Comunicar o sucumbir

Esta columna lamenta manifestar su discrepancia, una vez más, con lo que ya parece un descontrol. En el Ministerio de Transporte hay, aunque se la niegue, una disputa feroz tras bambalinas.

Esta columna lamenta manifestar su discrepancia, una vez más, con lo que ya parece un descontrol. En el Ministerio de Transporte hay, aunque se la niegue, una disputa feroz tras bambalinas. Y así lo muestra ahora el decreto 556/2021 que, cuando menos, es a la vez un nuevo intento inútil de tapar el sol con un dedo y una expresión más de la lucha feroz por el control de un río exhausto del que se vienen beneficiando una treintena de grandes corporaciones extranjeras, gracias al evidente desconcierto de nuestro gobierno en la materia.

No obstante, subrayada esta crítica una vez más, es imprescindible sostener que lo anterior no modifica la racionalidad y necesidad, en las próximas elecciones, de un voto plebiscitario en apoyo del FdT y del gobierno nacional.

Y es que no hay dudas de que el problema que atraviesa la Argentina es de múltiples aristas y de una gravedad inusitada, peligrosa para la democracia misma y por supuesto para la paz social. Y es que para el pueblo raso resulta desesperante la persistente caída económica y la consolidación de la dependencia venenosa del FMI y su sistema de dominación mediante la eternización del ahogamiento sistemático y perverso a nuestro pueblo. Por eso es cada vez más difícil encontrar razones de peso para pedir el voto de los trabajadores y del 50% o más de una ciudadanía exhausta, desencantada y cada vez más influída por las peores ideas (es un decir, ideas) y discursos.

De ahí que el voto nacional y popular no puede ser más que para sostener al gobierno de Alberto y Cristina, más allá de la ringlera de errores que se cometen en algunos ministerios y que cada vez más sectores venimos expresando.

El problema fundamental, en términos políticos y sociales concretos, es la politica comunicacional del Gobierno, de la Casa Rosada, del gabinete presidencial o de quien sea responsable del errático, disparatado, absurdo e incomprensible manejo de por lo menos la figura del Presidente. Y una prueba de ello, casi de perlas, fue el caso de la docente y el alumno que protagonizaron una discusión que a estas alturas casi parece guionada y en la que, con todo respeto, esta columna considera que el Presidente no debió intervenir. Y menos del modo que lo hizo.

Y ahora hay que sumar, al análisis de la ya grave situación interna, la provocación del gobierno cipayo de Chile pretendiendo territorios argentinos ya laudados hace más de 30 años. Y que no puede leerse sino como un favor de la derecha chilena a Macri, los mentimedios concentrados y las bestias neofascistas locales. Y pretensión que es funcional al avance y las provocaciones de las derechas, porque no es del pueblo chileno esta estúpida pretensión geográfica, sino que se ve a la legua la coordinación entre el gobierno cipayo de allá con sus socios de acá.

Se trata de una típica provocación orquestada, en la que los medios hegemónicos no son inocentes, y que aprovecha la anomia de un gobierno que sigue metiendo la pata por la ausencia y desorientación comunicacional.

Esta columna no duda de que esa provocación del gobierno de Piñera resulta además absurda en momentos en que el pueblo chileno discute nada menos que una reforma constitucional profunda, mientras la campaña electoral en Argentina desespera a la derecha local, que juega sucio con tal de golpear al gobierno nacional y popular de Alberto y CFK.

Fue en ese contexto que un joven de 16 años ­–flamante votante­–, esgrimió esta semana argumentos macristas para justificar la brutal e irregular deuda contraída, ante una profesora exaltada –con razones, pero exaltada– quien le respondió en forma altisonante en lugar de mandarlo a hacer una investigación para debatir en clase ante todos sus compañeros, que es lo que debió hacer. Porque no hay otra manera de enseñar, y en educación las formas siempre importan. Y las estupideces juveniles, cuando aparecen, no pueden ni deben ser tratadas humillando a los estudiantes, por necios que sean. Y si además nadie se ocupó de decirle al Presidente que no saliera a «defender» a esa docente, eso mismo indica que el déficit comunicacional del gobierno es alarmante.

Y otra prueba la dio esta semana Jorge Asís, otrora vibrante escritor y figura de la literatura nacional que hace años abandonó los ámbitos ficcionales para introducirse en el universo del análisis y las conjeturas políticas. Asís se refirió a Alberto Fernández tras la tonta celebración del cumpleaños de su compañera en Olivos. Agorero e infatuado como casi siempre, pero sobrado de agudeza, dijo que el comportamiento del Presidente “desde el punto de vista político fue todo muy malo”, y calificó al episodio de «pintoresquismo absolutamente innecesario”, aprovechando para plantear como salida del conflicto lo que llamó «Solución Ascochinga». La cual, más allá de su autosuficiencia siempre recargada, colocó al ex narrador en una posición cuasi golpista, para disfrute del canal y de audiencias agoriladas.

Porque el mensaje Asista aludió al desplazamiento de un primer mandatario, al hacer referencia a la localidad cordobesa en la que fue prácticamente aislada la entonces Presidenta Isabel Martínez de Perón, entre septiembre y octubre de 1975, o sea en vísperas de la crisis militar y civil que antecedió al Golpe de Estado de Videla y Massera en marzo del 76. Y dijo también, como se lee en algunos diarios pro-macristas, que “El Presidente está deprimido»; que «no tiene la menor credibilidad»; que la situación actual «es un pantano”, y que habría que «encontrar algún mecanismo político de sustitución» porque aunque no hay vacío de poder sí «hay vacío presidencial».

Observarán los lectores que hasta aquí esta columna no se refirió al río Paraná desquiciado ambientalmente, las concesiones nuevamente en el candelero, la Soberanía que se sigue postergando (y perdiendo) y las pujas internas en el disparatado Ministerio de Transporte que conducen macristas y radicales. Y que ofenden y hartan a miles de trabajadores de las industrias navieras, de los astilleros, de la Administración General de Puertos y de la Dirección Nacional de Vías Navegables, quienes se dan cuenta de que en el fondo de todo lo que parece haber son negocios, seguramente condenables, y por eso resisten. Como resistimos decenas de miles de argentinos y argentinas que en todo el país asistimos al desmanejo de la Soberanía Nacional en medio de marchas y contramarchas.

Y así y todo iremos a votar, a pesar de los reparos, por el Frente de Todos. Porque nos va en ello la salvación de la Democracia y la Paz en la Argentina. Nada menos.

Por Mempo Giardinelli

Fuente: