Santa Fe: El peronismo vuelve a la Casa Gris y Javkin gobernará Rosario
Perotti cantó victoria, con una gran labor en Rosario y otros enclaves. El candidato del Frente Progresista sacó una luz de ventaja a Sukerman
17/06/2019 POLÍTICAPerotti cantó victoria, con una gran labor en Rosario y otros enclaves. El candidato del Frente Progresista sacó una luz de ventaja a Sukerman
La ola peronista se hizo sentir con todo en la provincia de Santa Fe. Después de doce años de gobiernos progresistas, el frente Juntos, confirmó la saga de triunfos nacionales de la unidad del peronismo y Omar Perotti se probó el traje de gobernador. En Rosario, Pablo Javkin salvó la ropa del Frente Progresista y será el futuro intendente de la ciudad.
Las históricas elecciones en la bota fueron un ejemplar test de proyectos en pugna. Perotti supo seducir a los santafesinos con un discurso moderado, pero enérgico y casi exclusivo: «Orden y paz», fueron las consignas. Supo clavar el aguijón en el centro del principal déficit de todos estos años de gobiernos del Frente Progresista: la inseguridad.
Esa situación, sumado al innegable tufillo nacional que sobrevoló la campaña, generaron un manantial de votos peronistas en los barrios. La performance de Perotti-Alejandra Rodenas en Rosario (superó a Antonio Bonfatti por casi 60 mil votos en el departamento y 30 mil en a ciudad) fue serpenteando el fundamento de la victoria.
Ganar Rosario a gobernador fue como haber tomado la colina, siempre fiel y leal al Frente Progresista durante la casi totalidad de las elecciones a gobernador,desde 1983 hasta hoy. Pero no sólo Rosario estuvo cerca, esta vez, para los peronistas. En el Departamento La Capital, el rafaelino también se hizo del triunfo. Bonfatti mejoró la performance de la primaria en ese enclave y dejó tercero al intendente de la ciudad de Santa Fe, José Corral, quien no pudo progresar respecto de las primarias.
Mal negocio para radicales y socialistas haber roto la alianza global. Corral perdió la ciudad que gobierna, el socialismo no presentó candidato con ADN propio a intendente y ambos vieron cómo perdían la provincia a manos del peronismo. No supieron construir una malla protectora provincial. Y así les fue.
El socialismo se queda sin intendente de Rosario y sin gobernador. Un balance que marca un fin de ciclo doloroso y que necesita mucho análisis y mucha autocrítica para explicar las clave.
El contraplano a la derrota provincial y a la caída de la intendenta de Rosario, Mónica Fein, frente al periodista deportivo Marcelo Lewandowski es la victoria contundente del gobernador Miguel Lifschitz a diputado provincial.
El jefe de la Casa Gris duplicó los votos de Leandro Busatto y de la mediática Amalia Granata, de formidable performance, al punto que sumará varios legisladores.
La victoria resonante de Perotti confirma la continuidad de los triunfos peronistas en todos los distritos en los que concurre unido a elecciones. En ese sentido, Santa Fe fue el germen de la unidad peronista. La puesta en práctica comenzó en 2015, siguió en las elecciones legislativas de 2017 y se coronó ayer en los comicios a gobernador.
La excepción a la regla
El triunfo de Perotti, como los anteriores, le marcan el camino a los peronistas y, en verdad, al panperonismo. Así como el episodio santafesino confirmó la tendencia ganadora de la unidad, la caída del Frente Progresista representa la primera derrota de los oficialismos. Todos los otros candidatos oficialistas a gobernador disfrutaron de sendas victorias.
Perotti deberá gobernar con minoría en la Cámara de Diputados, aunque tendrá once senadores peronistas a favor y ocho en contra (siete del Frente y uno de Cambiemos). Desde mañana hasta el 11 de diciembre deberá convivir el gobernador en funciones con el gobernador electo. El Frente logró ganar las ciudades de Villa Gobernador Gálvez y Venado Tuerto.
A la hora de hablar en público, el senador rafaelino priorizó el discurso provincialista, no hizo mención a la cuestión nacional y repasó los principales ejes que ya había mencionado en la campaña.
En Rosario, Javkin debió sudar la gota gorda para festejar la victoria. La elección de Sukerman fue muy buena y puso, como nunca antes, al peronismo al borde de la victoria en Rosario, algo que no sucede desde 1973. El concejal pudo imponerse merced al traslado de votos desde Cambiemos a su candidatura. El voto útil funcionó aquí de maravillas para Javkin.
Para que no gane el peronismo, numerosas voluntades de Cambiemos cruzaron el corral.
Con las victorias de Perotti, Emilio Jaton en la ciudad de Santa Fe y Javkin en Rosario asoma un flamante escenario político que deberá ir, inevitablemente, hacia la construcción de nuevas mayorías. La unidad peronista deberá trasladarse a la formación del nuevo gabinete. Javkin tomó nota del rechazo al socialismo, pero deberá mantener los mejores cuadros y continuar la excelente gestión en salud que llevaron y llevan adelante las administraciones socialistas.
