Colectivos circulan normalmente y se mantienen firmes unos 80 despidos en Córdoba

Mestre y las empresas se plantaron en que no habrá reincorporaciones. Buscan sentar un precedente histórico en ese sentido. El servicio se brinda con choferes y coches habituales desde el primer minuto de hoy.

Mestre y las empresas se plantaron en que no habrá reincorporaciones. Buscan sentar un precedente histórico en ese sentido. El servicio se brinda con choferes y coches habituales desde el primer minuto de hoy.

Desde el primer minuto de hoy, y luego de 10 días de paro, el sistema de transporte urbano de Córdoba volvió a funcionar al 100 por ciento de su capacidad, en horarios habituales y con cobro de boleto. Queda atrás así el esquema de contingencia que el municipio articuló lunes y martes, y que ayer llegó a poner en circulación unos 500 coches, sobre un total de 800.

Esta “normalización” del servicio es un bálsamo para los sufridos usuarios, pero quedan pendientes de resolución los efectos colaterales del paro: 80 despidos y el descuento de horas no trabajadas.

 

El intendente Ramón Mestre y las empresas Aucor y Coniferal fueron tajantes al afirmar ayer que no habrá reincorporación de despedidos. Destacan que esas medidas se tomaron en línea con la legislación laboral y una vez que el paro fue declarado ilegal.

Incluso, el titular de UTA nacional, Roberto Fernández, deslizó que hará gestiones para que los despidos sean los menos posibles, pero no aseguró reincorporación total.

Ese escenario quedó trazado ayer luego de una fallida convocatoria del Ministerio de Trabajo a conciliar. Municipio y empresas ratificaron su vocación de sentarse a hablar, pero parecen haber acordado el criterio de que no negociarán los despidos.

Anoche, la autoridad laboral informó que las empresas le pidieron audiencia para la semana que viene. Otras fuentes indicaron, por el contrario, que la citación sigue siendo la misma de siempre, pero como las prestatarias estaban abocadas a restituir el servicio, postergaron su concurrencia para otro día.

La mencionada reacción política de Mestre era esperable, sobre todo después de la fuerte señal social que hubo en pos de mostrar firmeza.

El lunes a la noche, cuando los delegados de los choferes vociferaban un acuerdo que no fue tal y la revisión total de los despidos, el rechazo de los usuarios fue muy elocuente.

La situación le dio plafón al intendente para tratar de recuperar autoridad, luego de haber pagado costos políticos durante los 10 días de paro.

Sin comparación

La historia de esta medida de fuerza quedará en los anales como una de las más prolongadas e ­irracionales de todas las que hubo en el transporte, que no han sido pocas. Sólo en los últimos seis años, el actual intendente lleva contabilizados más de 40 paros.

Si bien esta vez la huelga se ­terminó de desgranar ayer a la mañana, cuando en las puntas de líneas de las empresas se multiplicaba la presencia de choferes que abandonaban la protesta, el quiebre real del paro se dio mucho antes.

Fue el lunes al mediodía, tras el acto de choferes frente a la sede de UTA. Esa convocatoria, en la que, supuestamente, los gremios más fuertes de Córdoba le iban a hacer el aguante al delegado Marcelo Marín (Aucor), fue vaciada por los caciques sindicales.

Pegaron el faltazo Rubén Daniele (Suoem), Gabriel Suárez (Luz y Fuerza) y José Pihen (SEP). Desde allí, el acto –y también el paro, claro está– quedaron en manos de Mauricio Saillén, líder del Surrbac (recolectores de residuos).

Saillén asumió el protagónico, aglutinó a sectores K y de izquierda, y hasta desafió con promover la revocatoria de mandato a Mestre. Previamente, había fracasado en su intento por forzar el llamado a un paro general en la provincia.

Un dato: en el acto, había más recolectores que choferes. Esa inflación de apoyo externo se devaluó al final de la reunión.

Cuando se apagaron los micrófonos en el palco, las cámaras dejaron ver a un Marín desencajado, tratando de convencer a sus pares de no abandonar la protesta. “Esto no es para cagones”, decía. Pero recogía sólo miradas incrédulas.

Esa primera señal cobró cuerpo en la noche del mismo lunes. Con el esquema de contingencia ideado por el municipio –que funcionó medianamente bien–, Marín y compañía empezaron a recular.

Fueron a Trabajo a tratar de revivir el mismo acuerdo que habían desestimado el viernes y que implicaba aceptar la conciliación, y volver el conflicto a foja cero.

Pero a esa altura, la taba ya se había dado vuelta. Con más aire, el tándem Mestre-empresas plantó bandera y se endureció: ratificaron los despidos y el descuento de horas, y avisaron que no asistirían a la audiencia en Trabajo.

Lo que viene

Ya fue dicho: lo inédito de este paro fue su larga duración, pero también cómo se alinearon los protagonistas. Casi siempre, la pelea era delegados-UTA, contra municipio-empresas. Ahora no. Esta vez quedaron los delegados y choferes, de un lado, y, en frente, el municipio, UTA local y nacional, empresas, Provincia y Nación.

La inorganicidad de los huelguistas fue total, incluso respecto de su propio gremio. Eso marcó la tónica del paro e incidirá mucho también en la salida que se logre, hacia adelante. ¿Por qué?

Hasta la semana pasada, las protestas de UTA eran (si se permite la comparación) como una afección virósica: con o sin remedios, se “curaban” en un ciclo de cinco días. Esta vez no fue así.

Los delegados desafiaron a la intervención de UTA, se envalentonaron con apoyos políticos y de otros gremios, y –sobre todo– no tenían techo alguno en materia de responsabilidad.

En su máximo esplendor mediático, el delegado Marín se vio a sí mismo como una suerte de Atilio López, a las puertas de otro Cordobazo. Con ese convencimien­to, salteó los límites legales y redobló siempre la apuesta, hasta poner a sus propios compañeros en un escenario de despidos masivos, que nadie sabe cómo se saldará.

Esa cuestión es la que envalentona también a Mestre y a las empresas a hacer un clic y marcar un punto de inflexión.

Si el hecho de mantener paralizada 10 días la segunda ciudad del país les sale gratis (en términos legales y económicos) a sus protagonistas, ¿cuánto tiempo pasará para que se cocine desde abajo otro paro salvaje como este?

¿Cuántos nuevos Marín se están incubando en un gremio intervenido, donde para llegar a ser delegado hay que gritar más fuerte, prometer más disparates, y autoproclamarse por fuera de cualquier legalidad?

ONG pide sanción para Ersa, Coniferal y Aucor. Usuarios y Consumidores Unidos solicitó una multa de cinco millones de pesos para las prestatarias del transporte.

Fuente: La Voz