Nerón: el intendente wichi y su cosmovisión política
Fue electo con más del 45% de votos aborígenes y criollos en Santa Victoria Este. Su gabinete será de originarios. Tendrá un consejo de caciques y ancianos.
22/11/2019 MUNICIPIOSFue electo con más del 45% de votos aborígenes y criollos en Santa Victoria Este. Su gabinete será de originarios. Tendrá un consejo de caciques y ancianos.
Más de 40 años han pasado y aún mantiene en la memoria aquel recuerdo de su infancia; un niño wichí de apenas 11 años de edad, agobiado por el hambre y el calor, camina por la antigua ruta provincial 54, cruzando madrejones y la espesura del agreste Chaco salteño en busca de un poco de comida. Esa búsqueda no le deja mucho margen para otras cosas. Solo se trata de vivir, o mejor dicho, de sobrevivir. Así, Rogelio deambula el límite entre la vida y la muerte a lo largo de 270 kilómetros desde Alto La Sierra hasta Tartagal. La caminata le lleva más de 10 días entre espinillos y chaguarales y con el sol calcinante del norte salteño, pero no hay más opciones. Es caminar en busca de trabajo y comida o morir en el intento y en medio del camino.
Cuatro décadas y algunos años después, Rogelio Nerón, dirigente de la comunidad wichi en Alto La Sierra, recuerda esas imágenes y no puede evitar la emoción. Hoy, convertido en el intendente electo de Santa Victoria Este, en Rivadavia Banda Norte, elige esa historia personal para comenzar el relato de su vida, sus proyectos, sus anhelos y sus temores, en esta nueva etapa que le toca vivir. Es el primer intendente salteño nacido y criado en una comunidad originaria. Exponente de su cultura dentro del mismo contexto geográfico y social que lo vio nacer y ahora convertido en el jefe comunal de una sociedad integrada por aborígenes, pero también por criollos, lleva ese peso que la historia política en Salta ya le puso encima. Esta es su vida.
Rogelio Nerón tiene 51 años en los papeles, pero es una «edad robada». Se vio obligado a gestionar su DNI cuando pudo llegar por sus propios medios a una oficina de documentación. Era todavía un niño. Su madre había muerto cuando él nació. Sufrió el abandono de su padre y quedó al cuidado de una familia cercana en la comunidad wichi de Alto La Sierra. Allí sigue viviendo junto a su esposa y seis hijos, con quienes mantiene el legado cultural de una raza. Ahora que es intendente debe pensar en mudarse a la sede comunal de Santa Victoria Este, aunque Rogelio asegura que su trabajo «no será en las oficinas» y que su casa estará en cada una de las comunidades originarias que habitan la región. Desde allí piensa ayudar a sus hermanos, pero también a los «hermanos criollos, porque aquí todos sufrimos por igual».
Rogelio Nerón participó en las pasadas elecciones generales como candidato a intendente del Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo. Obtuvo el 45,5% de los votos -unos 3.300 sufragios- de un total de 7.700 electores que concurrieron a las urnas. Derrotó a Moisés Balderrama, uno de los «históricos» de la región que aspiraba a su quinto mandato en la comuna, por una diferencia superior a 1.000 votos.
La población total de Santa Victoria Este está compuesta por un 70% de originarios y un 30% de criollos. De un análisis del escrutinio surge claramente que a Rogelio Nerón no solo lo votaron las comunidades aborígenes, sino también esos criollos que completan el padrón electoral. No se trató entonces de un triunfo político en términos sectarios ni tampoco culturales, por lo que Nerón sostiene que será necesaria una visión totalmente inclusiva para su gobierno, algo que no pasa en la gestión actual.
Un paradigma
El viento levanta en remolinos una arena lacerante en las calles de Santa Victoria. La plaza del pueblo es un oasis donde apenas se soportan los 45 grados de sensación térmica. A unos kilómetros al noreste de allí, el río Pilcomayo ofrece el «verdor y aroma», pero con el riesgo permanente de las crecidas anuales y los desbordes que cobran su cuota de destrucción. Es extraño; la sequía afecta como pocas veces a la población, pero el río Pilcomayo está muy cerca del barranco y a punto de desbordar.
Este paradigma es el resumen de la contradicción geográfica del lugar: la riqueza de una región se contrapone con la realidad económica y social de sus habitantes.
“Este es sin dudas el municipio más pobre de la provincia y tal vez de todo el país”, dice Rogelio. “Aquí hay muchas cosas por hacer, pero al día de hoy la aflicción más grande que tenemos es el agua. Hay una preocupación muy grande de los hermanos criollos porque se le están muriendo los animales. Apenas asuma como intendente voy a sentarme con el Gobierno para ver cómo llevamos ayuda para toda esa gente que la está pasando muy mal”.
Nerón vuelve a su mensaje inicial. “Yo tengo que pensar no solo en mis hermanos aborígenes, sino también en los criollos. Todos la estamos pasando muy mal y necesitamos que nos ayuden. Hay varias escuelas en la zona rural que hace rato dejaron de dar clases porque no tienen agua”, reveló.
