Dirigentes vecinales afirman que la zona norte de Salta está sintiendo con fuerza la crisis
Advierten a las autoridades que por la actual turbulencia económica se profundizó el hambre y la delincuencia. Reclaman falta de obras públicas y que se sienten los olvidados.
24/09/2018 MUNICIPIOSAdvierten a las autoridades que por la actual turbulencia económica se profundizó el hambre y la delincuencia. Reclaman falta de obras públicas y que se sienten los olvidados.
La situación social en la zona norte de la ciudad de Salta es «desesperante», según el calificativo común utilizado por diferentes dirigentes vecinales ante la actual crisis económica por la que atraviesa el país.
Estamos hablando de la enorme cantidad de vecinos que viven en barrios que están ubicados al norte de la avenida Constitución hasta el río Vaqueros que oficia de límite político. Sin actuales cifras oficiales, se toman las de Aguas de Norte que hablan de unas 200 mil personas cuando se afecta el servicios de agua potable.
Se trata de Castañares (todos los grupos), 1§ de Mayo, Leopoldo Lugones, 15 de Febrero, Ciudad del Milagro, Parque Belgrano 1§ y 2§ etapa, Cooperativa 20 de Febrero, Universitario, Policial, Juan Pablo II, La Unión, Juan Manuel de Rosas, Villa Lata, La Tradición, Manuel J. Castilla, 15 de Septiembre, Patricia Heitmann, 17 de Octubre, Asentamiento Martín Miguel de Gemes, Asentamiento Juan Manuel de Rosas y Balneario. También integran este nuevo conglomerado urbano el ex Pereyra Rozas, Los Profesionales, Los Arquitectos, Chachapoyas, Lamadrid y el enorme reducto de El Huaico con El Parque, Mirasoles, Fepusa y los monoambientes, las dos universidades, la Ciudad Judicial y el parque del Bicentenario; todo con su complejidad, sus similitudes, sus diferencias y sus urgencias.
«Yo no sé si llegamos a 2019. Pero hay algunos que ya están de campaña y no sabemos cómo vamos a terminar el mes», dijo a modo de queja Miriam Sánchez Bustamante del denominado Consejo Asesor Vecinal (CAVE).
La mujer, que es dirigente del barrio Manuel J. Castilla, separa definitivamente a los dirigentes de los punteros.
«Nosotros comenzamos a peticionar en un principio por nuestro barrio. Queríamos un salón de usos múltiples (SUM) para un centro de jubilados. Peticionamos durante años y nos dimos cuenta de que los políticos no cumplirían nunca sus promesas. Fue así que comenzamos a dialogar con otros dirigentes que tenían problemas muy comunes, problemas de base. Es así que se armó el CAVE», recordó Sánchez Bustamante. Desde hace unos 10 años funciona, sin personería jurídica, pero con una variedad de actores sociales que van desde los dirigentes vecinales hasta miembros de la Policía de la Provincia, de los centros de salud, comedores, clubes deportivos, ONG y vecinos que trabajan para la prevención comunitaria.
«Lo que buscamos es un cambio social en donde la prevención comunitaria sea el eje de toda acción», dijo.
Ahora bien, los dirigentes barriales le apuntan a la falta de obras públicas y a las enormes desigualdades que hay en cuanto al desarrollo urbano a pocas cuadras de diferencias.
Mientras que en El Huaico se hicieron varias instituciones educativas, en la zona más sensibles y con familias con menos recursos no se hacen escuelas ni secundarios desde hace décadas. Estamos hablando de los barrios al este de Ciudad del Milagro.
También hay un gran déficit en obras para evitar las inundaciones, algunas calles ya tienen históricos reclamos de pavimentación, otras de canalización, de falta de espacios verdes para el ocio; hay sectores que definitivamente están mal.
Para completar ese panorama de desigualdades, la baja en los ingresos, el efecto de la crisis, la inflación creciente y el desempleo transformaron en poco tiempo el paisaje urbano.
«Es una zona muy sensible signada por las desigualdades. Mientras algunos barrios nuevos tienen todos los servicios algunos no tienen ni un cordón cuneta; todo a pocas cuadras de distancia. Hay drogas, alcohol y mucho hambre. Es por eso que aumentó la delincuencia para conseguir dinero rápido para comprar comida o drogas. En cualquier momento estalla la zona norte con un conflicto social que puede ser imparable. Lo peor de todo es que los políticos están pensando en las elecciones y no solucionan toda la estructura de una zona sensible. Hay barrios en donde los comedores comunitarios ya no dan abasto y se hacen ollas populares», contó la dirigente.
Versiones inquietantes
En medio de la dura realidad que se vive día, se conoció -aunque nadie habla oficialmente- que las dependencias de la Policía de la Provincia de esta zona trabajan en una drástica hipótesis de conflicto social y de posibles saqueos. Ya tienen desde hace unos años un plan de acción ante estas amenazas en los grandes supermercados de la zona. Los últimos saqueos en Salta se registraron en diciembre de 2013 y todos fueron contenidos por la Policía. Se debe recordar que a los imputados por delitos de «hurto calamitoso en grado de tentativa» prevé una pena de uno a seis años de prisión (artículo 163 inciso 2 del Código Penal).
Hambre y malnutrición
La gente que trabaja en los servicios sanitarios de los barrios de la zona aseguran que el impacto de la desnutrición no se puede medir en el corto plazo, que seguramente con los años recién se verán las consecuencias de la falta de alimentos.
Lo que sí dicen las y los especialistas en nutrición, es que en la zona norte se ve, en el corto plazo, una evidente malnutrición.
Esto quiere decir chicos y madres con sobrepeso por los cambios alimenticios obligados que se originan por la suba generalizada en los alimentos.
Según datos del Indec, en el NOA, en lo que va del año, los alimentos aumentaron el 28,2%; mientras que en el país la suba fue del 25,4%.
En la comparación interanual el precio de los alimentos subió el 37,1 por ciento. Y esos números se hacen carne en la talla y peso de los niños y madres que llevan el registro de los centros sanitarios.
Los montos de los planes sociales ya son insuficientes y hacen que se pase de un blando especial de carne de vaca a puchero; de milanesas o bifes a sopas con hueso. La suba de precios hace que se restrinja el pescado, las frutas, las verduras y se coma alimentos con altos niveles de carbohidratos como los panes con grasas, fideos y sopas con alto contenido graso.
En consecuencia, para los nutricionistas que trabajan en la zona aún no hay hambre, sino malnutrición lo que afectará desde acá a 10 años. Enfermedades ligadas al sobrepeso en huesos, los hígados grasos, las diabetes, los ACV y enfermedades coronarias vinculadas al colesterol.