Travesías ruteras para conocer la Argentina

Patagonia, norte, selva y meseta son algunas opciones para los apasionados del "overland", porque en las travesías ruteras es el camino el que se convirtió en destino. 

Patagonia, norte, selva y meseta son algunas opciones para los apasionados del «overland», porque en las travesías ruteras es el camino el que se convirtió en destino.

Los corredores de la Ruta Azul, la Ruta de la Selva, la Meseta de Somuncurá, los Valles Calchaquíes y la Quebrada de Humahuaca son la clave para conocer la Argentina rutera.

El azul del mar y la turquesa del cielo son los ejes que lo acompañan en el litoral marino costero de la Patagonia cuando emprenda el recorrido por la ruta azul. Se trata de unos 800 kilómetros lineales pero en ruta.

Desde Camarones, pasando por Comodoro Rivadavia (ambas en Chubut), y luego por Caleta Olivia hasta Río Gallegos (en Santa Cruz), la travesía une la historia petrolera y los nuevos parques marinos costeros como el Patagonia Austral; el Parque Nacional Makenke, en Puerto San Julián; el Parque Nacional Bosque Petrificado, en Jaramilllo; el Parque Nacional Isla Pingüino, en Puerto Deseado; y el Parque Nacional Monte León, en Puerto Santa Cruz; pasando por Comandante Luis Piedra Buena hasta llegar a Río Gallegos.

¿La perla? Conocer en detalle el calendario de avistaje de fauna que, por ejemplo, de octubre hasta abril es en Isla Pingüino, cuando está el pingüino de penacho amarillo.

Exuberancia verde

La selva misionera es uno de los ecosistemas de mayor diversidad del mundo. Lo especial de Misiones, en Argentina, es que uno desciende del avión y en cinco minutos está rodeado de la mayor exuberancia verde jamás vista.

Son más de 546 especies de aves, 127 de mamíferos, 114 de reptiles, 66 de anfibios y 272 de peces. Si bien no podrá ver todo eso, los datos lo ayudarán a imaginar la importancia natural y la riqueza de esta tierra. Aquí, además de la maravilla natural que significan las Cataratas del Iguazú con el Parque Nacional que las alberga y protege, la idea es conocer la selva a través de una travesía por una de las rutas más cortas y vistosas del país. Se trata de la RN 101, que atraviesa el parque y lo une con localidades como Comandante Andresito hasta Bernardo de Irigoyen, durante 145 kilómetros entre la RN 14 y la RN 12.

Es ideal conocer los alrededores de Comandante Andresito, donde está la cooperativa yerbatera del mismo nombre, pues en el río Iguazú se organizan travesías en kayak. Además, en cada pueblo hay paseos para descubrir distintas especies de orquídeas, disfrutar la gastronomía local y ver mariposas. Esta travesía por la tierra colorada, especialmente en otoño, permite conocer las costumbres de la selva paranaense.

Pueblos con historia

De la Yunga a la Puna, los poco más de 100 kilómetros que unen a una docena de pueblos y parajes en la Quebrada de Humahuaca (en Jujuy) concentran diez mil años de historia. Si bien la RN 9 se puede recorrer durante todo el año, lo mejor es hacerlo entre otoño y primavera, para evitar la crecida de los ríos. Otra opción es descubrirla durante la época de Carnaval, cuando suma atractivos gracias a sus colores, vestimentas y música.

La ruta es toda de asfalto y en cada pueblo hay una historia. Así es desde Volcán y Bárcena hasta Tumbaya, Maimará y Purmamarca, donde está el cerro de los Siete Colores. Para descubrir el corazón de este pueblo, es interesante conocer los hoteles boutique cuyos diseños están en armonía con el paisaje y las propuestas de trekking de los alrededores, como el Paseo de Los Colorados. Descubrirá un sinfín de locales de diseño top y una gastronomía que se luce cada año.

