Neuquén: una carrera de obstáculos para las sillas de ruedas

Jorge Munch Hansen recorre la ciudad todos los días. Desde el oeste hasta el centro. Mostró cómo es trasladarse entre escalones, subidas y veredas rotas.

Jorge Munch Hansen recorre la ciudad todos los días. Desde el oeste hasta el centro. Mostró cómo es trasladarse entre escalones, subidas y veredas rotas.

El mal estado de las veredas empujó a las personas que se trasladan en sillas de rueda hacia la calle. Sin rampas adecuadas, con escalones altos, o pendientes muy pronunciadas, con pozos y baldosas flojas están obligadas a utilizar la calzada para circular, con el consecuente riesgo que ello implica.

Jorge Munck Hansen tiene 72 años y hace tres que incorporó a su vida cotidiana una silla de ruedas. Vive en el Área Centro Oeste, un barrio que no pudo domar la difícil barda y fue adaptándose a su geografía de subidas y bajadas constantes.

Vive solo y casi todos los días se traslada al centro a realizar trámites, visitar familiares o amigos o comprar alguna que otra cosita. “Río Negro” lo acompaño en una de sus tantas incursiones por las calles desordenadas y caóticas de la ciudad.

Jorge ya tiene estudiado milimétricamente el recorrido que comenzará a deshilvanar: circula por la calle en contramano al sentido de los autos, no toma calles de tierra y elige las arterias más anchas donde la visibilidad es mucho mejor. Su equipaje es poco pero necesario: un chaleco refractario, luces en todo el perímetro de su silla y una bocina estridente.

Así logra llegar al centro, pero su problema recién comienza. El estado de alerta juega un rol fundamental, es necesario estar atento a la apertura de las puertas de autos estacionados, de los que van en tránsito, de las motos y bicicletas y en las esquinas de los conductores que van a doblar antes de que cambie el semáforo.

“A mi me atropellaron en dos oportunidades. En ambos casos los conductores me dijeron que no me vieron a pesar de que llevo todo lo necesario para que me vean”, cuenta.

En una de las tantas esquinas complejas, cinco vehículos pasan si percibir que sobre la calzada espera Jorge para cruzar, dos disminuyen la marcha pero no frenan. Un taxista finalmente suelta el pedal para dar paso al hombre. Cruza pero allí se encuentra con un nuevo obstáculo. La esquina de enfrente tiene cuatro escalones y ninguna rampa.

Habrá que aplicar otra estrategia. La silla se mueve 20 metros sobre el borde del cordón en busca de una salida, el ingreso a un garage ofrece un desnivel empinado, a 50 metros hay otro pero con el borde roto. Jorge elige la primera, acomoda la silla de frente, inclina su torso hacia adelante para equilibrar el peso y evitar que en la subida la silla se caiga para atrás. Aprieta velocidad uno y sube. Prueba superada, por el momento. Nada es tan fácil como parece.

La ausencia de dos baldosas en el lugar donde debe realizar un giro para acomodarse en el vereda, hace tambalear la silla.

Metros más allá se encuentra con pozos en una vereda de cemento. Pide disculpas por tener que demorar el recorrido. Le es necesario estudiar bordes y profundidades. Finalmente casi con el codo de su brazo izquierdo rozando la pared de una vivienda, logra sortear un obstáculo más.

“Hay que mover el cuerpo en el sentido contrario al que se inclina la silla para evitar caer de costado”, explica con sabiduría y sigue su camino.

Consigue superar los primeros cincuenta metros de esa cuadrada, cuando Jorge se ve obligado a bajar a la calle por un acceso de garage. Es la vereda tiene dos escalones y ninguna rampa.

Por la calle entre los autos recorre unos pocos metros y vuelve a subir a la vereda. Pero esta vez la decisión no fue del todo acertada. “Con la charla me olvidé que esta esquina no hay lugar para bajar a la calle”, se justifica. En esa esquina hay de nuevo tres escalones y ninguna rampa. La única chance está a 20 metros y es la salida de una cochera de un edificio. No. Tampoco se puede. Hay un escalón que impide el descenso de la silla de ruedas.

Es el momento en el que se requiere de otra persona. Un hombre sale del edificio, abre la cochera y retira su vehículo que queda cómodamente estacionado en la vereda. Se baja para cerrar el portón y le pregunta a Jorge si necesita ayuda. La cuestión parece bastante evidente, pero la intención es buena.

Jorge puede seguir viaje, cien metros más por la calle que a esa hora desborda de automóviles con conductores impacientes. Al llegar a la esquina encara su silla de rueda hacia una de las diagonales de la ciudad. El cruce no es sencillo para nadie.

