Brasil: “Los ciudadanos son los que van a resistir”
Las últimas elecciones son un golpe a la democracia brasileña, pero uno que hay que resistir. Un cuadro histórico del progresismo habla de movilización, integración y cómo frenar el avance del autoritarismo.
12/11/2018 EL MUNDOLas últimas elecciones son un golpe a la democracia brasileña, pero uno que hay que resistir. Un cuadro histórico del progresismo habla de movilización, integración y cómo frenar el avance del autoritarismo.
La democracia en Brasil está amenazada, sí, pero el corazón todavía late. Con una cita de la banda de rock brasileña Los Titanes, Juca Ferreira, ex ministro de Cultura durante los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, sintetiza el espíritu de resistencia ante los desafíos que vienen. Frente a los resultados de las últimas elecciones que llevarán al ultraderechista Jair Bolsonaro al Palacio del Planalto el primero de enero, de lo que se trata es de trabajar para proteger la democracia, afirma Ferreira en diálogo con Páginal12. En su paso por Buenos Aires, el sociólogo y gestor cultural brindó la conferencia “Los desafíos de los próximos 10 años en la Defensa de los Derechos Culturales”, en el marco de la presentación del libro “Reflexiones sobre las políticas culturales brasileñas en el siglo XXI. Artículos y discursos de Juca Ferreira”, editado por la editorial RGC y el Observatorio de Culturas Políticas y Políticas Culturales del Centro Cultural de la Cooperación.
–Durante su mandato como ministro hizo un gran énfasis en dar visibilidad a la diversidad cultural que existe en Brasil, ¿qué estima que pasará con esta diversidad ahora con la presidencia de Bolsonaro?
–La diversidad es parte del cuerpo social de Brasil. No depende de la posición del gobierno. El gobierno tiene un rol importante de estimular, de reconocer, de transformar en patrimonio cultural esa complejidad y esa pluralidad cultural que es étnica, que es etárea, es territorial. Esa complejidad tiene que ser transformada en el gran cemento de la cohesión social del país. La identidad nacional vive del reconocimiento de esa pluralidad. Pero, ahora, se está golpeando fuertemente a la cultura en todos sus aspectos. No aceptan la libertad de expresión, no aceptan la posición crítica de la cultura frente a las diferencias sociales de Brasil. Entonces, están intentando domesticar la cultura en Brasil. Pero otros ya lo intentaron, no es un problema nuevo.
–¿Cómo sería domesticar la cultura?
–Por ejemplo, el dueño de un canal de televisión, Silvio Santos, lanzó de nuevo una campaña de la época de la dictadura: “Brasil, ámelo o déjelo”. O sea, no hay espacio para la crítica. Es la sustitución de una participación democrática por algo totalitario, uniforme, sin posibilidad de crítica.
–¿Usted piensa que la democracia en Brasil está amenazada?
–Sí. Después de apartar del poder a (la ex presidenta de Brasil) Dilma Rousseff ilegalmente, inconstitucionalmente, construyeron un proceso avasallador de manipulación de la opinión pública y eligieron a Bolsonaro, que va a intentar perpetuarse en el poder a través de la utilización de la represión combinada con la manipulación, con los mecanismos de lawfare, judicializando la política, además de criminalizar a la oposición y la no aceptación de los movimientos sociales. Bolsonaro ya está diciendo que va a poner en la ilegalidad el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra y el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo, y que va a extinguir el Partido de los Trabajadores. Entonces, es una tendencia protofascista que está en el gobierno.
–La conferencia que vino a presentar trata sobre los desafíos en los próximos 10 años para defender los derechos culturales. ¿Cuáles serían los principales desafíos?
–Primero, es importante que el Estado tenga una posición democrática de respeto, estímulo, construcción e institucionalización de los derechos culturales: derecho la expresión, derecho a la identidad, derecho al acceso a los medios, derecho de la singularidad, son muchos aspectos. Los derechos culturales están en el estatuto de las Naciones Unidas de los derechos del hombre, pero es necesario comprenderlos en su complejidad. Y en Brasil la cultura tiene un rol importante. Muchas veces, es la dimensión que humaniza comunidades que viven en situaciones muy precarias y cuando el Estado tiene una tendencia autoritaria y de negación de los derechos culturales es muy malo para la sociedad.
–¿Usted piensa que dentro de los próximos cuatro años se va a invertir en cultura desde el Estado?
–Extinguir todo totalmente sería imposible, crearía una repercusión muy grande, pero están achicando hasta que, finalmente, no tenga mucha importancia.
–Bueno, hemos visto ya con el gobierno de Michel Temer lo que causa la desinversión con el incendio en el Museo Nacional en Río de Janeiro. ¿Teme que pueda volver a pasar?
–Sí, claro. La precariedad es un problema serio de los equipamientos públicos. La no inversión precariza en todos los sentidos los procesos culturales de sus estructuras físicas. Vamos a vivir un momento muy difícil. Además, están buscando controlar la opinión pública, dificultar la libre expresión en los medios, quieren intervenir internet, también, para controlar la opinión. Estamos viviendo un momento semejante a la dictadura, sin militares o con participación discreta de los militares. Infelizmente, lograron un nivel de legitimación a través del voto con la elección de Bolsonaro.
–En este contexto, ¿cuál es el rol que tienen que tener los ciudadanos?
–Total. son los ciudadanos la que va a resistir a ese proyecto autoritario y van a construir una resistencia plural. Los artistas brasileños están muy movilizados en contra la fascistizacion de Brasil. Todos. Los más famosos son Caetano Veloso, Chico Buarque, Maria Bethânia, entre otros. Ellos (del lado de Bolsonaro) tienen a dos o tres.
–Me hablaba de los desafíos en el campo cultural, ¿cuáles serían los desafíos desde la política?
–Primero, construir una resistencia democrática amplia que logre hacer una barrera contra el avance del fascismo y del oscurantismo. Ellos quieren que las mujeres vuelvan al hogar, que los negros desistan de conquistar derechos, que los indígenas pacíficamente pierdan sus territorios y sus culturas. Es un proyecto dentro del que Brasil no cabe. Y van a utilizar la fuerza para intentar lograr eso. Es necesario que los partidos politicos democráticos participen, que las organizaciones sociales participen, pero lo decisivo es la participación de los ciudadanos. Y tener un foco. Son tantos los problemas que la gran dificultad del momento es tener un foco, porque los tipos están intentando llevar a Brasil 50 años atrás.
–¿Y cuál sería el foco principal?
–La democracia, mantener la democracia, recuperar la democracia. Ese es el foco principal y es el que nos une a todos. A toda esa diversidad de temas, de problemas, de desafíos, la democracia es lo que crea los lazos. La prioridad internamente en Brasil es, entonces, la construcción de un gran frente amplio democrático, popular, por la soberanía y por la democratización del país. Para afuera, fortalecer los vínculos de los que luchan por la democracia en toda América Latina. Creo que esa es la prioridad. Me gustaría ver a Argentina y Brasil más unidos.