“Empleo precario”
–¿Qué distingue a Zolvers de las clásicas agencias de colocación? –preguntó Página/12 a Juan Manuel Ottaviano.
04/10/2018 El País–¿Qué distingue a Zolvers de las clásicas agencias de colocación? –preguntó Página/12 a Juan Manuel Ottaviano.
–Hay dos tipos de agencias. La legal le cobra al empleador por encontrarle un trabajador. Un ejemplo de las ilegales es esa que se promociona con pasacalles con la leyenda “Mucamas eran las de antes”: ellas deben pagar por contactarse con empleadores. En este caso ellas no pagan por ingresar a Zolvers y eso está bien.
–¿Entonces su evaluación es positiva?
–No es tan sencillo. Hay que evaluar seriamente si las plataformas son un camino a mejores condiciones de trabajo. Hasta ahora colaboran en generar empleo precario o al menos no mejoran la situación de los sectores. En este caso me parece positivo que le ofrezcan al que contrata el servicio para facilitar la registración. Pero hay grises.
–¿Cuáles son?
–Concentran una enorme cantidad de datos de quienes se ofrecen. ¿Quién vela por la seguridad de los datos? Por otro lado, la plataforma funciona cuando la mayor cantidad de personas que quieren ofrecer su trabajo y las que quieren contratar lo hacen a través de ella. Se vuelve monopólico. Se estandariza el intercambio de capital y trabajo en función de menores costos, precios y salarios más bajos.
–¿Es legal que se califique a las empleadas pero no al revés?
–Sí, pero habría que preguntarse si esa desigualdad implica un respeto de la intimidad. Ellas no solo no pueden calificar al empleador sino que tampoco tienen mucha información a la hora de elegir.
–Y el precio de la hora no lo pone la trabajadora sino la plataforma.
–Zolver es intermediaria, organiza el trabajo. Pero está fijando el precio inicial: otro gris. Hay una responsabilidad secundaria. La formación profesional y salarios dignos también son una responsabilidad de quienes administran las aplicaciones. Por otro lado, si hay un accidente, ¿qué sucede? Si el empleador la califica mal, eso tiene consecuencias sobre la vida de la persona. El mensaje es “si no te gusta, devolvenos el producto y te devolvemos el dinero”. Pero no son productos… También hay que preguntarse si a esto no lo podría hacer el Estado.
–¿De qué manera?
–Organizar algo similar dentro de un sistema de capacitaciones. Quienes contratan podría tener la tranquilidad de que se trata de alguien capacitado, registrado, con ART. El Estado podría garantizar estándares mínimos de trabajo decente y respeto de la intimidad. Hay modalidades de trabajo que encierran flexibilidades propias de la prestación, como el trabajo en casas particulares. Hay que preguntarse si la modalidad de contacto a través de las plataformas asienta esas flexibilidades en favor de un modelo más dinámico o, por el contrario, precariza digitalmente la prestación.