Chile: la mayoría de la sociedad vive una violencia estructural
"Las mujeres hemos estado siempre en toque de queda", afirma Ana Luisa Muñoz. Y sostiene que el feminismo ha instalado una discusión interesante que intenta quebrar con la naturalización de las violencias neoliberales.
10/12/2019 EL MUNDO«Las mujeres hemos estado siempre en toque de queda», afirma Ana Luisa Muñoz. Y sostiene que el feminismo ha instalado una discusión interesante que intenta quebrar con la naturalización de las violencias neoliberales.
En el Centro del país, se respira gases lacrimógenos a toda hora del día, es decir, que no hay espacios donde, por parte del Estado y los carabineros, exista respeto y no violencia. Hay cientos de videos mostrando la violencia de las fuerzas militares a las personas, no importa su rango de edad y tampoco su género. El terror sucede a toda hora y los secuestros en espacios que no son comisarías están sucediendo hoy en Chile. Las violaciones a mujeres, niñes, cuerpos feminizados suceden y quienes son violentados denuncian a organizaciones independientes que funcionan con una mirada no juzgadora y que intenta armar red para que al menos haya una justicia desde el lado de la contención. Como lo está aprendiendo hacer el pueblo chileno. Las cifras que el INDH (Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile) hasta el día de la fecha reportó que ya hay 3.449 personas heridas, 352 personas con pérdida de vista y 108 querellas por violencia sexual. Pero decir cifras en un Estado que reprime todos los días desde que el pueblo salió a reclamar por sus derechos es algo, casi imposible, porque los datos se renuevan a cada minuto, y no siempre a esta misma Institución.
Ana Luisa Muñoz es docente universitaria y se doctoró en Cultura Educativa, Política por la Sociedad de la State University of New York – Buffalo y actualmente, lidera un proyecto sobre internacionalización, conocimiento y género en la academia. Vive en Santiago Chile, es feminista y ahora participa activamente de las cabildas que se llevan a cabo en el Museo de la Memoria, para pensar en propuestas sobre lo que las mujeres feministas, pluralistas, antirracistas y anticoloniales quieren para Chile. Ana Luisa, dice que “Los primeros días fueron terribles. Estamos emocionalmente y psicológicamente con angustia y nerviosismo. No se podía salir, y si salías tenías que estar atenta todo el tiempo de cuidarte. Estuvimos en estado de shock, una brutalidad, pienso que ese estado pasó y ahora, lo complejo es que existe la idea de pensar que “todo vuelve a la normalidad”, dice.
-¿Cómo está reaccionando el feminismo chileno con lo que está pasando?
– Desde el movimiento feminista se está reflexionando, recopilando datos de violencias hacia las mujeres y haciendo catastros, las disidencias sexuales también los están haciendo. Es muy reciente hacer un análisis o dar cifras exactas, porque esto está pasando diariamente, se van actualizando listas de chicas que desaparecen, que estuvieron detenidas, que luego aparecen, etc. Hay mujeres que no quieren denunciar y no quieren hacerlo por dos razones: porque te dicen “esto es lo que vivimos siempre, no sé en qué se diferencia que un policía me amenace que me va violar, si en general en la calle vivo esa amenaza constantemente” y por otro lado, el Ministerio de la Mujer no lo considera relevante. Este mensaje es contradictorio para las mujeres violentadas. Hay un Ministerio que se supone que está para defender a las mujeres, pero su silencio se hace cómplice de la violencia que están viviendo decenas de mujeres y niñas en las comisarías, las desnudan y manosean, pero no tenemos una declaración por parte de la Ministra Isabel Plá que condene tal abuso policial.
-Se habla de las bajas pensiones y de endeudamientos en la mayoría de las personas chilenas ¿podrías explicarnos y darnos algún ejemplo?
-Las tasas de suicidios de adultos mayores han ido creciendo y son las más altas de la población chilena. Una persona adulto mayor, en general, vive como con 150 a 200 dólares, y muchos, también, terminan en una condición altamente precarizada. Si se le suma a eso, que en Chile la colusión de las farmacias con los precios de los medicamentos es parte de nuestra realidad, el abuelo o abuela tiene que decidir entre comprar el medicamento o comer, eso es tremendamente violento y doloroso. Sin embargo, pienso que el feminismo, durante los últimos años, ha instalado una discusión interesante que intenta quebrar con esa naturalización de las violencias neoliberales en las que vivimos, que está entretejido en toda nuestra cotidianidad. Cuando uno reflexiona cómo el modelo neoliberal te marcó, direccionó tu vida, y te silenció, te hace entender por qué las personas en Chile vivimos en la precariedad que vivimos.
– ¿Cómo opera esta violencia en una sociedad en donde aún siguen diciendo que viven en una pos dictadura?
– La mayor parte de la sociedad chilena vive una violencia estructural. Las mujeres hemos estado siempre en toque de queda, siempre tenemos miedo de caminar por las calles, siempre nos hemos sentido oprimidas y violentadas, no solamente por un Estado que cuestiona hasta lo básico que es el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos, sino por la sociedad misma que constantemente nos vigila y violenta. Por dar un ejemplo, el Pueblo Mapuche en el sur de Chile, siempre ha sido oprimido y desde la última década se le han inventado un sin número de montajes para poder encarcelarlos y criminalizar su demanda territorial.
-Chile tiene hace algunos años un Ministerio de la Mujer; ¿responde a las demandas del feminismo chileno?
-El gobierno chileno respondió de manera parcial a los reclamos feministas del 2018. Principalmente respondió a aquellas que se acercan a una lógica liberal del feminismo. Las demandas, en general, en el 2018, eran puntualmente tres: fin al patriarcado, educación no sexista y protocolos de acoso sexual en las instituciones de educación superior. Pero cuando reflexionamos sobre las respuestas de estas demandas, nos damos cuenta, que nos redujeron a ser mujeres trabajadoras y madres. Es decir, que las políticas que se proponen son para responder a la línea de “si no eres madre, no estás considerada como mujer”, o “sino no sos una mujer trabajadora, no estás considerada dentro del sistema liberal”. Lo que omite por completo el endeudamiento que tienen mujeres y hombres en este país para obtener un título universitario. Usualmente, en Chile, la gente se endeuda alrededor de 10 o 20 años por pagar una carrera, dependiendo de cuanto cueste.
– A un mes y medio del estallido social, ¿Qué exige la sociedad chilena?
-Nosotros tenemos un Estado subsidiario y lo que necesitamos es un Estado garante. Mientras hay una sociedad que se fortalece en sus demandas y tiene claridad de que es lo que desea y quiere cambiar, el gobierno y su arco político, dan manotazo de ahogado y sigue llamando a reprimir. Es decir, que sus respuestas no son suficientes en tanto todo el abuso que el pueblo de Chile viene sufriendo hace décadas. Este modelo económico que nos sustenta hace crisis y de momento el Estado no lo quiere modificar. Mientras no se cuestione esa estructura, todas las medidas que el gobierno de Piñera proponga son superficiales