Doce meses seguidos de caída del consumo

La muy elevada inflación y el aumento del desempleo con el consiguiente retroceso de la capacidad de compra de la mayoría de la población tuvieron como resultado el descenso del consumo global. Se ubicó en el nivel más bajo desde 2010.

La muy elevada inflación y el aumento del desempleo con el consiguiente retroceso de la capacidad de compra de la mayoría de la población tuvieron como resultado el descenso del consumo global. Se ubicó en el nivel más bajo desde 2010.

Con una caída de 3,3 por ciento en diciembre frente al mismo mes del año anterior el consumo privado acumuló su duodécima marca negativa consecutiva. El Indicador Mensual del Consumo (IMC) elaborado por el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala cerró 2016 con una caída del 3,3 por ciento anual y se ubicó en el nivel más bajo desde 2010. La contracción en el componente más relevante del PIB se explica por el impacto de la inflación sobre la capacidad de compra de los salarios, la destrucción de puestos de trabajo, la transformación en el rol del Estado y el ajuste del gasto público. El de- sempeño del mercado interno durante el primer año del Gobierno atenta contra la apuesta oficial a la llegada de inversiones privadas. Impulsada por una recuperación de las ventas minoristas y de bienes durables la serie sin estacionalidad del indicador publicado ayer registró una mejora del 4,0 por ciento frente al mes anterior, el primer valor positivo desde agosto cuando el IMC había marcado una suba de 0,9 por ciento.

El dinamismo del consumo representa una variable económica central en un año electoral. Desde las distintas áreas del gobierno aseguran que las mejoras serán sostenidas por los menores niveles de inflación, la creación de empleo y la reactivación de la obra pública. Sin embargo, durante los primeros meses de 2017 entran en vigencia incrementos en combustibles y prepagas, entre otros aumentos de bienes y servicios dispuestos por las diferentes dependencias estatales, que podrían quitar dinamismo al consumo. “La evolución del consumo se encontrará vinculada al desempeño del salario real y el mercado de trabajo. Si bien no es esperable una caída en la tasa de desempleo para el corriente año, una menor inflación permitiría una mejora marginal del consumo”, sostiene la Fundación Germán Abdala que depende de ATE y UTE.

El año pasado, explican esos investigadores, el consumo se vio afectado por una caída del 5 por ciento en salario real de los trabajadores registrados durante 2016. El traslado a los precios de la devaluación, el quite de retenciones, la desarticulación de herramientas como Precios Cuidados y los aumentos de tarifas afectaron al poder de compra de los trabajadores. A lo largo de 2016 el gobierno amortiguó ese golpe de forma parcial con transferencias por única vez hacia jubilados y AUH o los cambios sobre el Impuesto a las Ganancias.

El documento difundido por el ITE sostiene que la mejora en el IMC durante los últimos meses del año pasado se vinculó “a una recuperación marginal de los salarios registrados que se vieron beneficiados por la gradual disminución en la tasa de inflación a partir del segundo semestre del año”. Para los investigadores de la Fundación Germán Abdala “es esperable que el indicador comience a arrojar variaciones anuales negativas cada vez más reducidas por cuestiones meramente estadísticas. Sin embargo, a pesar de que durante el cuarto trimestre el consumo se recuperó en términos desestacionalizados, aún no está claro que la misma tendencia sea sostenible en el tiempo”.

El consumo privado es el principal componente del PIB, supera las tres cuartas partes del Producto mientras que la porción restante se divide entre los otros elementos de la demanda agregada: el gasto público, la inversión y las exportaciones netas. El protagonismo del consumo revela que más allá de las iniciativas oficiales para “volver al mundo” (exportaciones) y “seducir al capital” (inversiones/endeudamiento), una dinámica de crecimiento sustentable depende de una expansión del mercado interno liderada por la mejora en los salarios y los niveles de empleo.

La historia argentina revela que, más allá del clima de negocios, la inversión no es una variable autónoma sino que está inducida por el crecimiento del consumo y, en menor medida, las exportaciones. Contra la relación causal postulada por el macrismo, el impulso al consumo privado no desplazó a la inversión durante los años del “populismo kirchnerista”. El economista Fabián Amico estimó que entre 2004 y 2011, el consumo creció al 61 por ciento y la inversión lo hizo al 99 por ciento. Esa relación se mantiene incluso cuando se computan el período de bajo crecimiento reciente: el consumo privado subió 67 por ciento y la inversión aumentó 84 por ciento de acuerdo a los datos oficiales.

Fuente: Página 12