Brasil entró en recesión económica
20/08/2015 EL MUNDO
La primera potencia de América Latina tuvo un retroceso de 1,89% en el segundo trimestre del año, lo que se suma a la retracción del 0,88% en el primero. Este año la inflación será del 9%. Anuncian ajustes, con reducción del gasto fiscal y mayor presión impositiva.
El Banco Central de Brasil informó ayer que el país ingresó en un cuadro de recesión dado que la actividad económica registró dos trimestres consecutivos de números negativos, ante lo cual el gobierno analiza medidas de emergencia contra el desempleo.
El segundo trimestre de este año tuvo un retroceso de 1,89%, según los números presentados ayer en Brasilia por el Índice de Actividad Económica, que es elaborado por el Banco Central.
En el primer trimestre ya se había computado una caída de 0,88%, mientras que en los 12 últimos meses -período considerado hasta junio- se acumuló una retracción de 1,6%.Mientras tanto, entre mayo y junio hubo una merma de la economía de 0,58%.
El Índice de Actividad Económica calculado por el Banco Central es considerado un indicador previo al que presentará el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas, que considera más variables.
El gobierno de la presidenta Dilma Rousseff y el ministro de Hacienda Joaquim Levy está implementando un plan de ajuste cuya prioridad es bajar la inflación al 4,5%; la de 2015 superará el 9%, para lo cual se reducirán gastos y planes de inversión, al tiempo que se procurará aumentar la recaudación.
Esta semana, el Boletín Focus, también del Banco Central, proyectó que en 2015 el Producto Bruto Interno caerá más de 2% y en 2016 habrá una baja de 0,15%.
Una delegación de la Federación de Industrias de San Pablo, encabezada por su titular Paulo Skaf, expresó ayer al vicepresidente Michel Temer su preocupación ante el impacto del programa y solicitó que sea mantenida la ley que libera a empresarios del pago de cargas sociales.
Ante la brusca declinación de la economía y el alza del desempleo, que ya supera el 8,1%, las autoridades analizan una serie de medidas de emergencia para reactivar sectores claves como el automotriz, luego de que 18.000 obreros metalúrgicos fueran despedidos en San Pablo desde enero.
Contragolpe político
Por otro lado, el oficialista Partido de los Trabajadores (PT) acusó de golpista al ex mandatario y líder opositor Fernando Henrique Cardoso, luego de que éste sugirió la renuncia de Dilma Rousseff tras la multitudinaria marcha que exigió su juicio político, y pidió a sus militantes una masiva presencia para la manifestación de hoy en respaldo a la presidenta.
“Cardoso se prestó a un juego político bajo cuando actuó como un incendiario y golpista”, afirmó en un comunicado el jefe del bloque de diputados del PT, Siba Machado. “Lamentablemente Cardoso no se comporta como un ex presidente, de quien uno espera una actitud racional y de defensa de la Constitución”, prosiguió el parlamentario.
Luego de las movilizaciones del domingo pasado, que reunieron a unas 800 mil personas en todo el país, Cardoso, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), recomendó a Rousseff que asuma un “acto de grandeza” y abandone el cargo. El diario opositor O Globo ponderó que Cardoso, por su influencia en el PSDB, está encuadrando a sus correligionarios detrás de un plan para enfrentar al gobierno y apuesta a la sucesión del vicepresidente Michel Temer.
En tanto, el titular del PT, Rui Falcao, principal impulsor de “la marcha en defensa de la democracia” que se realizará hoy en varios estados, deploró las declaraciones “rabiosas de Cardoso” e insistió en la importancia que sus militantes asuman máxima participación y compromiso en el acto.
En consonancia, el partido que gobierna Brasil hace trece años, liderado por el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, aprovechó la red nacional de radio y televisión para pedir que sus seguidores salgan a las calles a fin de contrarrestar la movida del domingo.
La última protesta, convocada por grupos opositores ajenos a la política formal, no consiguió la misma movilización que otras dos jornadas de manifestaciones realizadas este año y que llegaron a congregar a 2,5 millones de personas en 250 ciudades.
Brasil atraviesa un momento de turbulencias políticas causadas en gran medida por los escándalos de corrupción en la estatal Petrobras, que han agravado el descontento de la población con el gobierno y derrumbado a un 8% la popularidad de Rousseff.