Argentinos: pasaron cosas, ¿y ahora?
La vuelta al endeudamiento con el Fondo, el cierre de ministerios y la crisis económica, en un análisis con el eje puesto en el extracto social del Presidente y su gobierno.
13/09/2018 El PaísLa vuelta al endeudamiento con el Fondo, el cierre de ministerios y la crisis económica, en un análisis con el eje puesto en el extracto social del Presidente y su gobierno.
Se acabó el optimismo oficial, los segundos semestres y la esperada lluvia de inversiones se transformó en una tormenta perfecta de deuda y recesión que pone en jaque la supervivencia de un modelo que ya a las claras ha demostrado ser inviable. Finalmente el Gobierno asume la crisis, pero pasamos del “está todo bien” a “estamos en emergencia” en apenas unos días. Eso sí, la culpa es del otro, de adentro y de afuera, siempre. Claro que el contexto internacional puede afectar y afecta, pero las principales causas de la situación actual fueron las decisiones de política económica de la actual Administración. De eso no hay dudas.
No se puede hundir a un país en semejante crisis como la que estamos experimentando (más a uno como la Argentina con la riqueza y potencial que tiene, además de haberlo recibido desendeudado), si el Gobierno de turno no genera esas condiciones. Y Cambiemos las generó, a todas ellas. Desreguló todo, mercado de divisas, entrada y salida de capitales de corto plazo, se sobre-endeudó, alimentó la especulación y la fuga de capitales. Liberó precios internos y dolarizó varios de ellos, bajó impuestos a los más ricos, etc. El combo es, sin dudas, explosivo. Y subieron a la Argentina al ring de los mercados financieros globales con las manos atadas y así quedó, al borde del knock-out.
Lastimosamente, los pronósticos que realizaba a fines de mayo pasado en el análisis de “La soberanía: en Standby”, se cumplieron (humildemente recomiendo releerlo). El plan económico no cierra por ningún lado y si no hay un giro significativo en las políticas, el futuro será aún peor. El problema es que esta crisis autogenerada es ya desestabilizante, económica, política y socialmente. El apoyo a Macri llegó al nivel más bajo desde que asumió, del 40% disminuyó a alrededor de 25%, y no sorprende que siga en caída. La recesión continuará, algo asumido por el mismo gobierno. “Aumentará la pobreza”, dijo el Presidente mientras se victimizaba hace pocos días.
Según explicó el economista Miguel A. Broda, un ortodoxo, pro-ajuste, las reservas bajaron a 51.000 millones de dólares, pero las netas quedan en 16.000 millones (sin tomar en cuenta la deuda del Banco Central). Sólo durante este año, se vendieron más reservas que todas las netas de las que se disponen (28.000 millones desde marzo a septiembre). Esos números brindó el mismo especialista que había dicho que hay que ajustar más, manteniendo los comedores abiertos las 24 horas. Lo triste es que ya estaríamos viviendo esa realidad en la Argentina.
Ningún ajuste a fondo como el que plantea el Gobierno generará condiciones ni para el crecimiento con desarrollo, ni para hacer frente a los compromisos externos porque no se conseguirán dólares genuinos. Se sigue tomando deuda para pagar deuda, intereses, lo que genera un aumento del rojo financiero, por lo que de poco servirá el déficit fiscal 0. El gasto por pago de intereses de la deuda ya representa el segundo rubro en la administración nacional, más del 15%, tuiteaba Ismael Bermúdez, de Clarín. La Universidad de Belgrano, en tanto, detalló en su último estudio que el pago de intereses de la deuda alcanza el 77% del déficit total. Se ajusta a los argentinos para pagar a los acreedores.
Como a varios economistas les encanta las comparaciones deportivas y con elementos cotidianos, entendámoslo así, como decía antes: la Argentina se subió al ring de los mercados globales desregulados con los brazos atados, sin protector bucal, la destrozaron a golpes y fue al médico del FMI a curarse, ¡pero para volver al ring de la misma manera! Es inconcebible. El resultado es un país hiper endeudado, en estado de recesión y caída del PBI, más una inflación galopante, pero manteniéndose abierto a la especulación y a la fuga.
Sigue creciendo la deuda en dólares (a este ritmo y si el FMI acepta adelantar fondos alcanzará los 400.000 millones en moneda extranjera), mientras la divisa sigue subiendo su valor, se venden más de 200 millones diarios, y no se generan las condiciones para que el país se haga de los dólares que necesita, salvo hipotecándose más y más. Temporalmente, la recesión puede hacer caer las importaciones, la demanda de dólares por turismo –aumentaría algo el turismo interno-, pero poco ayudará. La quita de retenciones y eliminación del límite para liquidar divisas por exportaciones fueron medidas que debilitaron aún más la situación. La nueva retención anunciada –en pesos-, es apenas un paliativo. Es de $4 por cada dólar y puede incentivar al campo a no liquidar hasta que vuelva a subir el dólar y el impuesto se licúe.
Los factores de poder imperantes, es decir, los sectores que determinan las decisiones del gobierno de Macri –grupos de los que el mismo presidente y varios funcionarios forman parte-, como los mercados financieros (los principales bancos internacionales y grupos de inversión como JPMorgan, Deutsche Bank, BNP Paribas, los fondos Templeton y BlackRock y otros representantes de los centros financieros mundiales que prácticamente someten y fagocitan a los Estados que se abren a la especulación), los grandes agroexportadores, petroleras y otras energéticas, y además las mineras, han logrado que casi todas las decisiones tomadas desde diciembre de 2015 hasta ahora fueran en su favor, y las geopolíticas, principalmente en función del interés de Washington, algo que ampliaré en otra entrega.
