Córdoba: La “invasión urbana” cambia a los pueblos de Traslasierra

La feria de Villa de las Rosas es un ejemplo de la convivencia entre “neorrurales” y nativos de Traslasierra

La feria de Villa de las Rosas es un ejemplo de la convivencia entre “neorrurales” y nativos de Traslasierra

Así lo refleja una tesis doctoral, basada en las tensiones culturales entre los lugareños de Las Calles e inmigrantes de grandes urbes.

Las bucólicas localidades serranas, en particular en el valle de Traslasierra, han sufrido transformaciones evidentes en los últimos 20 o 30 años de la mano de oleadas migratorias urbanas, conformadas por personas que “huyen” de las ciudades en búsqueda de paz, tranquilidad y calidad de vida.

¿Cómo se constituyen o reconstruyen social y culturalmente esos pequeños pueblos? ¿Cómo son las relaciones, las interacciones y las tensiones que se generan entre nativos e inmigrantes? ¿Cómo impacta la migración urbana en la identidad de las comunidades?

Para intentar dar respuesta a algunos de estos interrogantes, Luciana Trimano (32), flamante doctora en Comunicación Social de la Escuela de Ciencias de la Información (ECI) de la UNC, realizó un estudio etnográfico en la localidad de Las Calles (cerca de Nono).

El trabajo de campo fue la base de su tesis doctoral titulada “De la ciudad al campo. Tensiones entre culturas emergentes y preexistentes. El caso de Las Calles, Traslasierra, Córdoba”. Es un fenómeno poco estudiado por los académicos.

Las Calles es una pequeña localidad de unos 750 habitantes, con un altísimo porcentaje de inmigrantes (casi la mitad de la población) provenientes de grandes ciudades (Buenos Aires, Rosario y Córdoba).

“Me llamó la atención la mixtura de lo urbano y lo rural en una pequeña comunidad y me preguntaba por qué había tanta gente de Buenos Aires viviendo en ese pequeño pueblo”, cuenta Trimano.

Una de las dificultades con las que se encontró la investigadora fue que Las Calles carece de una historia local compilada, hay pocos datos sobre el proceso de poblamiento del valle de Traslasierra en el período reciente y escasea la información censal.

Trimano trabajó con entrevistas en profundidad, reconstruyó las olas migratorias y analizó las tensiones entre nativos e inmigrantes.

El estudio sobre la reconfiguración de la trama cultural de la comunidad rural a partir del impacto de la migración urbana concluye, entre otras cosas, en que la “neorruralidad” está fundamentada en la revalorización de los espacios rurales y la desvalorización de los espacios urbanos. A raíz de esto, se produce un movimiento poblacional de clase media o media alta hacia una sociedad conformada por nativos, que generan estrategias de defensa en su propio territorio.

La llegada de los “gringos”

Según se desprende de la tesis, los primeros inmigrantes en Las Calles fueron los ingleses, en la década de 1940, a quienes los nativos consideran los “auténticos gringos”. Para los lugareños aquella fue una época dorada, en la que la mayoría se dedicaba al cultivo del tabaco y a trabajar como “caseros” para los extranjeros.

Entre 1980 y el año 2000, asegura Trimano, comenzó la migración urbana proveniente, básicamente, de la ciudad de Buenos Aires. Por sus características, los nativos asociaron a los porteños con los “gringos”.

“Yo los denomino ‘gringos actuales’ porque los gringos eran los de antes, los que daban trabajo. Había una relación de admiración por el gringo inglés y una relación de paternalismo y deferencia con aquellos ingleses”, plantea la autora.

Los “gringos actuales” son de clase media y media alta de Buenos Aires, la mayoría, profesionales, universitarios, artistas y personas que dicen ser exitosas en su lugar de origen.

“La ‘neorruralidad’ es un proceso de migración inversa, de la ciudad al campo y lo que tiene de característico y de diferente, es que se da sin un estado de necesidad socioeconómica sino por atracciones positivas. Todo lo contrario a como viene siendo estudiada la migración interna”, dice Trimano.

Los “neorrurales” rompen con la ciudad. “El cambio del lugar de origen y de residencia tiene que ver con generar un cambio en sus vidas, motivados por cuestionar en su esencia a la ciudad, a un modelo urbano que está agotado en términos de contaminación en todos los niveles”, explica la investigadora.

Los migrantes urbanos anhelan una vida más natural y “la trascendencia del espíritu”. “Escapan de la ciudad por considerarla un espacio que enferma el cuerpo y deshumaniza las relaciones personales”, explica Trimano. Pero también buscan el autoconocimiento a partir de búsquedas espirituales múltiples, como el new age .

En todos los casos, los nuevos pobladores conocieron el lugar durante las vacaciones y, dicen, se dieron cuenta de que ese era su lugar en el mundo. Aspiran a la felicidad, la libertad, al control del tiempo, a la exclusividad territorial, a hallar un refugio para criar a sus hijos o a sanarse de algún mal.

“Es gente que fue a encontrar su ser interior para generar una trascendencia espiritual a partir de reconectarse con la propia esencia, que tiene que ver con una elección”, plantea Trimano.

Muchas familias envían a sus chicos a escuelas Waldorf, con una pedagogía basada en la antroposofía, en muchos casos, al margen de la educación formal.

La tercera ola migratoria, y la última, es la que se produce entre 2001 y 2010, y que incluye a personas jóvenes, universitarios y treintañeros, que en el pueblo los llaman hippies .

Según la investigación, la presencia de los “neorrurales” genera tensiones, en las que los recién llegados asumen posiciones de superioridad y de poder. En la tesis se habla de un “círculo de iluminados” que llegan al pueblo indicando qué se debe hacer o no.

“Es una lucha muy grande porque los nativos dicen: ‘Estos gringos no van a venir a decirnos a nosotros cómo tenemos que hacer las cosas, sólo porque tienen plata y educación’”, sostiene Luciana.

Otra realidad

Con el “ boom cabañero”, como denomina Trimano a la masiva explotación turística en la zona en la última década, Las Calles comienza a subsistir gracias al turismo. Los dueños de las cabañas no viven en la localidad, son inversores que emplean a los lugareños.

Los “neorrurales”, en tanto, luchan para que el pueblo no se urbanice demasiado y entran en tensión con los nativos por cuestiones como la pavimentación de las calles de tierra, que los lugareños apoyan y los migrantes, reniegan.

Muchos de los citadinos devenidos en rurales viven de rentas, del alquiler de sus departamentos en la Capital Federal, mientras, en Las Calles se insertan en la escuela o venden dulces caseros.

“Sobresaliente”

Primera doctora. Luciana Trimano es licenciada en Comunicación Social. Y la primera doctora en Comunicación Social.

Es becaria del Conicet. Trabaja en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (Ciecs), que dirige Dora Celton.

Tesis. Dirigida por las doctoras Paulina Emanuelli y Vanina Papalini, impulsoras del nuevo Doctorado en la ECI. Aprobó con “10 sobresaliente”.

Fuente: La Voz del Interior