Apertura importadora y dólar barato, la peligrosa apuesta para bajar la inflación

El Gobierno intenta bancar el tipo de cambio con un balance cambiario en rojo. Solo vía turismo se perdieron u$s 4.630 millones entre enero y octubre. En tanto, la baja de la inflación es más lenta de lo que creía el oficialismo.

El Gobierno intenta bancar el tipo de cambio con un balance cambiario en rojo. Solo vía turismo se perdieron u$s 4.630 millones entre enero y octubre. En tanto, la baja de la inflación es más lenta de lo que creía el oficialismo.

La desaceleración de los precios es el gran activo que exhibe el gobierno anarco libertario. Desde que asumieron hasta hoy las subas se elevaron primero un 25% en diciembre, descendiendo a los 20 puntos en enero para llegar a octubre en 2,7 puntos de inflación. Previamente pasaron por un cuatrimestre con alzas estancadas en 4 por ciento. Al margen de lo que ocurra en noviembre y diciembre (meses considerados históricamente como inflacionarios por el repunte del consumo) nadie puede negar que la tendencia inflacionaria es a la baja. El otro activo de la administración libertaria tiene estrecha relación con el anterior, la quietud del dólar.

Inflación en descenso y expectativas devaluatorias atenuadas son el mejor de los escenarios para cualquier gobierno. Sin embargo, cabe preguntarse por la consistencia de estos logros de la administración libertaria. Más aún, si interpretamos que el abaratamiento del dólar explica en gran parte los precios internos, entonces el interrogante determinante tiene que apuntar a la solidez del tipo de cambio actual. En otras palabras, con una inflación acumulada en el año de 107% y un dólar que subió 20% en el mismo período, ¿cuán sostenible es que el Banco Central continúe fijando el precio del dólar con incrementos mensuales de 2%?

El Gobierno intenta bancar el tipo de cambio con un balance cambiario en rojo
El plan de estabilización de la inflación que tiene en el atraso cambiario su principal ancla encuentra precisamente ahí la mayor incertidumbre. Ocurre que hasta el momento los dólares que ingresan a la economía argentina en concepto de exportaciones de bienes y servicios son menos que los destinados para importar. El balance cambiario del Banco Central expone que hay déficit en la cuenta corriente desde junio. Sin embargo, ese desbalance de cinco meses se neteó con el éxito del blanqueo de capitales y los bonos que emitieron las grandes empresas para financiarse que inyectaron en el sistema los dólares que faltaban.

Para los próximos meses no se espera un boom exportador (las estimaciones de Bloomberg dicen que el precio de los granos y el petróleo se estancará porque “los mercados están sobreabastecidos” de esos commodities) y las importaciones continuarán incrementándose conforme la recesión quede atrás. Por lo tanto, es de esperar que el balance cambiario del Banco Central continúe en rojo. De modo tal que la pregunta que surge es cómo financiarán ese déficit teniendo en cuenta que ya no contarán con los dólares extras del blanqueo.

El Gobierno le prende una vela al FMI para continuar apreciando el tipo de cambio
Desde el Gobierno apuestan a que las negociaciones con el Fondo Monetario permitan redefinir los plazos de los pagos por lo adeudado y recibir además dólares frescos. Sobre esto, un ex banquero del BCRA dijo en off a este medio que si bien “el gobierno hizo trascender que tiene una línea de negociación de u$s15 mil millones con el Fondo, para eso necesitan reabrir negociaciones de un programa que se vence este año y para mí aún está verde”.

La misma fuente señaló que el año próximo puede haber ingreso de capitales vía nuevas inversiones de la mano del RIGI (aquel régimen que ofrece incentivos fiscales aprobado en la Ley Bases). Pero la mayor tensión estará en el corto plazo, “el problema más serio que tiene la Argentina, entre diciembre y abril, será el costo del turismo en el exterior que estimo puede generar un déficit de 3 mil millones de dólares, y para un país con reservas negativas es un golpazo fuertísimo”, señaló el economista.

Por el dólar barato esperan temporada récord de argentinos en el exterior 
Hasta el momento por la vía del turismo (diferencia entre turismo receptivo y gastos de argentinos en el exterior) se perdieron u$s4.630 millones entre enero y octubre. En este balance se observa claramente las consecuencias del dólar barato y su doble efecto. En el último balance cambiario del Banco Central se advierte que, a partir de mayo, tras el fogonazo inflacionario del primer cuatrimestre con un ritmo devaluatorio muy inferior, baja el ingreso por turismo receptivo (porque la Argentina se encareció en dólares para los de afuera), y al mismo tiempo aumentan los gastos de argentinos en el extranjero al abaratarse el dólar en el país. Se espera una profundización esta temporada de verano.

Este mismo efecto también se da en la exportación e importación de bienes, en donde un dólar barato (o peso apreciado) estimula la importación y desalienta las ventas al mundo de valor agregado, con lo cual debilita la posibilidad de acumular reservas por la vía comercial. En este contexto el gobierno anarcolibertario promueve una estrategia comercial aperturista, eliminando regulaciones y aranceles. La profundización de esa política se da en el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, lo cual puede bajar los precios internos de la mano de importaciones baratas, pero a costa de debilitar las reservas y, por tanto, generando tensiones en el tipo de cambio.

La baja de la inflación es más lenta de lo que preveía el gobierno
La apreciación cambiaria que se vivió durante este año no solo significó una pérdida de competitividad para las exportaciones (principalmente las industriales), sino que encareció en dólares a muchos de los gastos cotidianos de los hogares y empresas. Por caso, la canasta básica total tuvo un encarecimiento en dólares en torno al 40%, habiendo alimentos básicos que tuvieron una inflación en dólares superior al 60%. Esto hace que en los viajes de compras a Chile no solo se demande indumentaria y bienes durables, sino también alimentos.

A todas luces, la apreciación del tipo de cambio se dio con mayor fuerza de lo que planificaba el Gobierno que subestimó el efecto inflacionario de la megadevualuación de diciembre último. El mismo ministro de Economía había revelado a la prensa que esperaban para marzo una inflación de un dígito, no solo que no ocurrió sino a partir de abril (cuando llegó a 8,8%), sino que en los cinco meses sucesivos estuvo estancada en torno a 4%.

Con la economía en recesión, el dólar pisado y la demanda deprimida, se esperaba que la inflación confluya más rápido con la tasa de devaluación mensual. En este período, dado que no se cumplieron las metas inflacionarias propuestas, el gobierno postergó el aumento de los principales servicios. Esto significa menos subas en aquel momento a costa mayor inflación futura. En otras palabras, “inflación reprimida”.

De modo tal que la administración libertaria deberá enfrentar los próximos meses con inflación reprimida, dólar atrasado, reservas negativas e incremento de las importaciones (por la apertura y la reactivación de la actividad).

Fuente: La Nueva Mañana