La post verdad ahora viene con metáforas
El ministro de Hacienda dijo que "hay más gente con frío, pero más agua caliente en el termotanque", para describir una crisis galopante y un endeudamiento record.
26/11/2019 El PaísEl ministro de Hacienda dijo que «hay más gente con frío, pero más agua caliente en el termotanque», para describir una crisis galopante y un endeudamiento record.
“Hay más gente con frío pero tenés más agua caliente en el termotanque”, resumió el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, la herencia que deja el gobierno de Mauricio Macri a la próxima administración. Buscó instalar la idea de que hay indicadores muy visibles que se deterioraron pero que hay otros que ofrecen un plafón para el futuro crecimiento. Entre los primeros, está la suba de la pobreza hasta el 38 por ciento, la inflación superior al 50 por ciento y el fuerte deterioro del empleo formal. En cambio, en el capítulo del “termotanque” estaría la mejora de la situación fiscal, ya que el año terminaría con un déficit primario del 0,5 por ciento, pero sin contar la abultada carga de los intereses de la deuda, y el superávit de la cuenta corriente, que este año se verifica gracias a la combinación entre la profunda crisis local y la suba del dólar. El macrismo quita relevancia al tema de la deuda pública, aunque sea el principal condicionante (y con un riesgo de cortísimo plazo) para el próximo gobierno, a causa de fuertes vencimientos de deudas que tomó el propio gobierno de Cambiemos.
“En términos de bienestar, los resultados son inferiores a los esperados. Hay recesión, subió la pobreza y la inflación pasó del 30 por ciento inicialmente al 55 por ciento para fin de año”, comenzó el ministro Lacunza el diálogo con periodistas en el Salón Belgrano del Palacio de Hacienda. Más allá de ese diagnóstico, el gobierno busca bajarle el precio al deterioro de los indicadores sociales. Por ejemplo, plantea que la pobreza subió del 32,2 al 35 por ciento, cuando en realidad el punto inicial fue algo por debajo del 30 por ciento y el legado será alrededor del 38 por ciento, coinciden especialistas. “Es similar al promedio desde la recuperación de la democracia”, se defiende el gobierno. En efecto, la democracia tiene como gran deuda perforar el piso de 30 por ciento de pobreza. No es menos cierto que el gobierno actual utilizó como slogan “pobreza cero”, pero que uno de cada cinco pobres actuales ingresó a esa situación durante los cuatro años de Macri.
Inflación y desempleo
Macri prometía en 2015 que la inflación sería lo más fácil de resolver, porque era el reflejo de un gobierno ineficiente. El resultado es que la inflación pasó del 27 por ciento anual en 2015 (según las estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires) al 55 por ciento. La inflación, que era un problema a atacar, se volvió un riesgo de otro calibre. A la vez, la inflación por arriba del 50 por ciento obliga al próximo gobierno a mantener el congelamiento de las tarifas de servicios públicos que Cambiemos aplicó en los últimos meses para mejorar sus chances electorales, lo cual tiene impacto negativo en las cuentas fiscales, al igual que necesarios aumentos de jubilaciones y asignaciones.
Por el lado del desempleo, Lacunza planteó que el 6,6 por ciento de desocupación según el Indec a fines de 2015 se había obtenido en base a una manipulación estadística, y que en cambio esa tasa era del 10 por ciento. Agregó que “en cuatro años se crearon 1,25 millones de puestos de trabajo, que no fueron suficientes para albergar a 1,8 millones de nuevos trabajadores. No hubo una disminución neta de empleo”. De todas formas, Lacunza admitió que “buena parte es cuentapropista o no registrado. Hay un deterioro en la calidad pero no en la cantidad”. Según las cifras del sistema previsional, el empleo privado formal se redujo hasta agosto pasado en casi 200 mil puestos. “El mercado laboral ajustó por precio y no por cantidad”, concluyó el ministro. El problema es que la diferencia entre un empleo formal y uno informal no es únicamente el “precio” (salario de bolsillo) sino en primer lugar los derechos: de seguridad e higiene en el trabajo, de tener vacaciones, aguinaldo, licencia por enfermedad, estabilidad e indemnización, entre otras.
Frente fiscal y externo
Entre los supuestos “cimientos” está la mejora del resultado fiscal. Si bien hay un debate abierto en relación a las cifras fiscales, el gobierno asegura que bajo la metodología actual, en 2015 había un 3,8 por ciento de déficit fiscal, sin contar el impacto de 0,9 por ciento del fallo de la Corte por los fondos de la Anses en favor de las provincias y otros supuestos compromisos no reconocidos. El déficit fiscal primario este año sería del 0,5 por ciento, gracias a una fuerte caída del gasto de 5,5 puntos del producto y a pesar de algunas reducciones de impuestos. En este punto cabe resaltar que si bien el resultado primario en ocho meses de 2019 marca un superávit de 31.419 millones de pesos, la carga de intereses de la deuda lleva a que el resultado total sea de un déficit de 520 mil millones de pesos, lo cual equivale a casi 3 puntos del PBI. En diez meses de 2017, por ejemplo, el resultado primario era de -222 mil millones de pesos, pero junto a los intereses el rojo subía a 370 mil millones de pesos.
Por el lado del frente externo, el gobierno plantea que hay una mejora del resultado de la cuenta corriente, desde un déficit de 2,7 por ciento del PIB en 2015 a un rojo del 1 por ciento este año, en buena parte gracias al superávit de la balanza comercial. La mejora se da por un tipo de cambio real multilateral que está en los niveles de 2008 junto al impacto de la crisis de la economía local sobre las importaciones. En paralelo, el frente externo está dominado por la urgencia de la deuda pública, que está en default por el “reperfilamiento” y porque ya es impagable, agotada la canilla de dólares del FMI. Hay riesgo de default descontrolado si no se acuerda con los acreedores, porque todos los actores saben que la Argentina no va a contar con los dólares necesarios para afrontar el año que viene los intereses de la deuda que emitió el gobierno de Macri.