El drama de la comunidad wichi contado desde adentro por una voluntaria
La tarea en Salta de la Fundación CONIN, cuya sede central está en Mendoza, fue puesta en duda nuevamente, ahora por una referente de la comunidad wichi, que cuestionó fuertemente a la institución que fundó y preside Abel Albino.
18/02/2020 MUNICIPIOSLa tarea en Salta de la Fundación CONIN, cuya sede central está en Mendoza, fue puesta en duda nuevamente, ahora por una referente de la comunidad wichi, que cuestionó fuertemente a la institución que fundó y preside Abel Albino. La mujer contó el drama de la comunidad que ha visto morir ocho niños en pocas semanas y como el Estado y la desatención los fue condenando.
Octorina Zamora, voluntaria que colabora con las comunidades indígenas de la provincia, norteña, habló por Radio Nihuil y contó que «la gente de CONIN vino a Salta con Albino a la cabeza, prácticamente utilizando la palabra indígena para poder convencer al Gobierno. Se llevaron, según se dice, miles de pesos, pero a la vista está: ellos vinieron a combatir la desnutrición y resulta que nosotros estamos sufriendo la muerte de los desnutridos».
«Yo personalmente no los vi pero sí tengo referencias de gente que los vio. Lo que hay que destacar es no es que no fue suficiente lo que hiicieron. Su trabajo fue inútil. Con el conocimiento que tengo del doctor Albino, no me dejó nada de confianza»
Entrevistada por Carina Scandura, Octorina explicó que en Salta hay 400 comunidades indígenas reconocidas y otras tantas sin reconocimiento. Y de esas 400, 260 son comunidades wichi. «La realidad es que es un pueblo marginado, olvidado por el Estado. Y ahora está a la vista lo caro que estamos pagando este olvido por parte del Estado porque nosotros estamos lamentando las muertes por el hambre y como siempre las víctimas son los niños».
«Hemos estado en este estado de olvido desde toda la vida. Si no, no estaríamos hoy peleando por el agua. Siento que hay una continuación del genocidio desde el inicio mismo de la República Argentina. Nos enterraron en reservas que ahora se llaman comunidades pero en realidad son reservorios humanos. Después con los desmontes nos empezaron a empujar de un lugar a otro y nos sacaron de donde había aguas ricas. Nos terminaron dejando en un lugar donde no hay agua y si se hacen pozos no se le pone la atención que corresponde para que puedan beber los seres humanos. Entonces se llegó a una parte donde el agua tiene arsénico o está salada. Igual la dejaron. No importa, total son indios», señaló con tristeza la mujer.
«Hace un mes teníamos mucha cantidad de niños internados pero ahora todas las semanas se les está dando de alta a entre 3 y 4 aunque así como van saliendo, van entrando. Solicitamos a la sociedad que nos donen pañales sobre todo, jabón, ropa de verano, agua. Por suerte hay una respuesta de la gente»
Finalmente reclamó: «Acá cada niño tiene una historia y es una historia terrible por lo que si ese chico si no es contenido por el Estado nacional o provincial al poco tiempo vuelve a estar internado».