Anticipos

Una novedad jocosa de la semana pasada es adelanto ratificado de (una buena parte) de la táctica electoral del Gobierno.

Una novedad jocosa de la semana pasada es adelanto ratificado de (una buena parte) de la táctica electoral del Gobierno.

Hasta donde se sabía y gracias, inclusive, a lo enseñado por la crema de gurús que desfilan hace demasiados años repitiendo equivocaciones, cualquier índice económico estructural debe medirse en rangos interanuales. Por lo menos. Resulta que no. Industria y construcción cayeron en enero último entre casi un 11 y 16 por ciento, respectivamente, contra igual período del año anterior.  Pero la noticia no fue esa sino el freno a la recesión, porque en el primer mes de 2019 el desplome se detuvo al comparárselo con diciembre último. Es decir que la cuadratura del círculo está cerca de ser revelada. Los grandes medios notificaron que las cosas se miden mejor si es respecto de hace un rato, antes que contra la ruta general aunque sea  catastrófica.

Las triquiñuelas de este tipo, aparentemente estúpidas, serán una de las llaves o maniobras de eso que persiste en llamarse Cambiemos.

Con los dólares del Fondo Monetario aguantando los trapos hasta las elecciones y los de la cosecha granaria de abril en adelante, si fuera que la agrocracia ingresa divisas en vez de amarrocarlas con aliento o provecho de una corrida, todo cambiemita insistirá con el futuro casi inminente o la “resignación mejorada”. Esa figura, de hecho, fue la que usaron publicistas gubernamentales en las últimas horas y en estricto off the record, cual si fuera una confesión imprevista. Resignación mejorada.

Ante la imposibilidad de ofrecer un solo número de la economía que tirara siquiera algún hueso, de corto, mediano o largo plazo, se desempolva el nunca bien ponderado “estamos mal pero vamos bien”. Ocurre que, a diferencia de aquella alquimia menemista, hoy no rige la ilusión del uno a uno con el dólar que, entonces, había arribado para quedarse. Aquello duró diez años, cabe recordar. Ahora no hay mago ni conejo técnico. Forbes, la revista especializada en finanzas y negocios que compite con el Financial Times y The Economist como faro del establishment timbero, publicó que Argentina está a un paso del colapso económico. Es la bomba de la deuda y sus vencimientos sin contrapartida productiva, con un gobierno que antes de plan económico tiene jugarretas monetarias. Está claro que el gobierno estadounidense, junto con el Fondo, puso las fichas en Macri reelecto. Pero ese gobierno mundial ya no existe como factor determinante, en un anarcocapitalismo de corporaciones que están por encima de todo gobierno.

El año pasado la inflación llegó al 50 por ciento y en éste, con suerte, trepará al 30 y pico. El dólar está en la banda de aumento comprometida con el FMI. Va por ahí. La paz del cementerio productivo se estabilizó.

Y van por Cristina, a como sea. Con sus dificultades, por cierto, porque el Senado no le quitará los fueros ni aun cuando la Corte Suprema acaba de ratificar su prisión preventiva en un fallo escandaloso, unánime, que proviene de otra barbaridad intensa: el memo de entendimiento con Irán, que fue votado por el Congreso de la Nación.

Tampoco es menor que aquél mundo de la especulación financiera, local e internacional, observe con desconfianza (muy) creciente el artilugio de que Macri polarice contra Cristina.

Las encuestas verdaderas, que se difunden poco e incluyen las de Casa Rosada, muestran que la imagen e intención de voto a favor de la ex Presidenta continúan en crecimiento. En el conurbano bonaerense hay distritos donde se impone con 60 por ciento, en lo que se llama el interior profundo sigue despegándose contra cualquier alternativa macrista, en Santa Fe y Entre Ríos se forjó la unidad. El rechazo a Macri tampoco para. Aun en Neuquén, que es un fenómeno particular por sus condiciones de empleo, Casa Rosada debió volcar sus favores al candidato del MPN porque el propio, Horacio Pechi Quiroga, no llegaba ni a placé. Ayer perdió más de diez puntos respecto de sus números en 2015.

Es un sobresalto extendido que el aparato mediático oficial disimula a los tumbos. Desde las propias entrañas periodísticas del macrismo más feroz incrementan el dibujo de Roberto Lavagna, e insisten con que Heidi no es una opción completamente descartable si Macri recandidateado no diera para más.

Esta semana hubo frutillita del postre, que no es tanto la puja ucerreísta cordobesa. Se trata de que el capanga radical gobernador de Jujuy también resolvió desdoblar las elecciones, para no quedar pegado a una boleta encabezada por Macri.

En cuanto a barbaridades y coronitas judiciales, las palmas quedan de todos modos en Carlos Stornelli, el fiscal de las fotocopias, quien no se presentó a declarar en el juzgado de Dolores. La causa es por extorsión, desatada por las filmaciones, escuchas y testimonios demoledores sobre Marcelo D’Alessio.

Ese sujeto es un mamarracho, un agente efectivo de servicios macristas y/o de la DEA, un partícipe principal o secundario del entramado gubernativo, mediático, judicial y de inteligencia. Lo que se quiera. Pero los comprometidos son los que son y el nerviosismo de los agentes oficialistas crece a diario, y hasta a cada rato.

El ex juez federal Carlos Rozanski llegó a advertir que si se secuestrara el celular de Stornelli habría que llamar a elecciones anticipadas. Tanto que se tome a ese tuiteo como una presunción de prueba o como referencia política, da dimensión de lo que está en juego si se tira del piolín hasta las últimas consecuencias.

Todas las acusaciones contra CFK están flojas de papeles, pero esto no es cuestión de juridicidad. No pueden descubrirle una cuenta en ninguna parte, su hija Florencia sigue amenazada por la imputación de asociación ilícita cuando tenía 13 años, la causa de las fotocopias se cae a pedazos e implotaría cuando Stornelli sea recusado por los arrepentidos que apretaron para que lo sean.

Detuvieron sin límites a ex referentes y funcionarios del último gobierno, violando cualquier parámetro lícito o legítimo sin pruebas demostradas, en algunos casos como el de Julio De Vido sin apenas indagatorias, sin nada de nada como no sea la decisión política de predicar con el escarnio público. Y las masacres en el olvido o, peor, consolidadas como ciertas.

¿Qué fue, sin ir más lejos, de la operación contra Aníbal Fernández? ¿Dónde quedaron la morsa, la efedrina, el triple crimen de General Rodríguez que lo comprometía, las denuncias de Carrió, la maniobra repugnante que manipuló la entronización de Vidal al margen de los errores de la táctica electoral kirchnerista? ¿A alguien le importa dónde quedó ese carpetazo mediático descomunal, solamente como ejemplo de decenas o más por el estilo?

Las preguntas centrales, sin embargo, tal vez no sean esas sino cuál es la proporción de gente dispuesta –por los meros odios, tilinguería o indiferencia- a comprar el renovado buzón de la lucha contra la corruptela K, justo desde uno de los gobiernos, el M, más corruptos de nuestra historia.

Entre eso y el humo de la resignación mejorada subsistirían las chances electorales de Macri.

A hoy, son cada vez menos.

Por Eduardo Aliverti

Fuente: Página 12