Día de la Ballena: Puerto Pirámides celebra aniversario del rescate de Garra
Para Puerto Pirámides las ballenas no sólo tienen un importante valor ecológico y económico, también tienen un alto valor social: los habitantes de la villa Balnearia son conscientes que las Ballenas Francas australes son un patrimonio por el cual deben velar.
24/09/2018 FIESTAS Y CONGRESOSPara Puerto Pirámides las ballenas no sólo tienen un importante valor ecológico y económico, también tienen un alto valor social: los habitantes de la villa Balnearia son conscientes que las Ballenas Francas australes son un patrimonio por el cual deben velar. También son el nexo entre el ambiente marino y las personas que visitan el pueblo y en este punto el avistaje de ballenas en su medio natural juega un rol fundamental por su alto valor educativo y por la conciencia que genera sobre la necesidad de conservar a las ballenas y a su hábitat.
El vínculo emocional que existe entre esta pequeña comunidad y los cetáceos quedó claramente demostrado con el rescate de “Garra”, una ballena franca austral macho juvenil que se había enredado con el fondeo de un catamarán el 25 de septiembre de 2002. Su rescate adquirió una difusión masiva en medios regionales y nacionales y trascendió las fronteras de nuestro país por tratarse de un rescate inédito, un caso único en la historia de los desenmallamientos a nivel mundial, la primera vez en la historia que se planificaba el varamiento de una ballena tan grande para salvarle la vida.
El capitán Ricardo “Pinino” Orri participó en el rescate aportando sus conocimientos como Perito Naval en salvamento y buceo, además de una embarcación, equipos y personal de su empresa. Pinino recuerda que al llegar al sitio donde la ballena se debatía, al lado del catamarán “Moby Dick”, notaron que pegaba fuertes coletazos y que, en su desesperación, giraba el cuerpo hacia el lado equivocado, enredándose aún más con la cadena y el cabo del fondeo.
UN VARAMIENTO
“Después de analizar la situación, nos dimos cuenta que la única solución era provocar el varamiento, arrastrando suavemente al animal hasta la playa, para poder cortar las cadenas en tierra firme, con la esperanza que la ballena pudiera regresar a su medio con la siguiente pleamar”, relató.
Primero la arrastraron con el catamarán con el que se había enredado, luego con una lancha y finalmente, con uno de los tractores que se utilizan en las maniobras de embarque de pasajeros, terminaron de vararla en una zona donde todavía había un metro de agua pero que quedaría seca con la bajamar. “Cuando comenzamos a remolcarla, la ballena dejo de dar coletazos y de girar desesperadamente, pareció tranquilizarse y tuvimos la sensación que se dio cuenta que la estábamos ayudando”, resaltó Pinino.
Luego del varamiento planificado siguieron cuatro horas de trabajo, durante las cuales vecinos de todo el pueblo se turnaban para acarrear baldes de agua a efectos de mantener a la ballena húmeda hasta que, al atardecer, la ballena pudo regresar al mar con la marea alta, provocando una oleada de gritos, bocinazos y lágrimas de emoción. La ballena fue bautizada “Garra”, por una marca que semejaba un zarpazo blanco en su lomo, y también por sus ganas de vivir. Después de algunos años de incertidumbre respecto a cuál había sido el destino de la ballena y si había sobrevivido o no el rescate, Garra fue re avistado en la bahía de Puerto Pirámides el 23 de septiembre de 2006, 4 años después de su rescate.
LA PARTICIPACIoN
DE TODOS
“El mejor recuerdo fue ver a toda la gente asistiendo a la ballena. Todos dejaron de hacer lo que estaba haciendo y corrieron hacia la playa. Vecinos que quizá no tenían una muy buena relación, trabajaban codo a codo para mantener a Garra húmedo y confortable” rememoró Pinino. “Y fue gracias al accionar de toda la comunidad que “Garra” pudo ser rescatado, esto demuestra la importancia del esfuerzo colectivo para llevar a cabo grandes logros como, en este caso, salvar la vida de una gran ballena”
Aunque ya pasaron 16 años, la historia se recuerda como si hubiera ocurrido ayer, y se transmite de generación en generación, especialmente el 25 de septiembre, durante la celebración del Día de la Ballena.