Lo que el odio trae a la educación
Evita decía que el amor agranda la inteligencia. El odio en cambio la sofoca, la oprime y la hace desaparecer.
13/07/2018 OPINIÓNEvita decía que el amor agranda la inteligencia. El odio en cambio la sofoca, la oprime y la hace desaparecer. Cuando lo que está al frente de una política de educación es el odio (clasista, racista, patriarcal) sucede lo que estamos viendo en la provincia de Buenos Aires: una gobernadora que en el mismo momento que dice que los pobres no van a las universidades, inaugura cárceles para los pibes. Una gobernadora que en campaña prometió 3000 nuevos jardines y que aún no creó ni a la mitad. Una gobernadora que imaginó un salario docente de cuarenta mil pesos y que hoy fustiga a los maestros con salarios de hambre y no llama a paritarias.
Cambiemos comenzó dándoles patadas en las piernas a los docentes que decían “a donde está la escuela está la Patria” y desató un proceso de destrucción vertiginoso del cual no hablan los medios de comunicación concentrados. El jueves último los docentes esperaban tener depositado su salario, pero eso no ocurrió y la respuesta oficial fue adjudicar el maltrato a un error técnico.
No es casual en este gobierno que a cargo de la Dirección General de Cultura y Educación se encuentre Gabriel Sánchez Zinny. Un CEO que acredita estos antecedentes: socio de Esteban Bullrich en Formar Foundation, una empresa offshore radicada en Florida, denunciada en los Panamá Papers y operador para la transnacional Pearsons, empresa que diseña las pruebas PISA, cuyo único fin es desprestigiar la educación pública a escala global. Por supuesto que no posee formación alguna en el campo educativo, pero tiene una basta experiencia en el mundo de los negocios vinculados a la educación: fundó Edunexo y Kuepa, ambas empresas proveedoras de servicios a la educación privada.
La gestión de Sánchez Zinny instaló un altísimo grado de desarrollo de la pedagogía de la crueldad como política pública en el ámbito educativo de la Provincia. Con esos antecedentes en apenas medio año avanzó con una serie de medidas absolutamente perjudiciales para los estudiantes y docentes de nuestra Provincia:
1 Trasladó la entrega del servicio alimentario escolar a los municipios. En la ciudad de La Plata, a cargo de Julio Garro (Cambiemos) entrega 370 vainillas para el comedor del colegio Normal Nº1 al que asisten en promedio 370 estudiantes. Una vainilla por chico no alcanza para paliar el hambre que provoca este gobierno. Entrega 37 viandas a la secundaria Nº 89 de Los Hornos, en la que comen 200 estudiantes. Claramente, no alcanza. Como esa crueldad no es suficiente también los directores de escuela tuvieron que denunciar la distribución de fruta podrida y comida vencida o en mal estado.
2 Decidió cerrar escuelas de isla en el Delta, y rurales en Tres Arroyos, Chivilcoy, Balcarce, Lincoln, Junín y otras ciudades del interior, a donde asisten quienes viven lejos de los centros urbanos.
3 Están desfinanciando programas socioeducativos como CAI y CAJ –centros de actividades infantiles y juveniles respectivamente– que promueven actividades recreativas y pedagógicas y refuerzan el vínculo entre la escuela y la comunidad.
4 No habilitó la inscripción a los 560 bachilleratos para adultos de la Provincia. Allí estudian quienes por algún motivo tuvieron que dejar la secundaria y deciden retomar. La organización popular logró que la medida se revierta, pero al ser fuera de tiempo el daño ya estaba hecho. Lo mismo sucedió con los programas de formación profesional, que brindan capacitación para la inserción en el mundo del trabajo.
5 En las últimas semanas definió un cambio en la conformación de los Equipos Orientadores Escolares, aquellos que acompañan a chicos y chicas que tienen dificultades en el aprendizaje, o viven situaciones de violencia, de las más diversas, en sus entornos. La ley prevé un equipo por escuela, pero Vidal quiere equipos municipales. Nadie pudo explicar hasta el momento cómo abordarán los problemas de distritos con decenas de miles de pibes, como La Matanza, Lomas de Zamora, Florencio Varela o La Plata.
Nuestra región tiene una riquísima tradición pensando y produciendo una pedagogía de la liberación, aquella que entiende que el conocimiento se produce en el encuentro con el otro, un conocimiento basado en el reconocimiento de la diferencia. Hoy comenzamos a vivir la ferocidad del desplazamiento de aquella matriz de educación emancipadora, que con luces y sombras venía instalada como política pública por más de una década, hacia otra que concibe a la educación como una mercancía intercambiable en el mercado de capitales.
Esto tiene que ver con la finalidad de la acumulación de capital para unos pocos (la educación entendida como un negocio), pero también esencialmente con un sistema de ideas donde la vida se compra y se vende como cosa que se paga y sino como desperdicio.
En una Provincia con la educación en crisis, la infraestructura escolar en emergencia, docentes perseguidos y muy mal pagos, y con cada vez menos aulas, resulta urgente promover instancias que garanticen el acceso a una educación que tenga en el centro a la transformación de la sociedad y no al ajuste de los recursos. El ministro Sánchez Zinny ha demostrado no estar a la altura del desafío. No hay que darle más tiempo a la capacidad destructiva de la vida vivible. Como dijo el gran pedagogo de la liberación, Paulo Freire: “Cuanto más pienso en la práctica educativa y reconozco la responsabilidad que ella nos exige, más me convenzo de nuestro deber de luchar para que ella sea realmente respetada. Si no somos tratados con dignidad y decencia por la administración privada y pública de la educación, es difícil que se concrete el respeto que como maestros debemos a los educandos”.
Por Florencia Saintout
* Presidenta del bloque de diputados provinciales del FpV-PJ.