Con más ayuda que en 2019, los indicadores sociales se agravan

En 2021 la economía recuperó 10,3% del PBI pero pobreza e indigencia son superiores a los de 2019. Sin la Tarjeta Alimentar, el registro tendría incluso 2,2% más de hogares pobres y 10,7% más de indigentes.

En 2021 la economía recuperó 10,3% del PBI pero pobreza e indigencia son superiores a los de 2019. Sin la Tarjeta Alimentar, el registro tendría incluso 2,2% más de hogares pobres y 10,7% más de indigentes.

La argentina del permanente «cartel electoral» se apresura por medir supuestas eficacias económicas y sociales. Pero una mirada reflexiva aporta elementos para elevar debates que el país necesita y no siempre alcanza, respecto de las políticas que se llevan adelante.

Según el último informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso de la Nación, en el segundo semestre del 2019 la pobreza fue del 25.9% de los hogares y en igual período de 2021 el indicador trepó a 27,9%. Pero de no ser por el aumento de la Tarjeta Alimentar, esa cifra alcanzaría al 30,1% en el tercer trimestre del pasado año.

Es decir que la política asistencialista -sólo midiendo los efectos de la Tarjeta Alimentar- fue eficaz, pero aún con la recuperación económica los indicadores de pobreza (se mide por ingresos) son más graves de los que la sociedad mostraba a fines de 2019, sin la incidencia de la TA.

Algo similar pasa con la indigencia, es decir con el porcentaje de hogares que no poseen ingresos suficientes para una alimentación básica. Pasó del 5,7% al 6,1% del segundo semestre de 2019 a igual período de 2021, pero marcaría 10,7p.p más si al tercer trimestre del pasado año no se hubieran incrementado las asistencias de la Tarjeta Alimentar.

Sólo tomando en cuenta la asignación presupuestaria a la TA, era del 0,06% del PBI en 2019, subió al 0,41% en 2020 y se volvió a incrementar hasta el 0,45% del Producto Bruto Interno en el pasado ejercicio.

¿Sirve el asistencialismo para paliar la situación crítica de la gente? De hecho la ayuda es indispensable pero está lejos de solucionar los problemas. El informe de la OPC señala que el país gastaba en 2019 0,11% de su PBI en Tarjeta Alimentaria, Comedores escolares y comunitarios, Complemento Alimentario, Asistencia al ProHuerta y otras actividades.

En 2020 -por efectos de la pandemia- esa cuenta trepó al 0,48% del PBI, pero lejos de resignar ayudas por la recuperación económica, la cifra de esas ayudas alcanzó hasta el 0,52%.

«La economía asistió a un fin de año de 2021 exhibiendo una profunda recuperación del 10,3% del PBI», dijo el presidente Alberto Fernández; sin embargo la evolución de los ingresos formales con una mayor ayuda estatal no alcanzan a mitigar el deterioro social que ya se verificaba en tiempos de pre-pandemia.

A quién beneficia la tarjeta
La Tarjeta Alimentar -recuerda la Oficina de Presupuesto del Congreso- «es una política de transferencias monetarias dirigidas a promover y garantizar una adecuada nutrición de la población destinataria.

«En el 2021 se extendieron los beneficios de esta política para alcanzar a hogares con niños/as de hasta 14 años perceptores de la Asignación Universal por Hijo (AUH), a hogares con hijos/as con discapacidad que perciban la AUH, a mujeres embarazadas beneficiarias de la Asignación Universal por Embarazo (AUE) y a mujeres perceptoras de la Pensión no contributiva (PNC) para madres de 7 o más hijos/as».

Esta extensión de la cobertura junto con los sucesivos aumentos dispuestos en los montos de la prestación, consolidaron a esta asignación como la principal política alimentaria dentro del presupuesto nacional, según analizó la oficina especializada del Congreso.

Con AUH y pensiones
Dice el informe que «al analizar el efecto de la Tarjeta en conjunto con la AUH y PNC (pensiones no contributivas) de Madres, se observa que, de no mediar la ayuda estatal, las tasas de pobreza e indigencia en hogares resultarían 5,2% y 39,4% mayores, respectivamente. Estos resultados cobran aún más relevancia teniendo en cuenta que las erogaciones asociadas a las tres políticas consideradas (Tarjeta, AUH y PNC de madres) representan solo cerca del 1% del producto de la economía».

Fuente: El Litoral