Sumarios administrativos
El electo intendente de Santa Victoria es chofer de la ambulancia de Alto La Sierra y tiene varios sumarios administrativos por haber roto el vehículo. “Si es verdad. Pero hay pacientes que se me murieron en el camino y no pude hacer nada. Por eso cada vez que tengo un traslado lo hago lo más rápido que puedo, pero los caminos no ayudan”.
Es que Alto La Sierra, su lugar de origen y actual residencia, está ubicado a 80 kilómetros de Santa Victoria y el estado de los caminos obliga a un viaje de al menos tres horas. Cuando asuma como intendente deberá viajar a diario hasta la sede comunal para ejercer su función y algunos de sus colaboradores ya le aconsejaron cambiar de domicilio, pero Nerón sostiene que estará presente no solo en el pueblo, sino en todos los parajes donde haya comunidades.
Desde aquella desesperada búsqueda de comida que lo obligó a caminar cientos de kilómetros cuando era niño, hasta esta realidad que lo pone como el primer intendente wichi, la población aborigen más numerosa de la provincia, Nerón reconoce que la falta de experiencia en la administración pública le puede jugar en contra.
Si bien se desempeñó como dirigente aborigen y desde ese lugar llegó al Congreso de la Nación, admite que esto es algo totalmente distinto. “Es como si fuera un sueño para mí. En realidad nuestros ancianos tuvieron este sueño y el que yo tenga documento argentino me dio la posibilidad de participar y salir electo. Yo soy un agradecido del Estado, porque pienso que me dio una oportunidad y eso para las comunidades es invalorable. Pero ahora desde adentro será distinto. Voy a ver el funcionamiento administrativo desde otro lugar, que es el de la toma de decisiones y con una visión distinta. Tengo que buscar asesoramiento en todos lados. Nunca gobernamos ni administramos una institución, pero las personas aprenden y yo tengo el espíritu de preguntar. Nadie nace sabiendo y yo siempre aprendí desde la propia experiencia”, señala con humildad.
El hombre busca la sombra de un algarrobo. Está rodeado de varios integrantes de su comunidad. Acaban de salir de una “mesa de concertación” con criollos donde trataron temas urgentes para la gestión que comenzará en pocos días.
A Rogelio Nerón la transición no le quita el sueño. No quiere hablar de una buena o mala administración de su contrincante político, y aunque asegura que con Balderrama son amigos, hasta el momento no tuvieron ningún tipo de diálogo. “No quiero hablar si habrá sido un mal o buen gobierno. Vamos a llegar y ver cómo está todo. Con Balderrama siempre fuimos amigos y él llegó a ser intendente también porque nosotros los aborígenes le dimos la oportunidad. Yo le dí mi voto y mis hermanos también, pero con la esperanza de que comparta la gestión de las cosas. Hubo poca respuesta y por eso creo que la gente votó de esta manera. Se dieron cuenta de que no estaba respondiendo a lo que el pueblo quería. A mí se me hizo muy difícil ser pobre y hacer campaña mientras los otros políticos se preparaban para seguir gobernando”, disparó.
De a poco y a medida que la charla va ganando confianza Nerón habla de un esquema de poder y surgen de su razonamiento detalles interesantes que pueden marcar un punto de inflexión en la política de esa zona. Es que la elección del dirigente wichi marcó un hecho histórico en la provincia. Será el primero en asumir en esa condición y aunque en Urundel la elección del dirigente ava guaraní, German Caraita también posiciona a un aborigen al frente de la comuna, el contexto social, cultural y urbano es diferente al que se dio en Santa Victoria. Allí Nerón, además de intendente, se transformó en el punto de referencia de varias etnias. “La gente decidió buscar un cambio o habrá visto que es necesario que llegue un indígena con otras ideas. No importa el dialecto; sea wichi, toba, chorote o chulupí”, expresó.
Consejo de ancianos
Nerón ya anticipó algunas de sus decisiones políticas. “Nosotros apoyamos al hermano criollo y ellos armaron su gabinete sin interferencia. Nosotros queremos lo mismo. Mi decisión es que todos mis funcionarios serán miembros de las comunidades. No habrá criollos en mi gabinete, pero respetaremos la participación en el Concejo Deliberante. Esto no significa que vamos a gobernar solo para los aborígenes. Mi gobierno será para todos”, insistió.
El triunfo de Nerón en las elecciones pasadas le deja comodidad en el Concejo Deliberante, donde tiene la mayoría de ediles. Pero esta posición tampoco parece importarle demasiado. “Los gobiernos criollos han tenido siempre problemas por no escuchar a los caciques y conmigo eso va a cambiar. Voy a conformar el Consejo de Caciques y Ancianos, que será mi órgano de consulta”, aseguró.
Estas dos definiciones son las bisagras en el nuevo gobierno municipal de Santa Victoria Este. Indudablemente Nerón aportará una enorme cosmovisión al tradicional esquema político en esa región. Solo resta esperar tolerancia, apoyo y discreción por parte de aquellos que ya tuvieron su oportunidad.