El futuro del socialismo se conjuga en tiempo de verbo imperfecto. La interna profunda, costosa, no disimulada que se registró en los últimos años —tras la salida de escena del líder indiscutido, Hermes Binner— entre Lifschitz y Bonfatti deberá ser saldada. Se escribió hasta el hartazgo en La Capital, antes del diario del lunes, que si ese liderazgo bifronte no se nutría de affectio societatis perderían el poder en la provincia y en Rosario. Y, ayer, lo perdieron. Ahora sí, se escribe en el diario del lunes.
Pero las elecciones se ganan y se pierden. En el caso de la provincia, operó como casi siempre, la teoría del péndulo. Los ciclos políticos se cumplen por una variedad de causas, entre ellas la necesidad de airear la casa. En este caso, la Casa Gris.
La seguridad, el gran emblema
El Frente Progresista no pudo imponer como tigre de papel el relato sobre la obra pública, la ausencia de casos de corrupción y el miedo al pasado. No se dio cuenta, no pudo o no quiso aprehender el mensaje que venía de la sociedad, fundamentalmente de los rosarinos: los reclamos por la inseguridad. Una materia nunca aprobada por el progresismo local.
La división del viejo Frente Progresista entre Cambiemos y la coalición oficialista diezmó a ambos. No supieron construir una entente que alambre la provincia y los haga competir en la Nación. Esa división se transformó en un boomerang. Se sacaron votos entre sí y ayudaron a que el peronismo cante victoria.
Es Perotti la efigie de lo que fue históricamente el PJ vencedor en la provincia. Moderación, poca atracción hacia los extremos y un discurso productivista que no lo aleja de los sectores más dinámicos de la economía santafesina. No funcionó la táctica discursiva de Bonfatti, al intentar alinear al senador nacional con “la derecha” o “el conservadurismo”. Por el contrario, los tiempos están cambiando, y Perotti maximizó el discurso ganador de “orden y paz”.
La resistencia socialista presentará batalla desde la Cámara de Diputados. Lifschitz se verá obligado por las circunstancias a presidir el cuerpo y monitorear la gestión de su sucesor. El contundente triunfo que tuvo en Diputados lo convierte en candidato natural para las elecciones de 2023, aunque en política parezca un eternidad.
A la par de festejar su gran victoria individual deberá ejercer una profunda autocrítica. Empieza en la interna del socialismo un capítulo central y nuevo: intentar suturar las heridas pero sin gobernar Rosario ni la provincia. Deberán preguntarse, por qué pasó lo que pasó.
En la vereda de Cambiemos todas son lágrimas. El macrismo santafesino se cayó como un castillo de naipes y quedó fuera de toda competencia. Deberá decirse en favor de sus entusiastas representantes (Corral a gobernador y López Molina a intendente de Rosario) que la economía nacional los sacó de carrera.
Vuelve el peronismo a gobernar Santa Fe. Curiosamente, la derrota del gobierno santafesino se emparenta con la debacle que experimentó Jorge Obeid con sus candidatos, en 2007. El entonces gobernador peronista tuvo que entregarle el poder a Binner, pese a tener casi los mismos índices de adhesión que hoy tiene Lifschitz, quien tendrá que entregarle el poder y los atributos a Perotti.
Una de las grandes cuestiones por venir y por develar en el intermezzo entre las elecciones y la asunción de las nuevas autoridades será la composición de los gabinetes provincial y municipal. ¿Apelará Perotti exclusivamente a la identidad peronista o abrirá sus equipos a extrapartidarios y referencias de la sociedad civil? ¿Qué hará Javkin al respecto? ¿Mantendrá lo mejor de las estructuras socialistas y avanzará con otros referentes? Hoy, nadie lo sabe.
Como en los viejos tiempos, Rosario tendrá un intendente progresista y un gobernador peronista no nacido ni criado en la ciudad. Todo un desafío para Perotti. Toda una responsabilidad a afrontar para Javkin.
El peronismo nacional festejó la victoria de Perotti como propia. La derrota del Frente Progresista le achica márgenes a Lifschitz para arrancarle espacios en las listas al poco entendible Roberto Lavagna, quien parece haber sellado una alianza con el peronista conservador salteño Juan Urtubey. Todo un intríngulis que deberá empezar a resolverse desde hoy mismo.
Para Cambiemos el triunfo de Perotti no es una buena noticia, pero tampoco lo hubiera sido un triunfo de Bonfatti que, desde el primer minuto, hubiese engordado las chances de la tercera vía. Por lo demás, ha sido una decepción total la performance de Cambiemos en las categorías legislativas.
Empieza una nueva historia en la provincia. Empieza otra historia en Rosario.