Creció un 25 por ciento la matrícula de quienes estudian oficios

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Los avances tecnológicos y el renacer de hacen que algunas tareas se reconviertan. Hay puestos laborales que dejaron de existir y otros que se generaron. Advierten que hay un dispar crecimiento de la matricula entre provincias.

Que al país le hacen falta ingenieros que y los estudiantes suelen volcarse a carreras humanitarias son datos conocidos. Que esa tendencia, poco a poco, se está revirtiendo, también. Lo que no es tan conocido, al menos para la estadística, es la cantidad de personas que buscan profesionalizarse en oficios, para conseguir trabajos igual de necesarios en la rueda laboral. Y ahí la cifra va en ascenso. Desde 2005, la matrícula es un 25% más numerosa en todo el país. Y en relación a los oficios, otras cosas cambiaron en los últimos diez años. Los avances tecnológicos y el renacer de industrias tales como la petrolera tras la recuperación de YPF, hacen que algunas tareas se reconviertan. Hay puestos laborales que dejaron de existir y otros que se generaron.

«El gasista y el plomero van a existir siempre, pero la industria automotriz, por ejemplo, ha cambiado muchísimo en lo vinculado a la mecánica porque reparar los autos nuevos no es igual que arreglar los viejos. Con la nacionalización de los ferrocarriles, ese área de trabajo también está cambiando», describe Eduardo Aragundi, director ejecutivo del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) dependiente del Ministerio de Educación.

El 95% de la educación técnico- profesional en el país se da en el ámbito público. Mientras en 2005 los estudiantes en formación eran 245 mil, hoy son 305 mil los que estudian algún oficio, y la cifra supera el millón si se agregan los estudiantes de secundarias técnicas. «Se forman en ámbitos que van desde el sector de la construcción, la metalmecánica o la metalurgia, hasta los vinculados a la estética, como peluquería y maquillaje», agrega Aragundi.

Según el informe de Tiempo Argentino, en 2005 se aprobó la Ley de Educación Técnico Profesional, con el fin de desarrollar políticas para impulsar ese ámbito y darle un valor federal a las capacitaciones, según las necesidades de cada provincia. En la actualidad, hay 906 instituciones que brindan formación en oficios (Centros de Formación Profesional). De esas, sólo 58 son de gestión privada, y en general están dirigidas a formar asistentes contables, recepcionistas o esteticistas pero no suelen dedicarse a oficios duros. «En un mes de taller de educación estatal aprendí más que los dos años que cursé en una privada. Es gratis, te dan los libros, hay que tenerlo en cuenta», avisa Pablo Plazas. Con 35 años, este cajero de una fábrica de pastas de Villa Martelli resolvió, por ahora como hobby, estudiar el oficio de arreglar motores.

Una reciente encuesta de la Unión Industrial Argentina (UIA) en más de 200 empresas dio como resultado que la mitad de ellas necesita capacitar a sus trabajadores y el 80% no cuenta con una estrategia de capacitación. Y el último relevamiento del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (Indec) del año pasado sobre demanda laboral insatisfecha arrojó, por ejemplo, que la mitad de los puestos vacantes de la industria automotriz fue el de los operarios. En el ámbito de la construcción, en cambio, la totalidad de los puestos que no fueron cubiertos fue de los obreros. «Tres semanas esperé a mi albañil de confianza para que me arreglara la terraza. Me dijo que antes no tenía tiempo», protesta Susana Julma, y da cuenta de una problemática que se repite. Quizás por esas necesidades o porque se descubrieron dándose maña en esas tareas, hay quienes deciden estudiar oficios.

«Por mi casa hacen falta mecánicos», advierte Damián Basile, hombre oriundo de Ciudad Evita, quien a los 43 años decidió estudiar para tomar esa posta en su barrio. Pablo Martínez, uno de sus compañeros de estudio, cuenta que se compró una moto hace un año y medio y le cuesta encontrar el mejor presupuesto para la reparación: «A veces lo que hace falta es un mecánico de confianza», sostiene.

«El mecánico es como el médico: si le tenés confianza, vas a ir con los ojos cerrados», resume Juan Cerabona, director de formación del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor de la Argentina (SMATA). «En los ’90, empezaron a llegar al país los autos con electrónica y, de golpe, el mecánico tuvo que empezar a estudiar otra vez. Eso costó. Muchos cerraron, sobre todo, los de gente mayor que no tenía ganas ni tiempo de capacitarse. Y nosotros también tuvimos que modificarnos», describe y recuerda que, «en los ’90, la educación técnica se destruyó y los técnicos no tenían trabajo». Según Cerabona, «es notable la calidad del equipamiento y el nivel de los cursos actuales».

En territorio porteño, cuando termina el ciclo de estudio, la Ciudad de Buenos Aires otorga los títulos oficiales y es la encargada de pagarles el sueldo a los docentes, mientras que el Ministerio de Trabajo de la Nación se ocupa de sostener y promover la red de Centros de Formación.

En esos centros aseguran que la demanda de oficios relacionados con instalaciones o tareas domiciliarias, como electricista o plomero, «ha crecido mucho por el impulso de la obra pública y la construcción de viviendas», mientras que fuentes de la UIA sostienen que «hoy no hay gran faltante de los puestos en construcción porque está bastante parado, pero cuando arrancan los ciclos muy buenos sí hacen falta». Aragundi, de INET, explica que desde el instituto se reúnen con sectores de la industria, empresarios y trabajadores para definir, en foros sectoriales, los nuevos perfiles profesionales que necesitan los distintos sectores productivos.

Ferroviarios

De esos foros y de la experiencia surgió la importancia de actualizar la capacitación para ferroviarios. «Con la nueva ley, la Argentina ha asumido un desafío que hace que haya que generar oficios que antes no existían porque había otra dinámica. Hay que trabajar en la construcción de nuevos vagones para el ferrocarril de cargas, algo que antes no se hacía y lo estamos empezando a analizar con el sector», anticipa Aragundi.

La formación del gasista también ha variado por razones de normativa, ya que existen nuevas regulaciones y eso deriva en otro marco de referencia para aquellos que hacen una reparación domiciliaria o para los que se preparan para hacer un trabajo en un edificio. Después de que se cumplan con esos requerimientos, el egresado puede obtener su matrícula en Enargas.

«Un nicho con demanda interesante es el de la reparación y mantenimiento de aire acondicionado porque ha aumentado la posibilidad de que la gente adquiera esos equipos, incluso en lugares bastante humildes», dicen en INET, con la experiencia de las 40 aulas móviles distribuidas en el país, sobre todo en pueblos chicos, que según prometen llegarían a 120 a fin de año.

El centro de estudios de UIA celebra la ley de 2005 pero advierte que hay un dispar crecimiento de la matricula entre provincias y existe una «baja tasa de egresos» en la educación media. «En cualquier caso, teniendo una tasa de promoción de un tercio y, dentro de ella, un tercio de jóvenes que optan por la educación técnica, señala que otro punto importante de la agenda de políticas públicas es movilizar una masa crítica mucho mayor de jóvenes que se inclinen por la educación técnica», proponen para que haya un mayor crecimiento en el sector.

Fuente: El Once