Bolsonaro marcha con militares y moviliza a la ultraderecha para el Bicentenario
De cara a los comicios presidenciales que se desarrollarán el 2 de octubre, la celebración tendrá al mandatario como protagonista junto a sus principales aliados en el Gobierno, las Fuerzas Armadas.
06/09/2022 EL MUNDODe cara a los comicios presidenciales que se desarrollarán el 2 de octubre, la celebración tendrá al mandatario como protagonista junto a sus principales aliados en el Gobierno, las Fuerzas Armadas.
El proyecto a la reelección del presidente Jair Bolsonaro para los comicios del 2 de octubre tendrá un punto de alto voltaje este miércoles, con los actos por el Bicentenario de la independencia de Brasil, para los que empresarios ruralistas y la industria armamentística movilizaron recursos para convocar a cientos de miles de personas a los desfiles militares previstos en Brasilia y Río de Janeiro, donde se esperan consignas en apoyo a un autogolpe.
«Será un movimiento nunca visto en la historia de Brasil», pronosticó este martes Bolsonaro al hablar con la radio de ultraderecha Jovem Pan, en una charla en la que elevó el tono del discurso para este miércoles, al atacar a los jueces de la Corte Suprema y el tribunal electoral y afirmar que persiguen a bolsonaristas y trabajan para que el líder opositor Luiz Inácio Lula da Silva sea elegido presidente.
En este marco, el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente, convocó por las redes sociales a «voluntarios» de los clubes de tiro a sumarse a la campaña en defensa del mandatario, quien hoy repitió que «un pueblo que no está armado será esclavizado».
El 7 de septiembre del año pasado Bolsonaro dijo en un discurso que no iba a cumplir los fallos en su contra del juez de la corte Alexandre de Moraes, que lo investiga a él y a sus aliados por conspiraciones contra la Constitución, una suerte de aviso de golpe contra el alto tribunal que fue neutralizado gracias a la mediación del expresidente Michel Temer, suerte de enviado del mercado financiero ante el Gobierno.
Oficialmente, Bolsonaro encabezará un desfile militar y de máquinas agrícolas de sus aliados del agronegocio en Brasilia como parte de los festejos del Bicentenario, para lo cual hizo traer desde Oporto, Portugal, el corazón en formol de Dom Pedro I, el emperador que declaró la independencia brasileña de la casa real portuguesa el 7 de septiembre de 1822.
Por la tarde, habrá un desfile militar en Copacabana, Río de Janeiro, al que fueron convocados sus seguidores.
Centenares de ómnibus financiados por empresarios ruralistas de Minas Gerais, Goiás, Mato Grosso y la región amazónica comenzaron a llegar hoy a Brasilia pero, a diferencia del año pasado, no podrán avanzar hacia la Plaza de los Tres Poderes, donde el Supremo Tribunal Federal aumentó la seguridad.
Hasta este martes el gobierno del Distrito Federal impidió a los camiones de ruralistas acceder a la Explanada de los Ministerios, donde estará el desfile oficial de las Fuerzas Armadas.
A diferencia de otros países e incluso de la Argentina, que festejó el Bicentenario con grandes fiestas y homenajes, la celebración de Bolsonaro lo tendrá a él como protagonista y sus principales aliados en el Gobierno, las Fuerzas Armadas.
Incluso Bolsonaro ignoró a sus vecinos latinoamericanos, a China, Estados Unidos y la Argentina (principales socios comerciales) y apenas invitó a la cita a los gobernantes de los países de habla portuguesa: Portugal, Cabo Verde, Guinea Bissau, Angola, Mozambique y el secretario general de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa.
A las celebraciones en Brasilia sólo fueron invitados embajadores de otros países.
El fantasma de un autogolpe o una asonada contra el Supremo Tribunal Federal circula en los grupos bolsonaristas de Telegram y WhatsApp.
En esas redes se organizaron las caravanas hacia Brasilia y Río de Janeiro y se anunció que habrá grupos de civil de San Pablo y de Río de Janeiro en las manifestaciones convocadas para usar los colores verde y amarillo, un distintivo del símbolo patriota que busca dar el bolsonarismo, un movimiento dispar que reúne a libertarios, empresarios liberales, monarquistas e incluso a admiradores de Donald Trump en el trópico sudamericano.
Bolsonaro volvió a alentar a su público a asistir al 7 de septiembre denunciando que el sistema electoral no ofrece garantías y que en las elecciones de octubre sólo aceptará resultados «transparentes y libres», recordando que los ministros de la corte que anularon las condenas por «lawfare» contra Lula se oponen a las críticas contra las urnas electrónicas que hace el oficialismo.
La oposición prepara un acto el sábado y convocó a evitar enfrentamientos, mientras el expresidente Lula se encuentra a 13 puntos en las encuestas por encima de Bolsonaro y tiene chances de ganar sin necesidad de balotaje.
«Tenemos un candidato usurpando el 7 de septiembre para hacer algo personal. Trata el Día de la Independencia como si fuera algo suyo, cuando es la fiesta de 215 millones de brasileños», dijo Lula durante la reunión del consejo político de su campaña.
«Él pudo tener la grandeza de convocar al pueblo pero no, quiso que sea de él. Es triste, pero es así. Dice que las Fuerzas Armadas son de él, ahora dice que la fiesta de la independencia es de él», añadió.
Los festejos por la independencia son diferentes según la región del país. En Bahía, la independencia está vinculada a la victoria militar contra los portugueses el 2 de julio de 1823.
El clima electoral ha apagado el peso histórico del Bicentenario en Brasil, surgido de un movimiento político que tuvo las ideas del patriarca de la independencia, el asesor imperial José Bonifacio, ante la amenaza de las antiguas capitanías, como Pernambuco, de separarse del trono de Río de Janeiro.
El Bicnetenario
La independencia brasileña, incitada por el propio ocupante portugués, es diferente a la del resto de la América española. Tiene su origen en 1808, luego de que el rey portugués Joao VI decidió escapar a Río de Janeiro y cambiar la capital del reino tras la ocupación de Lisboa por parte de las tropas napoleónicas.
Así, Brasil se convirtió en la capital del imperio portugués y luego el hijo de Joao VI, Pedro I, declaró la independencia y mantuvo la esclavitud a pedido de los grandes terratenientes, sobre todo de San Pablo y Minas Gerais.
Fue al borde del arroyo Ipiranga, en San Pablo, arriba de una mula, viniendo de Río de Janeiro, que Dom Pedro I rompió con su propia familia y declaró el grito que la historia oficial reconoce como fundacional: «Independencia o muerte».
El imperio cayó por un golpe de Estado militar el 15 de noviembre de 1889, un año después de la abolición de la esclavitud, inaugurando el Brasil republicano.
En Ipiranga, en el mismo lugar donde se declaró el fin del vínculo con Portugal, abrirá con toda pompa tras nueve años de refacciones el Museo de la Independencia, el mayor acervo sobre la fecha patria, un espacio que administra la Universidad de Sao Paulo y que fue construido a fines del siglo XIX con jardines que imitan a los del Palacio de Versalles.