También merecen una parada los sitios arqueológicos como el Pucará de Tilcara, el clásico paso en Humahuaca y las cerámicas de Alejandro Gerónimo y el arte arcabucero de la iglesia de tres siglos en Uquía. El dato: en el paraje Perchel, Javier Vargas se instaló junto con su hermana en la finca familiar Viñas del Perchel. La historia lo atrapará tanto como al famoso Mitchel Roland, quien llegó aquí con su equipo para asesorar sobre vinos premium.

Otro clásico del norte son los Valles Calchaquíes, a un lado y al otro de la mítica ruta 40, que en Salta abrazan la historia diaguita, la de los gauchos de Güemes –héroe nacional– y el Camino del Vino de Altura. Ahora están estrenando nueva cartelería. Es aquí, desde San Carlos hasta La Poma, donde los que tejen ponchos en Seclantás, los secaderos de pimientos (por ejemplo, en Payogasta) y las bodegas premiun atrapan a los apasionados de las travesías. Imperdible acercarse a la red de turismo campesino, con base comunitaria: son unas 50 familias con ancestros en esta tierra, que conocen sus secretos, tradiciones y culturas.

Del mar a la montaña

Una travesía rutera de ensueño es la que une el mar con la cordillera por el corazón de Río Negro. Son unos 600 kilómetros en las entrañas de la Meseta de Somuncurá, que comienzan cerca de San Antonio Oeste, pasan por el Balneario El Cóndor –donde verá la colonia de loros barranqueros más grande del continente– y desde allí siguen hacia los puntos de lo que fue la última línea de fortines, la Línea Sur, hoy RP 23. Si hace un alto en Valcheta, Romina Rial tiene todos los detalles del bosque petrificado y del museo que fundó su madre, María Inés Kopp. Se sorprenderá al poder ver un huevo de dinosaurio. La travesía sigue hasta Dina Huapi y, si lo desea, hasta Bariloche.

Consejos para enfrentar el camino

–Es importante cargar combustible cada vez que haya oportunidad, porque se pueden presentar inconvenientes en los próximos pueblos y quedarse con el tanque vacío.

–Las rutas son para recorrerlas, no para correrlas. Esto permite ir a una velocidad que deja admirar los paisajes.

–En todas las rutas hay que estar atentos con los animales sueltos y silvestres, como los guanacos en la Patagonia. Pero es en la selva donde se debe agudizar esa atención, porque la espesura verde balconea sobre el asfalto y no da tiempo para advertir sobre la presencia de un animal.

–Es imprescindible verificar el motor, las cubiertas y todo lo necesario en un vehículo antes de salir de viaje, y también hacerlo durante la travesía, en las estaciones de servicios.

–Hay que llevar siempre una hoja de ruta, mapas y GPS. Es una combinación a prueba de errores.

–¿Dudas? Pregunte a los locales cómo viene el próximo tramo rutero, para evitar problemas que sólo conocen quienes viven en el lugar.

Atractivos: Postales argentinas

De norte a sur y de este a oeste.

Entre caballos y picapedreros. La última línea de fortines en la llamada Guerra contra el indio, es hoy la ruta 23 en Río Negro. Desde San Antonio Oeste hasta Bariloche, se recorre la meseta de Somuncurá, con estancias y parajes rurales que ofrecen cultura de campo adentro. Hay dulces caseros, cabalgatas, pinturas rupestres y picapedreros que trabajan con la piedra laja.

Montañas rojas en el norte. Es durante los meses en abril y mayo que los cerros de los Valles Calchaquíes se tiñen de un color rojo profundo. Esto se debe a que los productores de pimiento para pimentón secan al sol sobre las piedras de los cerros, generando paisajes de esa tonalidad que sorprenden cuando uno rumbea por Salta.

Alas de colores. Así como existen unos ochenta millones de viajeros avistadores de aves, muchos otros encuentran en las mariposas motivos de atracción. Sin duda, estos delicados insectos son una perla en la espesura de la selva. En Puerto Iguazú, hay un hotel que aloja un mariposario.

Fuente: La Voz