Cada vez más mujeres y diversidades en la obra pública

Pamela Ochoa trabajaba limpiando casas y en un bar. Ahora es obrera de la construcción. Maneja una amoladora, un percutor, una retroexcavadora. “No tenía idea de todo esto y fui aprendiendo. Estoy orgullosa de mí misma”

Pamela Ochoa trabajaba limpiando casas y en un bar. Ahora es obrera de la construcción. Maneja una amoladora, un percutor, una retroexcavadora. “No tenía idea de todo esto y fui aprendiendo. Estoy orgullosa de mí misma”, cuenta. Pamela trabajó en la extensión de la red cloacal del municipio bonaerense de Alberti como parte de una cooperativa contratada por el Ente Nacional de Obras Hidráulicas de Saneamiento (ENOHSA). En Córdoba, Yoko Suárez fue contratada en el laboratorio central, del distrito 2 de esa provincia de Vialidad Nacional. Ingresó en cumplimiento con la Ley de Cupo Trans y se dedica a analizar las muestras de material que usan las contratistas para controlar que cumplan con el porcentaje de asfalto, cal y otros materiales como indican los pliegos de licitación. Nunca se imaginó tener un trabajo registrado. “En lo personal, en lo económico, en un montón de aspectos me llena de emociones”, dice. Daniela Cardozo tiene 29 años, y es una de las topógrafas que están trabajando en la construcción del acueducto San Javier – Tostado, una de las obras hídricas más importantes de la provincia de Santa Fe. Como ellas, cada vez más mujeres y diversidades se han incorporado en los dos últimos años a la obra pública –un rubro históricamente masculinizado– como resultado de la política del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, encabezado por Gabriel Katopodis, de transversalización de la perspectiva de género en las contrataciones. Se trata de una iniciativa innovadora, que se viene implementando a través de acuerdos con la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA) y la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO), que incluye desde inversión en infraestructura del cuidado hasta la exigencia a las empresas contratadas que no tengan en su directorio deudores alimentario, destaca María Pía Vallarino, a cargo de las políticas de género del MOP.

“Desde el 2020, el MOP estableció la equidad de género como uno de los valores rectores de la gestión, para que los proyectos de infraestructura aborden las necesidades de mujeres y población LGBTI+, y para promover la igualdad y la reducción de brechas en todas las instancias de ejecución de la Obra Pública”, dice la funcionaria. Además, el MOP estableció a la Infraestructura del Cuidado como uno de sus cuatro ejes de gestión. Una de cada 10 obras apuntaron en esta gestión a ampliar la cobertura y fortalecer los servicios existentes en áreas de cuidado de la salud, las infancias, los géneros, las juventudes, las personas mayores y aquellas con discapacidad. Se estableció que el 8,5 por ciento del presupuesto del MOP se dedique a este eje. En 2022 la inversión llegó al 9 por ciento.

–¿Cómo empezaron a incorporar la perspectiva de género en el MOP? –le preguntó este diario a Vallarino.

–Las primeras acciones consistieron en crear la Red de Género y Diversidad con representantes de todas las áreas y sindicatos, capacitar al personal a través de Ley Micaela y elaborar los protocolos para atención de las violencias, en el marco de los convenios colectivos de trabajo. Hoy contamos con 8 áreas de género dentro de las 12 instituciones que hacen parte del MOP. Al mismo tiempo se promovió de manera constante hacer crecer la participación de mujeres y LGBTI+ tanto al interior de los organismos estatales como en el sector privado para lo cual también se hicieron manuales y recomendaciones con la asistencia técnica de ONU Mujeres y la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS). Para el sector público, se realizaron análisis de brechas de género, se trabajó en visibilizar y destacar a las mujeres y LGBTI+ que ocupan tareas y roles y se impulsaron mejoras en las condiciones laborales tanto en las licencias con enfoque de corresponsabilidad como en crear espacios nuevos de lactancia, por poner algunos ejemplos –detalló la funcionaria.

Para trabajar con el sector privado, el MOP firmó un convenio con CAMARCO y la UOCRA. Y estableció incentivos para promover la incorporación de mujeres y diversidades en la construcción.

