinas que se agitan y “Libertad a Milagro Sala” y “Aparición con vida de Santiago Maldonado” se multiplican entre la multitud que está en el pasto y en las tribunas del cilindro, no son consignas artificiales ni están allí para conseguir votos. Son parte del acerbo político de esa militancia que percibe esas consignas y el acto como parte de una misma coherencia.
Suenan los Redondos: “No lo soñé, eeeeeh” y lo cantan todas las tribunas, atruena contra las paredes del estadio. Es la canción, es el Indio, pero además la canción coreada hasta la afonía, habla de la edad promedio, entre 20 y 40 años. Y además muestra una multitud entusiasmada. No están escuchando la radio o dándole a una damajuana como podía ser en otros actos. Los que están en Rácing, participan, son tan protagonistas como los oradores.
No hay globitos de colores, hay banderas argentinas, los oradores buscan ideas con contenido, hablan de la política económica, de la responsabilidad social, hay un discurso con una densidad de contenido, no son palabras huecas y efectistas. Hay poca tecnología de laboratorio, la escenografía es casi obvia, en contraste con los actos de Cambiemos, vacíos de gente, declamados artificialmente para un público alojado en los medios, en su casa. Son dos culturas políticas con una idea del protagonismo diferente. El peronismo-kirchnerismo delega en la gente. En el macrismo, la comunicación es en un solo sentido, desde el laboratorio con sus cámaras Gesell, sus encuestas y algoritmos, hasta el interior de las casas. El contacto es solamente virtual, al contrario de lo que sucede con las decenas de miles que participan en los actos del kirchnerismo-peronismo.
Algunos analistas afirman que si no ganara estas elecciones, aunque perdiera por poco, el kirchnerismo desaparecería, sería el fin de la carrera política de Cristina Kirchner. Quedaría como figura decorativa de un proceso de unidad del peronismo que le pasaría por el costado. Pero las características del acto de ayer, la masividad, la juventud, el entusiasmo, echan un manto de duda sobre esas especulaciones. No es que los intendentes o alguien del PJ le prestan convocatoria a Cristina Kirchner, sino al revés, o por lo menos se trata de una concordancia de liderazgo y estructura que no tiene reemplazo, ni aún cuando saliera segunda. Y mucho menos con figuras cuya performance electoral no superaría el dígito, como Randazzo o Massa. Por el contrario, la sangría en el kirchnerismo parece haber llegado a un piso. Y es un piso muy alto si se tiene en cuenta la fuerte ofensiva del gobierno que ha tratado de dividirlo, encarcelar a sus dirigentes, difamarlos con ayuda de los medios y enjuiciarlos con la complicidad de gran parte del poder judicial.
Al revés de lo que anuncian estos analistas, el cierre de campaña de ayer en Rácing es una mala noticia para el gobierno. El kirchnerismo-peronismo no es el mismo fenómeno que el menemismo-peronismo, que se diluyó después de la derrota electoral. Allí hay una militancia muy numerosa, cohesionada por el fuerte liderazgo de Cristina Kirchner. Hay un vínculo afectivo que supera cualquier relación clientelar y que blindó a esa militancia que no pudo ser atravesada por la inédita y sostenida ofensiva del “periodismo de guerra”. Es difícil saber si el acto de ayer habló de un triunfo sobre Cambiemos, eso se verá el domingo. Pero lo que es real e indiscutible, es que lo que estaba allí es inamovible, es núcleo duro, al cual las provocaciones del gobierno ya no lo debilitan, sino que lo aglutinan y lo motivan en su confrontación con el macrismo. La agresiva estrategia del gobierno para desgastar y dividir al kirchnerismo llegó a un tope. Ahora esa misma política cohesiona y motiva a su adversario.
El maltrato ha sido tan poco democrático que durante el acto de ayer, mientras en las redes CristinaenRacing era trending tropic, en cuarto lugar en todo el mundo, los medios locales apenas le llevaron el apunte. Telecentro y Speedy cortaron Internet en amplias áreas y la empresa de ferrocarril cerró la circulación del Roca que viene de La Plata a Buenos Aires. Con toda esa fuerza en contra es una verdadera gesta épica que el kirchnerismo mantenga el poder de convocatoria que mostró ayer en Rácing. Es un piso muy alto, un buen punto de partida para reconstruir la mayoría que necesita.
Por Luis Bruschtein