En dos años, la clase media volvió a achicarse

La típica clase media argentina muestra síntomas de fatiga económica que determinan su achicamiento y afectan la pregonada movilidad social ascendente

La típica clase media argentina muestra síntomas de fatiga económica que determinan su achicamiento y afectan la pregonada movilidad social ascendente, según marca un estudio sobre la base de dos encuestas nacionales realizadas entre 2015 y 2017 en 36 ciudades del país.

De acuerdo con el trabajo de la consultora Delfos, la clase media, conocida como C3 en la nomenclatura profesional, se redujo del 30 al 25 por ciento a fines del año pasado, diferencia que motivó un ensanchamiento proporcional de la clase inmediata inferior, llamada D1.

En síntesis, hubo un “goteo” de un sector hacia el otro.

En dos años, la tradicional clase media perdió cinco puntos porcentuales de participación, indica el estudio que deviene de dos grandes encuestas domiciliarias, una con 8.510 casos en 20 ciudades y otra con 5.990 casos, en 16 centros urbanos. El error muestral contemplado es ínfimo.

Según la nomenclatura de la Asociación Argentina de Marketing (AAM), el segmento C3 está compuesto por familias sostenidas por empleados, jefes de empresas chicas y medianas, cuentapropistas de ocupación plena y jubilados y pensionados con educación terciaria completa.

“La robustez casuística de las muestras (son 14.500 casos en conjunto) confiere significatividad estadística a la variación de cinco puntos porcentuales en sentido descendente respecto a 2015”, indicó la consultora.

La principal conclusión que se desprende de los relevamientos “es que en estos dos años se quebró la tendencia a la movilidad social ascendente, visible hasta 2015”, aseguraron Luis Dall’Aglio y Norman Berra, responsables de la consultora. Delfos asesora con sus servicios al sector privado y también a dirigencia política de distinta extracción partidaria.

El trabajo apunta, asimismo, que la clase media alta (C1) integrada por directivos, ejecutivos de empresas, profesionales y rentistas, entre otros, mantiene su participación en la pirámide. Tenía un 15 por ciento en 2015, cayó a 14 por ciento en 2016 y volvió al 15 el año pasado.

Tampoco la denominada clase alta (AB) movió sus porcentajes. Dueños de empresas, altos directivos de grandes compañías e inversores financieros representan el cinco por ciento de la masa social de modo inalterable. En 2006, cuando se renovó el índice de nivel socioeconómico, eran el seis por ciento.

De esta manera, el tándem social denominado en el mundo del marketing como ABC1, lugar al que dirige la oferta la mayor parte de los bienes como inmuebles, autos de alta gama, electrodomésticos, turismo y tecnología, mantiene su participación global en el recorte social. Juntos alcanzan el 19 por ciento de la estructura.

¿Y abajo qué pasa?

En la base de la estructura tampoco se produjeron grandes cambios, según midió Delfos. La clase media baja (D2/E), donde se incluye a empleados rasos, cuentapropistas no calificados, empleadas domésticas, pasivos con la mínima, cartoneros, “planeros” y personas con ocupación inestable, entre otras, ocupa el 19 por ciento de participación.

Mirado desde otra perspectiva, en el bienio, las clases más desfavorecidas mantuvieron su tamaño en lugar de achicarse para ascender al estrato inmediato superior.

Aunque Delfos en su trabajo no realiza conjeturas sobre los motivos de la fatiga que muestra la clase media típica, las reformas estructurales aplicadas en materia tarifaria pueden haber disminuido el poder de fuego en materia económica por la necesidad de derivar más recursos a la atención de los servicios, junto con un retraso de los salarios respecto a la inflación.

La consultora cordobesa sí señala que en 2006 esa clase media (C3) representaba el 24 por ciento de la pirámide y alcanzó el 30 a fin de 2015, pero en 2017 perdió cinco puntos de participación.

El estudio puntualiza que, si se toma sólo la clase media C3, 2,5 de cada 10 argentinos pertenecerían a esa escala social. Con comportamientos de consumo similares, la clase C2 (situada por encima de la media típica) engrosaría ese perfil de argentinos, con lo cual el 40 por ciento se ubicaría como clase media, cuando en 2015 juntos eran el 45 por ciento.

Si se considera también a la media baja, las clases medias argentinas resultarían un conglomerado del 76 por ciento, guarismo que casi coincide con el 80 por ciento de los ciudadanos “que se definen y se sienten como clase media”, analizó el trabajo.

Otra manera de medir la estructura social de la Argentina se realiza tomando como base los datos de la Encuesta Permanente de Hogares que realiza el Indec. Allí se desagregan los datos vinculados con la distribución del ingreso y se conforma el perfil socioeconómico con variaciones que pueden ser apenas significativas a lo largo de los ciclos.

Justamente, en 2015 la consultora CCR había advertido sobre el achicamiento en dos puntos de la clase media a partir de 2012 producto del estancamiento económico y la recesión.

Contrastes

Ante una consulta, Delfos aclaró que esta baja de cinco puntos en la estructura de la clase media no tiene relación directa con la recuperación que se advierte en el consumo de determinados bienes.

En 2017, por ejemplo, la demanda de automóviles cero kilómetros alcanzó las 900.042 unidades, convirtiéndose en el segundo año de mayores patentamientos de la historia, después de 2013.

Y, dentro de esa performance de un bien típicamente de consumo durable, como son los automóviles, los más demandados fueron los modelos instalados en el corazón de la preferencia de la clase media, el segmento B que encabeza el VW Gol.

Berra explicó que esa reacción en ciertos segmentos del consumo verificada el año pasado no tiene vinculación directa con el tamaño de cada uno de los sectores. “Esta es una foto de cómo está la clase media hoy y muestra su achicamiento”, señaló el analista.

Ganancias y tarifas golpearon duro

Recién este año, algunos sectores se recuperarán.

Con la presión del Impuesto a las Ganancias sobre sus espaldas y la inflación de frente, los salarios de la clase media típica argentina no lograron recuperarse en los últimos dos años. Parte de la explicación es que muchos de esos sueldos, los que se ubican por encima de los 30 mil a 40 mil pesos, resultaron gravados por Ganancias y recién ahora, con los últimos cambios, comienzan a tener algo de respiro, según un informe del Ieral-Fundación Mediterránea. Pero los salarios que están por debajo de esa línea siguen complicados y acusan el golpe de los aumentos tarifarios que, en casos como la electricidad y el gas, no se frenaron.

Perfiles de los niveles socioeconómicos

De empresarios a cartoneros, el corte social del país.

Clase alta. La clase media alta y la clase alta representan en conjunto el 20 por ciento de la población argentina. Se trata de propietarios de empresas, altos ejecutivos de grandes compañías, entre otros.

El motor. La clase media argentina continúa siendo el motor del consumo. La sumatoria de los dos sectores que la componen arroja que el 40 por ciento de la población está en ese segmento. Aun así, perdió un cinco por ciento de participación.

Educación.El factor educativo es clave para la conformación del índice de nivel socioeconómico. A mayor formación más participación se tiene en la distribución del ingreso.

Fuente: La Voz