Bachelet viajó a Cuba y se reunió con Raúl Castro: críticas de Sebastián Piñera

La gira se justificó en razones comerciales, pero parece motivada por razones ideológicas y de posicionamiento de la presidenta saliente

La gira se justificó en razones comerciales, pero parece motivada por razones ideológicas y de posicionamiento de la presidenta saliente

La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, inició una polemica visita oficial a Cuba, donde fue recibida con honores militares por el presidente Raúl Castro, quien además le ofreció una cena de honor. Las críticas a Bachelet no faltaron en Chile. La mandataria socialista está terminando su presidencia y su coalición perdió las elecciones presidenciales hace pocas semanas a manos del empresario centroderechista Sebastián Piñera. Este es uno de los críticos del viaje de Bachelet a Cuba, país que considera sometido a una dictadura.

Bachelet participó en un seminario sobre «Perspectivas del Comercio e Inversiones Chile-Cuba», en el que la mandataria destacó que el eje de la política internacional de su gobierno han sido los derechos humanos. Esta puntualización resulta particulamente paradójica: Cuba y su régimen son considerados violadores sistemáticos de los derechos humanos y mantienen a cientos de presos políticos, mientras prohíben toda actividad política por fuera del único partido legal, el Comunista. «En pocas semanas más yo culmino mi gestión. La política internacional de mi gobierno ha estado dirigida a impulsar el entendimiento entre los pueblos, la democracia, los derechos humanos, fortalecer las relaciones económicas, y trabajar en cooperación en los diferentes ámbitos», dijo la mandataria ayer en La Habana.

La presidenta se mostró confiada en que, con el próximo gobierno de Sebastián Piñera, que comenzará en marzo, «esa línea que tanto resultado ha tenido, en por ejemplo la creciente presencia de Chile en América Central y el Caribe, y por cierto Cuba, seguirá siendo una nota predominante».

Sin embargo, el mandatario electo el pasdado 17 de diciembre criticó su visita oficial y afirmó que en su lugar se reuniría «con la disidencia» cubana, a la vez que criticó la falta de libertades democráticas en el país caribeño. De viajar a Cuba, dijo Piñera, se reuniría «con la disidencia y con los cubanos que están luchando por recuperar su propia libertad, democracia y Estado de derecho». Piñera añadió que cree que «en Cuba tampoco hay democracia, libertades, ni respeto a los derechoshumanos», y recordó que cuando él visitó el país como presidente ya se reunió con la disidencia. En Cuba la oposición política no es legal y sólo subsiste como «disidencia». Sus líderes son frecuentemente detenidos y todos tienen largos expedientes penales abiertos. Cuba es aliada de regímenes como el chavista de Nicolás Maduro, el ruso de Vladimir Putin y el de los clérigos islámicos de Irán.

Pese a este panorama, Bachelet concluyó haciendo un llamado a «seguir estrechando los lazos comerciales y económicos» entre ambos países, y añadió que le pareció que «era el momento para invitar a los empresarios chilenos a visitar Cuba».

La agenda de Bachelet continuó con reuniones con autoridades religiosas, realizó una visita al Círculo Infantil Chile Lindo, participó en un acto en la Escuela Pedagógica Presidente Salvador Allende y, finalmente, participó en una ofrenda floral a José Martí, en la estatua ubicada en el Malecón habanero, a un par de centenares de metros de la embajada de los Estados Unidos.

La decisión de visitar oficialmente Cuba aún siendo presidenta parece un gesto de Bachelet pensado en su futuro político, tanto en Chile como en su proyección regional, donde quedará desde marzo como una referente de la izquierda latinoamericana, aunque claramente del sector más moderado. Hace cuatro años, Bachelet amplió la coalición al Partido Comunista, lo que causó una tensión interna que nunca se saldó, en especial con la Democracia Cristiana. Este partido concurrió con su propia candidata presidencial al primer turno electoral, lo que sin dudas debilitó al postulante oficial, Alejandro Guillier.

Fuente: La Capital