Ciudad marcada por la desigualdad

La brecha preexistente entre el norte y el sur se profundizó y recrudeció en el distrito más rico del país, ante un escenario de pandemia y en ausencia de políticas locales focalizadas para atenuar esas profundas diferencias. 

La brecha preexistente entre el norte y el sur se profundizó y recrudeció en el distrito más rico del país, ante un escenario de pandemia y en ausencia de políticas locales focalizadas para atenuar esas profundas diferencias.

Brillar por la inacción
Por María José Castells y Lucila Martínez Pelizza (*)

Tras la profunda crisis que tuvo lugar con la irrupción de la pandemia sanitaria, y en el marco de la pesada herencia macrista, los primeros datos de 2021 muestran una tendencia a la recuperación de la economía. Además de los signos alentadores de la actividad, los datos publicados por el Indec a partir de la Encuesta Permanente de Hogares arrojan resultados positivos de sus indicadores laborales para el cuarto trimestre del 2020. Tanto la tasa de actividad como la tasa de empleo, que habían caído fuertemente en el segundo trimestre, mostraron una notoria mejoría al pasar del 38,4 al 45 por ciento y del 33,4 al 40,1 por ciento, respectivamente. Por su parte, la tasa de desempleo se redujo al 11 por ciento, luego de haber alanzado su pico de 13,1 por ciento en el inicio de la cuarentena.

Es insoslayable que los efectos de la Covid-19 sobre el mercado de trabajo se hicieron sentir en todo el mundo, y particularmente en América Latina, dada la alta incidencia de sectores informales. Sin embargo, las trayectorias de los países de la región muestran evoluciones por demás diversas. La Argentina es el país con menor crecimiento interanual de la tasa de desocupación (12,2 por ciento), muy por debajo de Brasil (20), Chile (33) o Perú (91 por ciento), entre otros, según revela el Ministerio de Trabajo.

Este resultado no fue magia, sino la consecuencia de un Estado activo y de políticas públicas que tendieron a paliar los efectos devastadores de la pandemia. La relevancia del rol que ha tomado el gobierno cobra una dimensión aún mayor si se lo compara con los cuatro años de gobierno de Cambiemos en los que el desempleo aumentó un 51 por ciento (pasó del 6,5 por ciento en 2015 al 9,8 por ciento en 2019), sin virus alguno más que el proyecto neoliberal puesto en marcha durante su mandato.

La falta de un rol activo por parte del gobierno local es lo que se resalta en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En ese sentido, resulta de interés observar la evolución de los indicadores laborales en el distrito más rico del país. Según los datos publicados por la Dirección de Estadística y Censos para 2020, la brecha preexistente entre el norte y el sur se profundizó y recrudeció, ante un escenario de pandemia y en ausencia de políticas focalizadas para atenuar esas profundas diferencias.

Mientras que la tasa de actividad en el norte de la ciudad es del 57,6 por ciento, en el sur apenas alcanza el 44,8 por ciento, pero además en el último año de crisis se desplomó un 11,2 por ciento, mientras que en el norte apenas el 4,4 por ciento. Algo semejante se observa con el empleo: en el norte de la ciudad de la tasa de empleo es del 52,3 por ciento y en el sur apenas alcanza el 37 por ciento, luego de haber caído 14,4 por ciento, casi 3 veces más que en el norte comparando con 2019.

Por último, los datos referidos al nivel de desempleo son todavía más alarmantes. La tasa de desempleo en las comunas del sur porteño alcanzó el 17,6 por ciento, luego de una variación interanual del 22,6 por ciento, muy por encima del promedio del país, y más aún del norte de la ciudad que tocó el 9,1 por ciento, tras un incremento interanual notoriamente inferior. La brecha entre el norte y el sur de la ciudad también se manifiesta en los ingresos medios. En el año 2020, los habitantes del sur tuvieron en promedio un ingreso de 34.181 pesos, al tiempo que quienes residen casi que duplicaron esos ingresos, alcanzando en promedio 62.161 pesos.

Otra problemática que atraviesa al mercado laboral local es la brecha entre géneros. Los datos arrojados de 2020, reafirman lo que ya parece ser un dato estructural. La tasa de actividad de los varones en CABA es un 16 por ciento más alta que la de las mujeres. Mientras que el 55,7 por ciento de los hombres están activos en el mercado laboral, solo el 48,1 por ciento de las mujeres participan de la población económicamente activa. En tanto, que los datos de empleo arrojan que la brecha es aún mayor: la tasa de empleo de los varones (49 por ciento) supera en un 19 por ciento a la de las mujeres (42,1 por ciento). Por su parte, la brecha de desempleo entre varones y mujeres, que en 2019 promedió un 20 por ciento menos para los hombres, en 2020 y por efecto de la crisis se achicó por el alto impacto que tuvo la pérdida de empleo en sectores como la construcción y la industria, actividades típicamente masculinas.