Y claro, la bicicleta financiera de las Lebacs y el endeudamiento del país en dólares son dos negocios que los grandes jugadores han explotado al máximo. Además, el volumen de los CDS –seguros contra default-, alcanza los 14 mil millones de dólares, son aquellos seguros que se cobran si la Argentina entra en cesación de pagos y cuyo valor se ha elevado notablemente ¿Quiénes los tienen? Adivinar.
La Argentina ha desmantelado los controles, se entregó a la especulación y el túnel que se transita sigue oscuro. Por ello la fuga de dólares se disparó, la deuda se acerca al 90% del PBI, que a su vez caerá 2.4% este año (como mínimo), tendremos una inflación del 42% y el panorama del 2019 es negativo. El pronóstico más optimista, que generalmente no se cumple, señala un crecimiento 0%. La situación es realmente preocupante, y si no se implementan controles todo irá empeorando en el corto plazo, además de las consecuencias de los nuevos ajustes anunciados. El nuevo acuerdo con el FMI puede quizá calmar la histeria momentáneamente, pero la deuda se vuelve insostenible.
Eso sí, los grupos de interés y poder que más han apoyado a Macri obtuvieron ganancias siderales, y las siguen engrosando, aún hoy con la economía en crisis. Funcionó y funciona en el gobierno una puerta giratoria entre esos grupos y los cargos en el sector público. Por esta razón, y también por necedad ideológica y por una clara falta de capacidad, parece que el modelo seguirá su camino, con alguna que otra intervención en el mercado de cambios, como vimos ayer. Gran parte de los votantes de Cambiemos de 2015 y 2017 se han visto defraudados (sectores de clase media, empresarios, trabajadores, jubilados, etc.) Muchos apostaron y hoy tienen que bajar las persianas, como mínimo. No alcanzan los salarios y se notan más las necesidades, y el hambre. La pobreza ya superó el 32% y a este ritmo se encamina en un futuro no lejano al 50%.
Cito proyección publicada en agencia Bloomberg el 03-09: “…la desaceleración económica de la Argentina empeorará, la tasa de inflación aumentará, las tensiones en el servicio de la deuda crecerá, el sistema bancario estará sometido a una mayor presión y subirá el riesgo de fuga de capitales…”
Diversos sectores de la economía, principalmente industrias y comercios, ya ven inviables su funcionamiento. Ya no hay miedos o preocupaciones, hay certezas de ello. Miles cerraron sus puertas y se cortó la cadena de pagos. La caída del comercio minorista en agosto fue del 8% interanual -11,2% con respecto a julio-. 25% fue la caída en la venta de automóviles. A nadie debe sorprender ya ver tantas persianas bajas en los últimos meses. Es una consecuencia lógica. Además de la brutal caída del salario en dólares, con todos los precios en alza. Sumado a ello la subida de la tasa de interés de referencia al 60%, que complica aún más la situación.
Quienes no entienden de economía deben comprender que básicamente, cuanto más ganan los de afuera especulando con la economía del país, más se sacrifica a los de adentro y más riqueza se fuga, y cuantos más dólares se fugan más se debilita la economía local. El FMI y el Gobierno lo saben pero siguen en ese camino. Por eso los argentinos debemos aprender -una vez más- que nunca es conveniente confiar la administración de la cosa pública a grupos que defienden intereses que nada tienen que ver con los de la enorme mayoría de los argentinos y el de la Nación en su conjunto. Pero este Gobierno también pasará. Y habrá que evaluar con criterio a quién se elegirá en las próximas elecciones, siempre y cuando el actual oficialismo mantenga la estabilidad necesaria para pilotear la crisis hasta el año próximo.
Mientras tanto, se cierran ministerios como el de Salud, Ciencia y Tecnología, Trabajo y otros, con la tragedia que eso significa para los argentinos. Se sacrifica a los jubilados, a los docentes, a los comercios, a las industrias, al desarrollo tecnológico, al empleo, etc. En fin, al presente y al futuro.
En línea con los análisis climáticos gubernamentales, podremos concluir –aunque me resulte algo burdo describirlo- que el gobierno nacional expuso a la Argentina a una tormenta invernal de lluvia y granizo, ¿de qué manera? desnuda, sin paraguas y sin techo para evitar enfermarse y agarrarse una pulmonía. O en términos del último discurso del Presidente, que llamó a sacrificarse “para cruzar el río”, pero sin aclarar que se han atado de manos y pies al país.
Y sinceramente argentinos, poco podemos esperar de un presidente que en medio del fin de semana más complicado desde que asumió –con decisiones trascendentales que tomar- se fue a jugar al paddle, al fútbol y a ver a Boca (según el periodista de La Nación Carlos Pagni), mientras que una de las principales referentes del modelo actual afirma sin tapujos que en las crisis “yo me divierto, porque a mí las crisis me generan adrenalina”. Yo me pregunto y les pregunto, sin chicanas, ¿no pensaron, y sin exagerar, que quizá el país está en manos de gente que presenta serios rasgos psicopáticos?
Alejandro Laurnagaray de Urquiza