Cada vez más empresas rosarinas están interesadas en medir su huella de carbono
El indicador permite conocer la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que se liberan en las actividades diarias. Hay planes para reducir y hasta para compensar la contaminación
26/12/2022 MUNICIPIOSEl indicador permite conocer la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que se liberan en las actividades diarias. Hay planes para reducir y hasta para compensar la contaminación
La huella de carbono, el indicador clave para conocer cuál es la emisión de gases de efecto invernadero.
El calentamiento global y sus consecuencias se pueden verificar cualquiera de estos días, tanto con las olas de calor que sufrió la ciudad mucho antes de que se inicie el verano como con la extensión del fenómeno La Niña, por el que las precipitaciones son muy inferiores a los valores normales. Si bien los incendios en las islas y la falta de vegetación son dos factores importantes para que los problemas se acentúen, la emisión de gases de efecto invernadero es uno de los principales agentes que colabora la correcta alteración de los ecosistemas. Por eso es que cada vez más empresas buscan conocer cuál es su huella de carbono a partir de las actividades diarias que realizan y, en base a esas mediciones, buscan reducir las emisiones y hasta compensar la contaminación generada.
La huella de carbono es la cantidad de gases de efecto invernadero que generan distintos actores, que pueden ser desde personas hasta empresas o eventos. Se interpreta en dióxido de carbono equivalente, ya que es el gas más abundante entre los que se generan.
El aumento sostenido de temperaturas a lo largo de los años se da, entre otras cosas, por el efecto invernadero provocado por los gases que retienen el calor que llega del sol.
“Hay un crecimiento de las empresas que piden medir su huella de carbono, no sólo en Rosario sino también en todo el país”, señaló a La Capital Leonardo Gómez, del equipo de huella de carbono de la Red Argentina de Municipios contra el Cambio Climático (RAMCC).
Gómez destacó que esto se da en un contexto en el que este tipo de mediciones no están reguladas, por lo que los pedidos no son por exigencias sino que son voluntarios. Esta iniciativa trae beneficios ya que reducir la huella de carbono se traduce en hacer más eficientes los procesos y demandar un menor consumo de todo tipo de energías: “Trabajamos con municipios, empresas muy grandes y también pymes, que empiezan a meterse en la medición de huella de carbono para reducirla porque entienden que se están anticipando y que en algún momento les va a tocar hacerlo”. Hace algunos días, cerraron un acuerdo para trabajar con el Banco de Alimentos de Rosario.
Las mediciones las realizan distintas empresas especializadas y los costos varían según la cantidad de empleados, vehículos, maquinarías y sucursales que tenga una empresa que requiere el servicio. Además, el 20% del total que una empresa destina a medir su huella de carbono va a la financiación de proyectos de triple impacto (social, ambiental y económico) en la ciudad.
Para medir la huella de carbono, las empresas tienen que aportar varios datos: “Hacemos una charla técnica, contamos el proceso y envíamos una planilla en la que requerimos información de las actividades para poder medir. A esos datos podemos transformarlos en cantidad de gases de efecto invernadero emitidos”.
“Es un ida y vuelta, porque nosotros conocemos de huella de carbono pero también tenemos que conocer sobre la empresa y la actividad que realiza. No buscamos medir y dar resultados, sino que se lleven algo y que puedan trasladarlo a toda la empresa”, explicó Gómez.
Una vez finalizadas y entregadas las mediciones, desde la RAMCC elevan propuestas para reducir esas emisiones de gases: “Para la empresa es un beneficio económico conocer su huella de carbono porque ese indicador también es sobre eficiencia en el trabajo. Vemos qué actividades se desarrollan en la empresa y qué partes modificar para hacerla más eficiente”.
Lo recomendable es volver a hacer mediciones uno o dos años después para ir reduciendo las emisiones y llegar al próximo paso: la compensación.
Bonos de carbono
Una vez que las empresas reducen sus emisiones al mínimo posible, la siguiente medida puede ser compensar esos gases emitidos que son imposibles de reemplazar. Para ello, existe un instrumento conocido como bonos de carbono, los cuales pueden ser adquiridos por las empresas para avanzar hacia la compensación.
“Para compensar, la empresa puede comprar distintos bonos de carbono que apuntan a la forestación, la recuperación del suelo, la preservación de la vida silvestre o bonos verdes, entre otros”, detalló Gomez, para sumar: “Con la compra de los bonos de carbono, las empresas compensan determinada cantidad de dióxido de carbono equivalente emitido”.
“Las empresas que tienen ciertas emisiones y las quieren compensar, compran los bonos de carbono. En el caso de los bonos de forestación, se calcula la cantidad de dióxido de carbono emitido para saber cuántos árboles deben plantarse para que absorban esas emisiones”, explicó el miembro de la RAMCC. Y dijo que hay organismos y empresas que se encargan de llevar adelante las compensaciones, que aseguran la efectiva plantación de los ejemplares para que se dé la compensación.
Concretar la compensación deriva en completar el proceso y llegar a la “carbono neutralidad”, condición que hay que validar año tras año.
Con la mira en los residuos
En Rosario, el Inventario de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero se realiza cada dos años y el último fue en 2020. Se miden tres sectores: transporte, residuos y energía.
Para entonces, los indicadores del inventario, en el que participó la RAMCC, señalaron que si bien hubo una baja progresiva en las emisiones desde que se empezó a hacer en 2014, con un leve repunte en 2020, dentro del grupo de residuos hay un aumento constante cada dos años.
El compromiso de la ciudad, según el Plan de Acción Climática 2030, es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 22%. De ese total, un 45% sería por residuos, un 33% por transporte y un 22% por energía.