Cinco bodegas a pocos kilómetros de Neuquén para vivir la vendimia
Una ruta en la que la estepa se transforma en gran vino.
28/03/2019 TURISMOUna ruta en la que la estepa se transforma en gran vino. Un paseo entre la vendimia, el proceso de elaboración del vino y los sabores de chefs expertos. Lugares en los que se combina la tradicional producción agropecuaria con lo industrial de las bodegas.
Millares de gotas de agua robadas al Río Neuquén mediante 9 estaciones de bombeo hacen sangrar en vino a un pedazo de estepa patagónica. Desde fines de enero hasta principios de abril es tiempo de vendimia en San Patricio del Chañar. Son días en que uvas, orujos y taninos se mezclan en una fórmula química tan vieja como el mundo.
La ruta del vino en Neuquén se concentra a 48 km de Neuquén capital, donde hay 5 bodegas para recorrer y también hay una en Chos Malal.
La Bodega Malma, sobre Ruta 7, surge en una montaña verde. Adentro, Julio Viola hijo, uno de sus dueños, recibe a los turistas y cuenta que hace pocos meses se separaron de la Bodega de Fin de Mundo, del grupo Eurnekian, e invita a pasar.
Todas las bodegas de esta zona son jóvenes, modernas y están equipadas con la última tecnología. También están preparadas para recibir a los turistas, ya que se puede realizar visitas guiadas, comprar y degustar de vinos, y comer en restaurantes guiados por especializados chefs.
Los que trabajan allí siguen el ritmo de las plantas. Marchan lentos en invierno y se mueven en primavera. Por estos días, en que la vendimia enfrenta sus últimas semanas, amenazada por las heladas, todo es movimiento.
Muy cerca, en la Bodega Schroeder, la gente llegó temprano para la cosecha. Vestidos de ropa de fajina y con sus cabezas cubiertas con telas para salvar las orejas del sol y los mosquitos comenzaron a juntar los racimos con los que se elaboran los vinos.
Neuquén, Río Negro y La Pampa, conforman la Región Vitivinícola Sur. En estas zonas, los suelos, el clima seco, vientos moderados y una gran amplitud térmica dan gran sanidad a los cultivos y un excelente nivel de acidez, que se vuelca en buenos vinos.
En la chacra, al lado de los trabajadores entre bardas marrones, la máquina cosechadora mecánica enhebra las hileras de vides y las sacude con fuerza. Los granos van a una tolva y en la planta, los escobajo s de los racimos quedan desnudos.
Miguel, el encargado de la chacra en Schroeder, cuenta que en todas las bodegas se hace cosecha mixta, entre manual y mecánica. Él es hijo de bodegueros y a lo que traía de la cuna, le sumó conocimiento en su interacción con enólogos e ingenieros. Explica que una vez que los granos están en los bines de plástico blanco marchan para la bodega.
En Malma, Julio conduce a los turistas por salas frías en las que el arte brinda con buenos vinos. Hay cuadros y esculturas que valen 2.000 dólares, en muestras que se renuevan cada cinco meses. El edificio es moderno y en los bordes de la sala están las barricas nuevas de roble francés.
Pasan a una lugar con varios tanques de aluminio y allí el aire huele a mosto. De repente, el portón de atrás de la bodega se abre y se cuela la luz que encandila. Los tractores hacen rugir sus motores y acercan los bines con uvas hasta el lagar, donde comienza la molienda.
La uva va por el elevador de línea, pasa por una despalizadora y se bombea a los tanques de fermentación. Una vez adentro, el enólogo conduce los destinos del mosto. Los macera en frío, lo expone a las levaduras naturales que lo fermentan, incorpora levaduras nuevas.
Cuentan que la semilla hace cuerpo y el hollejo hace el color. Y que los vinos jóvenes pueden estar listos en septiembre y los viejos pueden estar dos años.
Alise tiene el origen de las barricas y en un castellano mezcla con francés cuenta que a la bodega Shroeder llegan a diario personas de diferentes lugares de la provincia, pero también turistas brasileros o de otros países, que aprovechan el paso hacia la cordillera para pasar un día diferente, probar y comprar vinos.
Dentro de la bodega, Noelia explica paso a paso el proceso de los vinos y dice que la uva de la torta, es la cava del dinosaurio. En una sala vidriada muestra la réplica de un hueso de dinosaurio herbívoro que se descubrió mientras estaban en el proceso de construcción de la bodega.
Al final de cada visita, nadie se va sin probar. Colores, aromas y frescuras de vinos blancos y tintos giran por las copas. Se beben y ponen el sello de calidad a una visita de lujo.
Bodegas para visitar en S.P del Chañar
Bodega Del Fin del Mundo Primera bodega moderna de San Patricio del Chañar y la más grande. Ruta Provincial Nº 8 en el km 9. El Chañar.
Bodega Familia Schroeder Además de las visitas guiadas, se puede apreciar un dinosauio encontrado en el lugar. Tiene restaurante gourmet.Ruta Provincial Nº 7, picada.
Bodega Secreto Patagónico Se realizan visitas y degustaciones pero solo con reserva. Ruta Provincial Nº 7 en la picada 4 y media.
Bodega Malma Su vista es excelente; se puede observar la belleza de los viñedos en contraste con la estepa. Ruta Provincial Nº 7 calle 15.
Bodega Patritti presenta un diseño arquitectónico novedoso con un techo ondulado. Ruta Provincial Nº 7, picada 1 Norte.