“Modificamos los pliegos incluyendo lenguaje no sexista; solicitando a las empresas que informen sobre su personal desagregado por género y sobre sus políticas de género; que cuenten con personal capacitado en género; en caso de desempate, se priorizan empresas que incorporan personas trans; se exige la adopción al Código de Ética del Ministerio –que incluye compromisos en materia de igualdad de género–; se refuerza el cumplimiento de baños para todas las personas; así como se solicita el reporte en caso de faltantes en ropa, calzado o elementos de trabajo que atiendan las diferentes características de la población; se exigen declaraciones juradas de la composición del directorio libre de deudores alimentarios y el compromiso de incorporar mujeres y LGBTI+ o colaborar en su formación”, indicó Vallarino.

–¿En cuánto aumentó la participación de las mujeres en el sector ?

–Es algo complejo determinarlo. Los datos reportados por el Ministerio de Trabajo no cuentan con desagregación por género. Las obras tienen un ciclo y el personal contratado no necesariamente se incluye de principio a fin –debido a las necesidades técnicas y operativas de la obra en cada momento–. Hay que considerar que además del empleo registrado existe una cantidad de empleo informal, es decir que todos los reportes subregistran la cantidad real de trabajadores y trabajadoras –como ocurre muchas veces con las cooperativas–. De todas formas, puedo decir que en todos los organismos dependientes del MOP, es decir, considerando los trabajadores del Estado, se ha alcanzado casi un 30 por ciento de mujeres, en contraste con un 27 por ciento en 2020, mientras se estima que, en el sector privado, se encuentra entre un 5 y un 7%, cuando rondaba históricamente el 2 o 3 por ciento.

“Mi papá me decía por qué no estudiaba una carrera ‘para mujeres’, me decía que estudie Arquitectura por ejemplo. Me decía que este era un mundo de hombres”, recuerda Nancy Hornus, una ingeniera civil, de 49 años y más de 20 de experiencia en el sector, que encabeza desde junio de 2022 la Comisión de Equidad de la Cámara Argentina de la Construcción. Hornus forma parte del directorio de una empresa familiar entrerriana. En diálogo con Página 12 señala que el 95 por ciento de las empresas de la construcción son familiares. “En general a la cámara van el papá y el hermano y las mujeres se quedan trabajando en la empresa”, describe. Históricamente, apuntó, CAMARCO ha sido una cámara masculinizada. Sin embargo, destaca que en dos se logró que el 25 por ciento de las delegaciones provinciales de CAMARCO estén encabezadas por mujeres. “Antes eran todos hombres”, señaló. “El acompañamiento desde el MOP fue fundamental para este cambio”, agregó.

Las mujeres no sirven, no saben, no es el trabajo para ellas, son algunos de los prejuicios que suelen todavía sobrevolar el rubro de la construcción. Desde la UOCRA vienen desarrollando talleres y capacitaciones, cursos de formación en oficios para mujeres y diversidades, y para que los espacios de trabajo sean seguros y libres de violencia, contó a este diario Paula Martinez, de UOCRA Mujeres. “Si bien en la Argentina y en el mundo la construcción es una industria casi exclusivamente masculina, la incorporación masiva de las mujeres al mundo del trabajo es uno de los ejes de acción que propone nuestra organización sindical”, aseguró.

En el cierre de la la Jornada de Fortalecimiento para una Construcción con Perspectiva de Género, que se hizo el 5 de octubre en la UMET, con participación del MOP, CAMARCO y la UOCRA, trabajadoras, empresarias, profesionales y sindicalistas compartieron experiencias y se capacitaron en más de 16 talleres. Al cierre del encuentro, el secretario de Organización del gremio, Ruben Pronotti, dijo sobre las mujeres. “El argumento de la fuerza física ya no sirve para explicar por qué no se incorporan”. Y más adelante agregó: “Conocemos el impacto que tiene en la vida de las mujeres trabajadoras y sus familias el acceso al empleo decente. Las compañeras nos hablan de que pueden sostener a sus familias, muchas son jefas de hogar, que pueden mejorar sus viviendas, garantizar mejores condiciones para sus hijos e hijas de las que ellas tuvieron, incluso apartarse de situaciones de violencia a partir de la independencia económica y de la autoestima que les aporta el empleo”.

Todavía falta mucho. Las mujeres y diversidades son escasas aún en la obra pública. Pero al menos, el camino hacia la transformación del sector está iniciado. Esperemos que no se corte.

Por Mariana Carbajal

Fuente: Página 12