Alimentan a familias de Villa Constitución y desbordaron por falta de insumos

El comedor comunitario Pancitas Llenas abastecía a 350 familias y hoy la cifra trepó a más de 600, incluso de localidades vecinas.

El comedor comunitario Pancitas Llenas abastecía a 350 familias y hoy la cifra trepó a más de 600, incluso de localidades vecinas.

El comedor comunitario Pancitas Llenas, de Villa Constitución, ya no sabe qué hacer. El coronavirus, la cuarentena y la desocupación a la que se vieron empujados muchos habitantes ya en situación de vulnerabilidad desbordaron el local que funciona en el barrio San Jorge. Las 350 familias a las que abastecían treparon a más de 600, muchas de otras localidades. Ya no pueden cocinar viandas y están entregando, mientras pueden, alimentos no perecederos y leche.

Si bien el comedor ya tiene cerrado el ingreso a partir del aislamiento y dejó de cocinar viandas por falta de insumos, no dejó de entregar leche, pan y otros alimentos. La encargada del emprendimiento, Pamela Garcilazo, señaló que mientras destinaban a la actividad del merendero 250 kilos de leche en polvo por mes (donación de la firma Autocrédito), en las últimas dos semanas liquidaron 200 para abastecer a quienes se acercan.

“Pancitas llenas” funciona desde hace cuatro años como iniciativa de la propia Pamela, quien con tres colaboradoras elabora las raciones.

Recibe ayuda estatal, como la del municipio, que les provee de tubos de gas, 20 kilos de carne por semana e insumos para garantizar la merienda para 70 chicos, y también privada. Otro aporte es del Banco Credicoop.

Pero muchas de estas cosas están paradas, porque todo está parado. Si bien la leche en polvo ya fue garantizada, ya no tienen energía y víveres para poder seguir cocinando las viandas.

En medio de esta situación, la demanda aumentó. “Nos llega gente de Arroyo del Medio y de Empalme Villa Constitución, a los que normalmente no abastecíamos. Ya no puedo preguntar de dónde vienen, les damos hasta que nos alcance”, dice la emprendedora.

El problema mayor comenzó hace dos semanas: “Los primeros siete días la piloteamos, pero ahora se hizo imposible, estamos tratando de armar bolsones, pero vemos que todo no se puede. Y no queremos imaginar lo que será más adelante”, dijo Pamela. Y abundó: “Hay mucha gente desocupada, imaginen un albañil que ya no puede ir más a una casa, gente que vivía el día a día y se quedó sin trabajo. Esto nos desbordó. Ahora, de un paquete de fideos tenemos que hacer dos. Y hay que pensar que una vianda son casi 200 kilos de comida”.

“Imaginen que en el sector social con el que trabajamos cada familia tiene entre cinco y ocho integrantes”, calcula.

Desde Pancitas Llenas piden alimentos como harina, azúcar, fideos, cualquier alimento seco para entregar, ya que no cuentan con suficientes víveres para preparar las viandas. Por eso esperan acopiar una mínima cantidad de productos no perecederos para poder entregarlos a quienes llegan a buscarlo. Y deja un número de celular: 3364-594304.

Probablemente, lo que le ocurre a Pancitas Llenas sea una contante en muchos comedores comunitarios; por eso el llamado desesperado es también un alerta para todos quienes conozcan un emprendimiento de esta naturaleza.

Fuente: La Capital