A contramano de lo que viene haciendo el gobierno nacional, la ciudad brilla por la inacción. Hacer nada en materia de desigualdades equivale a convalidar y, en escenarios críticos como el actual, a profundizar la fragmentación social. En este sentido, es importante pensar de manera específica políticas que permitan achicar las brechas geográficas que presenta la ciudad, al tiempo de generar las condiciones acceso al mercado de trabajo para las mujeres que tienen a cargo las tareas del cuidado de los hogares, como guarderías o lugares comunes de cuidado, incluso achicando la brecha, incluso con las mujeres de mayores ingresos que tienen la posibilidad de tercerizar las tareas domésticas y de cuidado.

(*) Economistas UBA – Proyectar Ciudad

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Una gestión ineficiente
Por José Luis Calvo (**)

La demora en el envío y tratamiento del proyecto de Presupuesto 2021 en CABA tuvo como excusa principal la firma del decreto 735/20 del presidente Fernández que redujo el porcentaje de coparticipación del distrito de 3,5 a 2,32 por ciento. La presentación del mismo por parte del ministro de Hacienda de la Ciudad contó con 2 argumentos salientes:

El condicionamiento económico que impuso la reducción de la coparticipación y la necesidad de aplicar un “ajuste provisorio” en las cuentas públicas hasta tanto se resuelva el planteo de inconstitucionalidad realizado contra la medida del ejecutivo nacional.

En resumen, la “quita arbitraria” de fondos coparticipables obligó al ajuste presupuestario. Pero en verdad los problemas de CABA tienen sustancialmente otro origen que se derivan en primer lugar de las erróneas proyecciones realizadas por el ejecutivo y desmentidas por su propia Contaduría general, el déficit fiscal a fines del 2020 no fue de 70.200 millones de pesos como se anunció sino menos de la mitad (32.200 millones) y los ingresos fueron 20 mil millones más que los estimados al cierre por el gobierno. Estos “groseros errores” de base le han servido para subestimar ingresos en el 2021 y explicar la necesidad de un ajuste de 32 mil millones en el gasto.

Presentaron un presupuesto con un déficit fiscal de 25 mil millones cuando en realidad será, si se cumplen las previsiones, de poco más de 3 mil. Por lo tanto no había necesidad de recortar el plan de inversiones en áreas vitales como Salud, Educación y Seguridad y retacear ayuda al sector productivo de CABA, pareciera que el ejecutivo de la Ciudad se desentendiera de esa problemática porque de eso ya se ocupa el gobierno nacional.

Antes de 2016 los fondos coparticipables que recibía CABA representaban menos del 10 por ciento de sus recursos corrientes, en los últimos 5 años explican el 20 por ciento. Con la modificación realizada ese porcentaje solo baja a 17 por ciento, ¿Habrá la ciudad aprovechado ese fuerte incremento en sus ingresos para mejorar su situación económico-financiera?

En el manual de los detractores del déficit fiscal el ejemplo CABA no tiene lugar. En el período de gobierno PRO (2008-2020) el promedio de déficit fiscal sobre los ingresos corrientes fue 5,60 por ciento anual pero durante los últimos 5 años con 150 por ciento más de coparticipación el déficit promedio fue del 6,28 por ciento.

El gobierno de Rodríguez Larreta prometió déficit cero e inclusive superávit y presupuesto equilibrado para sus mandatos, parece que algo ha fallado. Aun habiendo recibido en los últimos 5 años como mínimo, 6 puntos de coparticipación por encima de lo que le correspondía a CABA (representan hoy más de 263 mil millones de pesos).

Queda claro que recibir más fondos coparticipables no implica menos déficit y por lo tanto menos fondos de ese tipo no obligan a un déficit mayor. Porque el problema principal de CABA no fue, no es, ni será cuánto recibe de coparticipación sino cómo maneja su presupuesto, a qué lo destina y como lo financia.

En el momento de mayor recepción de fondos coparticipables CABA tenía el mayor nivel de deuda de su historia, más de 3 mil 400 millones de dólares. Medida en dólares la deuda de la ciudad creció en el período 2008-2020 el 500 por ciento mientras que sus ingresos medidos de la misma forma solo crecían el 33,7 por ciento.

Si medimos la deuda en proporción a los ingresos corrientes de CABA, en el año 2008 la deuda representaba el 13,5 por ciento. En el 2020 esa proporción alcanza al 61,2 por ciento, siendo más del 60 por ciento nominada en moneda extranjera.

¿Y qué pasa con los intereses que esa deuda genera? En el año 2008 representaban el 1,06 por ciento de los ingresos corrientes de la ciudad en el 2019 esos intereses consumieron el 9,4 por ciento.

Según el presupuesto 2021 los intereses a pagar durante el año suman 48.500 millones de pesos casi el doble que el déficit que proyecta el ejecutivo (+94 por ciento) y los servicios de la deuda para este año (amortización del capital + intereses) llegan a 86.400 pesos casi en el límite del 15 por ciento de los ingresos como coeficiente de endeudamiento que recomiendan las buenas prácticas de responsabilidad fiscal en Argentina. Pareciera que los problemas no están enfrente, están adentro.

(**) Docente Presupuesto y Costos UNAJ.

Fuente: Página 12