Los autos pasan rozando la silla de rueda y la bocina estridente no para de sonar, pero sin lograr el efecto deseado.

Antes de despedirse y regresar a su casa, Jorge cuenta que no sólo las calles y las veredas son poco amigables con las personas en sillas de ruedas. En casi todos los rincones se encuentra un impedimento para ellas.

“Con esta silla que no se pliega yo no puedo viajar en colectivo. Primero porque los coches no tienen un espacio para dejarlas y segundo es muy difícil subirla”, contó. En promedio una silla como la que tiene Jorge pesa entre 75 y 90 kilos.

Mira para un lado y otro, pero una vez más ningún automovilista detiene su marcha para que pueda cruzar. Una ciclista con auriculares puestos viene hacia él y el sonido de la bocina lo pone en alerta para el desvío y evita rozar la silla de ruedas.

Jorge se sonríe como ya acostumbra a estas cosas y agrega: “En el único lugar donde no tengo problemas para pasar es en los piquetes. Y bueno che! Alguna ventaja tenía que tener”.

Larga una sonora carcajada, se acomoda la boina, levanta la mano, saluda y parte hacia el oeste. Su silueta solo se resalta por el chaleco refractario y la insistente bocina que no para de sonar.

“Me chocaron dos veces transitando por la calle con la silla de rueda. Pero en la mayoría de las calles no tenés otra opción más que esa”,
contó Jorge Munch Hansen, que desde tres años se traslada en silla a batería.

Ley 24.449 actores del tránsito
El artículo 38 de la ley nacional de tránsito 24.449, a la que adhirió la provincia y la ciudad de Neuquén, establece para las personas que se trasladan en sillas de ruedas, las mismas normas que para los peatones. El problema es que en la ciudad de Neuquén es muy difícil cumplirlas.

“Los peatones transitarán únicamente por la acera u otros espacios habilitados a ese fin.

En las intersecciones por la senda peatonal. Excepcionalmente por la calzada, rodeando el vehículo, los ocupantes del asiento trasero, sólo para el ascenso y descenso del mismo.

Las mismas disposiciones se aplican para sillas de ruedas, coches de bebés y demás vehículos que no ocupen más espacio que el necesario para los peatones, ni superen la velocidad que establece la reglamentación”, dice la ley.

Para que puedan integrarse no deben existir barreras que impidan o dificulten el desarrollo de actividades en entornos sociales y fisicos.

“Se hizo mucho pero aún falta un poco más para mejorar”
Según las últimas estadísticas, en la provincia de Neuquén hay 9.150 personas con Certificado Único de Discapacidad (CUD) vigente. De ese total, 2.859 (31,4%) corresponden a personas con discapacidad motora y 2.659 (29,2%), con discapacidad mental. Luego les siguen, en menor medida (10%), las personas con discapacidad auditiva.

“Para que las personas con discapacidad puedan integrarse en su grupo de pertenencia no deben existir barreras, es decir algo que impida o dificulte el normal desarrollo de una o varias actividades en los entornos sociales y físicos .

Estas ultimas se manifiestan en las estructuras materiales y constructivas de la ciudad y en su defecto deben adaptarse o proyectarse eliminando gradualmente dichas barreras arquitectónicas . Cuando hablamos de accesibilidad , debemos tener en cuenta al adulto mayor y a los discapacitados temporarios (cualquiera puede serlo en cualquier momento de su vida)”, explicó Sandra Torres, presidenta de la ONG Bien Argentino.

Torres, que trabaja hace más de 20 años en los tribunales de faltas, aseguró que en los últimos años en la ciudad “se han hecho las adaptaciones necesarias, exigiendo a los propietarios y frentistas que las realicen , multando a quienes nos lo hacen. Pero aún falta mucho por hacer para tener una ciudad amigable para esta franja altamente vulnerable”.

Con respecto a la relación automovilista-persona en silla de ruedas, la empleada municipal dijo que “hay tan poca consideración por parte de los automovilistas en respetar las rampas exclusivas para discapacitados, la desidia de muchos y esa poca empatía al momento de estacionarse en cualquier lugar a pesar del otro”.

El Código Contravencional de la ciudad de Neuquén establece en su artículo 293 una penalizacion que va desde 50 a 200 UF (unidad fija= 1 litro nafta super) para los estacionamientos indebidos. El 25% de las actas labradas por los inspectores de tránsito en la capital corresponden a estacionamientos en lugares prohibidos.

“Desde Bien Argentina hacemos un llamado enérgico a que la ciudadanía sea más consciente, sensible y respetuosa. Y a los gobiernos a cumplir y a hacer cumplir las leyes”, concluyó Torres.

Fuente; Río Negro