Cachi, el perfecto equilibrio entre el hombre y una naturaleza imponente
23/11/2014 El PaísLa colonial iglesia San José, el empedrado donde los artesanos ofrecen calidad certificada, la rica historia que guarda el museo y la hospitalidad de la gente, todo agasaja y emociona al visitante.
Rodeado de imponentes montañas de más de 5.000 metros, muchas de ellas nevadas, Cachi tiene tantos atractivos que es imposible resistirse a visitarlo cada año.
Lugar ideal para el montañismo y el senderismo, este pueblo de ancestros diaguitas está en el sector norte de los Valles Calchaquíes, al pie del Nevado de Cachi y a orillas del río Calchaquí.
La atraviesa la célebre ruta nacional 40 que la une con atractivas poblaciones como San Antonio de los Cobres, Cafayate (desde allí a Santa María, en Catamarca), La Poma y más.
En épocas de reparto de encomiendas en Salta, en 1673, se le asignó Cachi a Margarita de Chávez. En 1719 pasó a ser propietario Pascual de Elizondo y más tarde Felipe de Aramburu con lo que se conoció como «Hacienda de Cachi», que da origen al Pueblo Viejo, construcción colonial que surgió con la iglesia. Entre los siglos XIX y XX se hizo la plaza central y el pueblo nuevo nació hacia la década de 1950 en terrenos expropiados en 1946 por el Gobierno nacional.
Atractivo desde el viaje
Desde la capital, tras pasar la ruta nacional 68, en El Carril se toma la provincial 33. Pasando Los Laureles (Chicoana) hay que tener precaución en El Infiernillo, tramo no pavimentado de unos 3 kilómetros. Igual situación se repite en Las Goteras, sector previo al único puente de hierro y antes del pie de la Cuesta del Obispo.
Así lo detalla David Zuleta, de la Dirección de Turismo de la Municipalidad de Cachi. «A excepción de la Cuesta, el resto está pavimentado. Le recomiendo al visitante proveerse de agua o tomar un cafecito antes de subir, en el parador El Maray. La Cuesta tiene casi 15 kilómetros, pero parece más larga por ser cornisa y ascenso. El punto de máxima altura es de 3380 msnm, donde está la Piedra del Molino. Cuatro kilómetros antes es visita obligada e inolvidable el Valle Encantado. Posteriormente, a la altura de La Herradura comienza el pavimento, pero es recomendable conducir muy despacio, especialmente para quien no conoce el camino».
Es en ese punto donde comienza el descenso y el Parque Nacional Los Cardones. A la altura de Cachipampa el viajero debe transitar despacio, porque probablemente tenga la oportunidad de observar manadas de guanacos y burros salvajes. Tras pasar Cajoncillo comienza la Recta de Tin Tin. Bien señalizado, hay paradores para caminar, divisar el paisaje y hacer fotos. La tercera parada obligada es a la mitad de la recta, cuyo microclima favoreció el crecimiento de la mayor población de cardones. Todo se entremezcla con el amarillo poderoso y el perfume de la flor del amancay, que nace con las primeras lluvias.
Por la ruta 40
Luego de pasar por el caserío de Agua i’ loro se ingresa a la ruta nacional 40 y al pueblo de Payogasta. El tramo que lo une con Cachi es el único de esta ruta que está pavimentado en su paso por poblaciones del noroeste. Allí podrá visitar la antigua iglesia y observar el tipo de economía familiar. Solo en 15 minutos se atraviesa el puente sobre el río Calchaquí de acceso a Cachi que, en sus angostas callecitas, los comedores familiares y restaurantes esperan al visitante con una copa de buen vino torrontés o malbec del lugar, empanadas y el mejor cabrito asado.