El Chaltén: senderos para todos a los pies del Fitz Roy

Glaciares milenarios, lagos transparentes, bosques encantados y montañas listas para ser escaladas son sólo el comienzo de una travesía por este rincón de la Patagonia.

Glaciares milenarios, lagos transparentes, bosques encantados y montañas listas para ser escaladas son sólo el comienzo de una travesía por este rincón de la Patagonia.

Los 5.000 y pico de kilómetros de la mítica ruta 40 atraviesan casi todo el país como un hilo de coser que une paisajes y culturas disímiles. En sus tramos finales, el camino se acerca al lago Viedma y conecta con la ruta 41 que, corrigiendo el rumbo al oeste, se aproxima aún más a un juego de imponentes siluetas que presumen su grandeza. El magnetismo, que a veces pareciera no tener fin, ha empezado.

A los pies de los cerros Fitz Roy, Torre y compañía, un pequeño pueblo burbuja vive casi venerando al “cerro que humea”. Su encanto atrae a personas de cada rincón del planeta que conviven como en una cumbre internacional. Vestidos con ropa de montaña y con sonrisas en la cara, caminan el puñado de calles que forman El Chaltén, ese pueblo tan conocido por haber sido el más joven del país, que ha crecido vertiginosamente y que ahora es el hogar de tantas personas que buscan su lugar en el mundo y de otras tantas que lo encuentran.

Paso a paso

Declarado Capital Nacional del Trekking en el año 1994, El Chaltén dispone de una inmensa oferta de senderos para cada nivel y que, además, son gratuitos. No, un día no alcanza.

Entre cascadas y miradores. Dentro de las opciones más cortas y accesibles se puede encontrar la caminata hacia una hermosa cascada de 20 metros de altura llamada el Chorrillo del Salto. Duración: dos horas ida y vuelta. Dificultad: baja.

Por otro lado, los miradores Los Cóndores y Las Águilas ofrecen excelentes vistas panorámicas del cerro Fitz Roy y el cerro Torre, como así también del pueblo y el valle entero. Duración: tres horas ida y vuelta. Dificultad: media-baja.

El “trekking” más emblemático. El final del pueblo es el inicio del sendero que mira siempre hacia arriba. El ascenso entre hermosos bosques es la oportunidad perfecta para divisar animales autóctonos y la laguna Capri regala vistas panorámicas de un cerro que cada vez está más cerca. La última hora de caminata es dura, pero en ese segundo final la vida entera recobra sentido. Un lugar como ningún otro se descubre por completo. Una laguna de color esmeralda descansa a los pies de una masa de granito y nieve en equilibrio: el imponente cerro Fitz Roy, de 3.405 metros sobre el nivel del mar, se eleva hasta el cielo. Es el trekking más emblemático de la zona y uno de los más impactantes. Duración: ocho horas ida y vuelta. Dificultad: media-alta.

Opción: caminar tres horas hasta el campamento Poincenot, acampar y al segundo día subir una hora hasta la laguna para luego bajar hasta El Chaltén.

Lago, desierto y bosque. 37 kilómetros de ripio son suficientes para llegar a un pequeño embarcadero que termina de adornar un sublime lago patagónico: el Lago del Desierto. Lejos de su nombre, este alargado espejo de agua que invita a navegar está rodeado por un frondoso bosque. A mitad de trayecto, la embarcación se detiene para hacer una corta caminata que termina en la postal del glaciar colgante Vespignani, y luego continúa hasta la Punta Norte, desde donde se aprecia la cara norte del cerro Fitz Roy.

Hielo azul. En este circuito, la embarcación parte de Bahía Túnel surcando aguas turquesas en sentido sur. A sólo 20 kilómetros empieza otro mundo, delimitado por una pared de dos kilómetros de largo y casi 40 metros de altura. Es el glaciar Viedma, el más grande del país. Justo después de desembarcar, se emprende una caminata por el promontorio y sus miradores al glaciar, que presume sus intensos azules. Duración: nueve horas (dos de navegación). Dificultad: media-baja.

Cuatro días de aventuras. Los fastuosos bosques de lengas y ñires sólo son el comienzo de este circuito menos tradicional, que da la vuelta al cerro Huemul. Los días se suceden cargados de aventuras. Ríos de deshielo, caminatas sobre glaciar y tirolesa son las pruebas a superar para llegar al Paso del Viento y ver el inmenso mundo que se esconde detrás de esas montañas: los Hielos Continentales. Dormir con el sonido de cien témpanos inquietos y caminar en la estepa patagónica llena de liebres es parte del regreso de una aventura simplemente perfecta. Duración: cuatro días. Dificultad: alta.

Aclaración: debido a la complejidad de esta actividad, es necesario registrarse en Parques Nacionales y llevar una serie de objetos obligatorios como mapa, calentador y equipo para cruzar las dos tirolesas (se puede alquilar en el pueblo).

Fuente: La Voz